El coro de la Catedral de Almería: cuando la madera se hizo arte

V Centenario Catedral

En 1558 el deán de la seo urcitana, Alonso Tamayo, encargó la joya artística al canónigo Zamora y el proyecto se concluyó en el año 1560

Perspectiva del coro de la Catedral de Almería. / Diario de Almería
Antonio Sevillano

04 de octubre 2024 - 06:01

El escudo episcopal en madera de Antonio Corroniero sobre el interior de las portichuelas laterales de entrada a una de las joyas artísticas de la seo urcitana, nos ilustran sobre la prelatura en la que fue entallado. En marzo de 1558 se reunió el cabildo presidido por el deán Alonso Tamayo, encargándole al canónigo Zamora (mayordomo de la Fábrica) el inicio de un proyecto concluido en 1560. A tal fin le entregó al arquitecto/entallador Juan de Orea seis ducados para que fuese a buscar la madera de nogal necesaria, presumiblemente a Baza, Bacares u otros pueblos de Filabres. Según distintos documentos el coste total de la sillería, ya ensamblada y dispuesta para su uso, ascendió a 370 ducados de la época. Solo el magnífico facistol (desaparecido en la guerra) estaba valorado en 110 ducados.

A título de curiosidad, el diseño de la silla obispal inspiró al autor de la estatua de La Caridad (en la rambla García Lorca) que recuerda las trágicas riadas de septiembre de 1891. Aquella está gubiada en posición yacente, mientras que la fundida en Talleres Olivareros es erguida. Ambas representan a la Caridad Universal y no a una madre abrazada a sus dos hijos que perecieron ahogados, leyenda urbana que se repite con éxito. Juan de Orea nació hacia 1525 en Villalba de la Sierra (Cuenca) y falleció en Granada en 1580.

A solicitud del Cabildo (tomamos notas de diversos autores y publicaciones), el escultor y tallista vino de Granada, donde trabajaba en el palacio de Carlos V como ayudante de su suegro, Pedro de Machuca. La estancia almeriense la dedicó al hospital de Sta. Mª Magdalena, iglesia de Santiago y catedral de La Encarnación. Prueba de su portentosa habilidad es (1558-1561) el severo coro en nogal, ya con el obispo Antonio Corroniero en la Diócesis. El rectángulo, limitado por el envés del trascoro y los recios muros que acogen sendas cajas de los otrora magníficos órganos, se abre al presbiterio como prolongación de éste. Transitado por servidores del templo, estuvo durante siglos cerrado a la feligresía por una artística rejería, hoy inexistente.

Silla episcopal, en el coro. / Diario de Almería

Destinado a cantos y rezos litúrgicos, lo rodean 74 asientos abatibles en dos filas a distinto nivel. En medallones sobre los respaldos, 118 cabezas talladas forman “un variado estudio de personajes de aquel tiempo y del tiempo antiguo”. La sillería alta –la más finamente labrada- se adorna con 44 tableros representando en bajorrelieve a profetas, apóstoles, santos y protagonistas bíblicos, identificados por sus nombres y separados por esbeltas columnas jónicas. Del elegante conjunto sobresale la silla episcopal, con la imagen del Salvador, alegoría de la Caridad Universal a sus pies y, rematando la composición escultórica, un jarrón con azucenas, símbolo de la catedral de La Encarnación. Cada capitular tiene asignado protocolariamente un asiento establecido en función de su antigüedad (en página aparte los detallamos).

En el informe sobre el expolio y desmanes cometidos a comienzos del trienio bélicos se señala: “De la sillería del coro bajo construido en 1560 por Juan de Orea, faltaba uno de los tableros, pero afortunadamente este ha sido recuperado y podrá fácilmente colocarse en su sitio. Han desaparecido un facistol y una elegante mesa renacimiento. En el coro alto hay que lamentar la pérdida de los dos órganos. De estos no han quedado ni rastros, aunque por suerte se salvaron sus soberbias cajas doradas, suntuosas tallas de estilo barroco, y pueden conceptuarse como uno de los más preciados adornos de la Catedral”. Como complemento a la labra en nogal de la sillería de 1562, el artista entalló el magnífico facistol destruido en 1936. (DRAE: Atril grande en que se ponen el libro o libros para cantar en la iglesia y que, en el caso del que sirve para el coro, suele tener cuatro caras que permiten colocar varios volúmenes).

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