Forspoken, magia, parkour y mucha acción
El Loot de Txeron
Análisis. Forspoken ofrece una nueva propuesta en mundo abierto que brilla en el frenesí del combate y el movimiento y que se ensombrece por su contenido secundario y una historia que se diluye rápido
Almería/Cortita y al pie: me ha gustado Forspoken. No es un título transgresor que descubra las Américas ni tampoco la rueda, pero entretiene y, por momentos, ofrece tramos épicos con el que es, sin duda, su núcleo jugable: acción y parkour. Pero ojo, su historia se diluye demasiado pronto por su atropellada presentación, su acabado gráfico chirría para ser next gen y todo el contenido secundario se ve relegado a un segundo plano por su escasa originalidad.
Forspoken
Género: Acción y rol Lanzamiento: 24 de enero Desarrolladora: Luminous Productions / Square Enix Plataformas: PS5 y PC Textos: Español Voces: Inglés Precio: 80€
Así podría resumirse la experiencia que he vivido estas últimas semanas con la ópera prima del estudio Luminous Productions de Square Enix, un videojuego RPG narrativo y con altas dosis de acción que es exclusivo para PlayStation 5 y PC en el que nos toca salvar el mundo de Athia, sumido en el caos y la desesperación por culpa de lo que se denomina como el Desgarro.
El hilo conductor y argumental no tiene estridencias y busca empatizar rápido con el jugador poniéndonos a los mandos de Frey, una joven neoyorquina huérfana y con problemas judiciales que acaba en el mundo de Athia tras encontrar a Cepo, un brazalete parlante -algunas veces demasiado pedante, eso sí - que le permite lanzar poderosos hechizos para derrotar a los innumerables demonios y enemigos a los que nos enfrentaremos y usar la magia para recorrer los vastos paisajes de Athia.
Frey no tarda en descubrir que en su día este fue un mundo próspero bajo el reinado de las thantas, unas matriarcas benévolas, hasta que una devastadora plaga corrompió todo cuanto estuvo a su alcance. El Desgarro transformó a los animales en bestias, a los humanos en monstruos y a los verdes paisajes en cuatro peligrosos reinos. Estos decrépitos dominios están en manos de las thantas, que ahora son unas hechiceras malvadas que han perdido el juicio.
Inmune al Desgarro y ansiosa por encontrar respuestas, Frey acepta a regañadientes ayudar a los pocos habitantes que quedan en Athia, quienes la ven como su única esperanza. Durante su viaje por estas extrañas y peligrosas tierras, Frey se adentrará en el corazón de la corrupción, donde deberá enfrentarse a seres monstruosos, plantarles cara a las poderosas thantas y desentrañar secretos con los que surgirán muchas más cosas.
Con estos antecedentes tenemos por delante una vasta aventura que se desarrolla por capítulos a través de un mundo abierto lleno de iconos (¿os suenan los Assassins Creed?) con muchas cosas por hacer: minijefes que derrotar, monumentos para mejorar nuestros atributos, fortalezas con diferentes pruebas de resistencia ante oleadas de enemigos, pozos para aprender nuevas habilidades, lugares para fotografiar con nuestro smartphone… Hay mucho que hacer pero la sensación es que en la mayoría de casos podemos obviarlo porque una vez probados todos los eventos, la fórmula se repite y termina resintiéndose (algo muy común en los juegos de mundo abierto). Por suerte para Frey y para nosotros, hay muchos enemigos que derrotar y ya te aseguro que ahí la diversión está asegurada.
El combate, su piedra angular
Y es justamente ahí donde Forspoken mantiene viva la esperanza: en unos combates en los que la combinación de diferentes hechizos mágicos de diferentes ramas que iremos desbloqueando (tierra, fuego, agua, etc) y el uso del parkour a velocidades de vértigo tanto para desplazarnos, saltar, escalar como para esquivar a los enemigos le confieren una personalidad especial. Habrá momentos en los que la historia, llena de tópicos y bastante predecible pasa a un segundo término porque lo que más nos interesa es mejorar los atributos de Frey y su equipamiento compuesto por una capa, un collar y dos set de uñas. Investigar todos los rincones de los cuatro mundos en los que se divide Athia, cuatro biomas por otro lado perfectamente diferenciados, para encontrar nuevas capas o collares y poderes con los que personalizarlos se convierte en algo muy adictivo y prioritario. Porque Frey, poco a poco, se convierte en nuestro alter ego y comprobar su exponencial evolución hasta convertirse en una heroína que reparte hostias como panes es quizás, por encima de todo, lo más satisfactorio de este título.
Para ello, el juego ofrece un árbol de habilidades con multitud de magias de ataque, de apoyo, de protección y golpes finales. El uso de todas ellas durante el combate es bastante sencillo con dos ruedas desplegables que ralentizan el tiempo para facilitarnos el cambio de unas a otras. Algo muy recomendable ya que cada tipo de enemigo será vulnerable a un tipo de magia e invulnerable a otras. Es una especie de piedra, papel o tijera que bonificará al jugador que sepa gestionar las habilidades de Frey aunque ya os adelanto que sin nos empecinamos en las magias con las que más cómodos nos encontremos, también podremos vencer a cualquier enemigo aunque le hagamos menos daño.
Y en ese proceso de bregar sin parar, todo el contenido secundario puede verse relegado e incluso obviado. Si las tareas en el mundo de Athia, a excepción de aquellas que nos aseguran un nuevo collar o capa (que viene marcado previamente en el mapa para facilitarnos su looteo) son bastante planas a la larga, las misiones secundarias, llamadas aquí desvíos, también le siguen a la zaga y son muy superficiales: alimentar ovejas, fotografiar puntos de interés para enseñárselo a los niños de Cipal (la ciudad principal del reino y nuestro cuartel general de operaciones), perseguir a gatos para conseguir algún botín... Encomiendas que, tras un par de horas, comienzan a ser cansinas y que nos empujan a centrarnos en la trama principal que, también adolece de una previsibilidad que se acentúa por una concatenación de secuencias muy cortas que chirrían un poco y que son la antítesis de su frenético combate y el parkour mágico.
Eso, sumado a todo el contenido anteriormente mencionado que se reparte por un vasto y extenso mundo abierto, provocan que la experiencia jugable se convierta en una montaña rusa que solo emociona cuando tenemos por delante grandes combates, con mención especial para las thantas. Combates que intensifican y redoblan en el tramo final del juego que, al fin, pone toda la carne en el asador para ofrecer un desenlace más que correcto y que nos deja unas cuantas dudas por resolver. ¿Habrá segunda parte?
Una de cal y otra de arena en lo técnico
Y si en lo jugable el juego ofrece una de cal y otra de arena, en el apartado técnico se repite la ecuación. Sus tiempos de carga para movernos de un punto a otro del juego o retomando una partida son, literalmente, nulos. Al menos así son en la versión que hemos podido probar que es la de PS5.
Pero, y siempre hay peros con Forspoken, su acabado gráfico ha sufrido un apreciable downgrade respecto a lo que se presentó en su día como Project Athia hace unos años. El juego ofrece un sistema de iluminación convincente y mezcla un nivel de detalle notable en Frey y algunos otros personajes principales y enemigos pero por otro adolece de texturas de baja resolución y poco detalle en otros así como en unos escenarios muy vacíos y con una distancia de dibujado no muy alta.
Sí destaca su dirección artística con algunos paisajes muy espectaculares y la combinación de una paleta de colores que acentúan los diferentes escenarios que visitaremos a lo largo de la aventura.
También el juego sufre de importantes ralentizaciones a pesar de jugarlo en el modo Rendimiento que prioriza los 60fps a 1080p pero que en alguna ocasión tiene que reducir a 720p la resolución. Algo que se nota, sobre todo, en los combates cuando hacemos uso de multitud de efectos mágicos que hacen sufrir a la PS5 más de lo esperado.
También se ofrece un modo Calidad que prioriza el detalle y la resolución y otro con Raytracing que sacrifica resolución para mejorar la iluminación. Ninguno de estos dos modos son recomendables ya que no presentan mejoras visuales realmente palpables y en cambio reducen a 30fps el rendimiento del juego. Eso, en un juego tan frenético, es un pecado casi capital.
Forspoken viene totalmente traducido al castellano aunque, eso sí, no doblado. Toca conformarse con el inglés y teniendo en cuenta todas las conversaciones que hay entre Frey y Cepo y el resto de personajes, se hace tedioso estar leyendo los subtítulos mientras evitamos a un enemigo y lo ensartamos con una espada de fuego mágica.
La banda sonora, en cambio, sí eleve varios puntos el nivel del título y consigue acompañarnos en nuestro frenético viaje con temas acordes a cada momento, ya sea durante el combate o los ratos de distensión en la ciudad.
Conclusión
En definitiva, Forspoken es un juego divertido que se ve lastrado en su propuesta por apostar por un mundo abierto bastante insulso y un contenido secundario muy mejorable. Los poderosos ataques mágicos de Frey y su frenesí moviéndose por el escenario le salvan de un descalabro mayor.
Tras acabarlo en unas más que generosas 22 horas (eso sí, las últimas ya yendo directo con la historia principal), la sensación que queda es un tanto agridulce porque Forspoken podría haber sido un título más redondo si hubiese obviado apostar por un mundo abierto que, en su caso, desmerece sus virtudes. Su historia, contada en capítulos y en tramos más acotados y sin tanto contenido insulso habría brillado más. Pese a todo, es un juego que ofrece mecánicas de acción muy convincentes y un apartado visual, que sin alcanzar el sobresaliente grado de realismo cuando fue mostrado por primera vez, cumple. La apuesta de Square Enix por una nueva IP en un sector en el que los remake y remaster están a la orden del día, siempre es de agradecer y Frey merece una oportunidad.
Hemos analizado Forspoken gracias a una clave para PS5 que nos ha remitido Plaion España.
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