Los Museos de Terque se echan a la calle el sábado en el Día de la Plancha
Tradición
Esta iniciativa servirá para enseñar a los visitantes esta exposición que tiene como protagonista a la plancha, elemento clave en los hogares

El próximo sábado 10 de Junio, los Museos de Terque vuelven a salir a la calle a celebrar el Día de Plancha. Esta iniciativa pretende ser periódica, y servir para enseñar a los visitantes, parte de las numerosas colecciones que se encuentran en sus almacenes y que de manera continua siguen llegando de muchos donantes de la provincia.
De 10 a 14 horas, se podrán ver en la Plaza de la Constitución, más de 50 piezas relacionadas con el planchado de la ropa, enseres como planchas de diferentes tipologías y épocas, planchas de viaje, hornillo para calentar las planchas, plancheros, tablas y mesas de planchas, juguetes que reproducen el mundo del planchado. También se mostraran fotografías, libros de economía doméstica, publicidad de revistas y folletos, y por supuesto se planchará con una plancha de carbón. Se mostrará un precioso baúl que trajo de Nueva York un emigrante de Almería y que incorpora su pequeña tabla de planchar y su plancha eléctrica.
En 1726, el Diccionario de Autoridades, recoge el término Aplanchar, “poner lisa y estirada la ropa blanca, pasando la plancha algo caliente por encima, estando húmeda la ropa, con que queda estirada y lisa.” Hoy, en España este término se ha perdido, utilizándose Planchar, pero con idéntico sentido.
Un trabajo, que como todos los domésticos, recayó sobre los hombros de la mujer exclusivamente, era propio de su sexo, así no lo recordaba, aún en la década de 1970, la canción los Días de la semana de los Payasos de la Tele “Lunes antes de almorzar una niña fue a jugar, pero no pudo jugar... porque tenía que planchar. Así planchaba así, así. Así planchaba así, así. Así planchaba así, así. Así planchaba que yo la vi.”
Y por supuesto, a la futura ama de casa así se le prevenía en los libros de economía doméstica “Aprende a planchar bien las camisas de caballeros. No es fácil y puedes necesitarlo mucho. El no saber hacerlo suele ser motivo de discordias y la paz del hogar bien merece todos los sacrificios” publicado en La mujer y su hogar en 1957 de Ruiz García, M.
En las casas, se solía tener un día fijo de la semana para el planchado, al igual que para el lavado. Inmaculada Pérez de Almería apunta que “en mi casa había un día asignado para planchar la ropa, el lunes se enjabonaba y se dejaba en el jabón, el martes se aclaraba y se ponía azulete si era necesario y se tendía, siendo el miércoles por la tarde el día de planchar.”
Entre los tipos de planchas, las más utilizadas han sido las de hierro macizo, las planchas con hornillo incorporado y las eléctricas, tanto para la casa como para los viajes. Las de hierro, utilizaban para el planchado la presión y el calor. Se calentaban por calor exterior, poniéndolas directamente sobre la cocina, hornillo o paredes de una estufa. Estas planchas estaban hechas en hierro dulce. Su superficie plana y bruñida tenía forma de proa de barco para deslizarse mejor sobre la ropa.
Las de hierro con hogar en sí misma, eran más grandes, llevando sobre la pieza plana pulimentada una depósito metálico triangular con tapadera superior que se abría con una manivela terminada en pomo para introducir carbones o brasas. Algunas, presentan en su vértice un tubo a modo de chimenea. Otras tenían el respiradero en los laterales a través de agujeros. Este tipo de planchas era incomodo e insano por los gases que desprendían. Presentaban agarraderos de madera.
Los tipos de plancha de hierro quedaron en desuso cuando irrumpió la plancha eléctrica. A finales del siglo XIX y principios del XX, comienzan a aparecer aparatos eléctricos utilizables en las tareas domésticas, uno de ellos fue la plancha eléctrica.
En 1906, la revista Madrid Científico decía “la plancha eléctrica gana rápidamente las simpatías de los dueños de las casas y acompaña a muchas personas en sus viajes.
Hornillos para calentar las planchas: las planchas de hierro macizo se podían calentar poniéndolas directamente sobre la cocina, hornillo o paredes de una estufa. Aunque también se fabricaron anafres y hornillos de carbón y de gas diseñados específicamente para calentar varias planchas al mismo tiempo.
El Planchero o soporte para dejar las plancha mientras se cambian de posición las prendas. Las planchas se apoyaban en estos utensilios con forma triangular que se adaptaban a su forma. Podían estar hechos en diferentes metales como hierro, cobre, bronce y el más moderno aluminio. En la parte inferior presentan pequeños pies para que la superficie caliente no entre en contacto con la manta o trapo que se colocaba sobre la mesa de planchar
En muchas casas se utilizaba para planchar la mesa de la cocina, Carmen Salas, recuerda como en su casa “se ponía la mesa de la cocina abriéndole las alas, y una manta blanca fina de algodón sobre la que se ponía un trozo de sábana vieja ya pasada, pero limpia.”
La tabla sustituye a la mesa, ésta es alargada y de cantos redondeados, que se apoya sobre unos pies plegables que permiten una altura regulable, las más antiguas estaban hechas en madera. Al igual que la mesa, se recubría o forraba de manta de muletón o algodón, envuelta en una funda de tela. La tabla hacía más fácil planchar prendas tubulares como faldas.
Entre los juguetes de las niñas, que reproducían fielmente en miniatura el mundo de los trabajos domésticos, no faltaron los dedicados al planchado, desde planchas a cestas para la ropa.
Las técnicas del planchado se adquirían por la experiencia que desde niñas recibían de las madres y también aparecen detalladas en libros de economía doméstica, como el editado en 1939, por el Auxilio Social, Ciencia Doméstica, recopilatorio del contenido de los cursos que realizaban las jóvenes durante el Servicio Social.
La tarea de planchar en todos los hogares
En los talleres de costura el planchado era la guinda para rematar el trabajo. Dentro del planchado estaban las tareas de aprestar la ropa, preparación a la que se someten los tejidos para que tengan mayor consistencia y brillo. “La rigidez hace que las prendas queden más resistentes a ajarse y menos fácilmente ensuciables; el brillo les da un aspecto de mejor calidad.” Estas cualidades se lograban por medio del almidonado, o sea, mojar la ropa con solución de almidón antes de pasar sobre ella la plancha. “Las camisas de hombre, cuellos, puños, tapetitos, algunos encajes etc. Conviene que adquieran cierto apresto por lo que en el agua con que se humedecen hay que añadir almidón o cola de pescado.”, apunta en La mujer y su hogar, Ruiz García, M. El almidón se fabricó de diferentes sustancias vegetales, de tubérculos como la patata, y de cereales como el trigo, avena, centeno o arroz. El trabajo de planchadora era un humilde y duro trabajo, que se realizaba de pie y bajo el calor que emanaba de planchas y hornillos. Las familias más pudientes, los señoritos, tenían lavanderas y planchadoras que iban a sus propias casas. El oficio se realizaba dentro de obradores con sus operarias o en las propias casas de las planchadoras, a las que éstas se llevaban la ropa, sin tener carácter de tienda ni establecimiento.
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