Fallece Gonzalo Leal Echevarría, el hombre que más sabía de minería
Estuvo vinculado a las minas de Rodalquilar y luego decidió venirse a vivir al municipio de Bédar
Gonzalo Leal Echevarría ha fallecido en Madrid. “Hace sólo unos meses, en octubre, estuvo toda una tarde-noche en mi casa haciendo unas entrevistas para cuatro documentales que se han rodado sobre las Bombas de Palomares y que veremos muy pronto en televisión” recordaba ayer el profesor y escritor Juan Grima Cervantes.
“Qué pena, que nos haya dejado un hombre tan grande y un amigo tan entrañable! Una persona constructiva, conversadora, de un gran talante y que nos enseñó muchas cosas de la vida y de la ciencia. En muchos temas era un sabio y a su lado aprendimos mucho. Habíamos leído libros sobre minería pero el nos enseñó la verdadera minería; nos hablaba de la importancia del paisaje, del patrimonio en todos los sentidos, del excursionismo”, apunta Grima, que ayer se mostraba muy afectado por este fallecimiento.
Gonzalo Leal Echevarría nació en Madrid hace 84 años. Estudió la carrera de Ingeniería de Minas en Madrid, con un expediente brillantísimo. Recién acabados los estudios vino a Almería a trabajar en las minas de oro de Rodalquilar, de la mano de la empresa nacional ADARO, en las que se mantuvo ocupando un cargo de responsabilidad hasta su cierre en 1966.
En estas tierras conoció a la que sería su esposa, una joven de la familia Orozco, con la que tendría cinco hijos. Gonzalo trabajaría a partir de entonces en la minería en muchos puntos de España, incluso obtuvo concesiones propias que puso en explotación con compañeros de profesión, en la provincia de Córdoba y en otros lugares. Con la llegada de la democracia y de la mano de Adaro, estuvo residiendo varios años en Perú, dirigiendo varios asuntos mineros de capital español, con un status casi diplomático. Siempre contaba historias de su etapa americana, en donde adquirió minerales y fósiles increíbles, que le dieron calidad e importancia a sus colecciones.
Gonzalo nunca se olvidó de Almería, por lo que en cuanto se jubiló se vino a esta provincia, y acabó instalándose en el pueblo de Bédar. Juan Grima recuerda que “yo le conocí en 2002 ó 2003. Y me pareció un hombre con una formación poco común, educado, de buen porte, que debió de haber sido muy guapo de joven. Y era una persona que sabía lo que era la minería desde todos los puntos de vista, con una enorme experiencia profesional a sus espaldas”.
“Pronto hizo amigos en la comarca, como Concha Arranz, una farmacéutica madrileña que había restaurado un viejo molino harinero en Bédar o la soprano inglesa Jeanne Henny, que acababa de instalarse en Los Pinos de Bédar. Todas las mañanas durante muchos meses del año se levantaba y se iba a Mojácar y se metía mar adentro, casi un kilómetro y cuando salía se regalaba un buen desayuno”, apunta Grima.
“Además era un buen cocinero, sabía hacerlo todo y su biblioteca de cocina era muy grande. Cada dos por tres venían amigos de su profesión a verlo. Era muy conocido, porque había fundado la Sociedad Española de Mineralogía y tenía muy buenas relaciones con los catedráticos de la Escuela de Minas”, sostiene Juan Grima.
Un gran colaborador y autor de artículos en la revista Axarquía
Su aportaciones científicas y divulgativas han sido muy importantes durante el periodo 2004-2008, siendo uno de los escritores más habituales de la Revista Axarquía. Escribió artículos sobre Níjar, Bédar, Carboneras o Palomares, de los que de algunos se hicieron tiradas en formato separata de 1.000 ejemplares. Así, en 2004 publicó Almería y los minerales; en 2005, La obsidiana de Carboneras en 2006, Propuesta de conservación y restauración del patrimonio arqueológico histórico minero de Bédar (en colaboración con su amigo Juan Antonio Soler); en 2007 El oro de Rodalquilar, Trabajos de investigación minera 1963-1966. Últimos años y cierre; en 2008, El Hoyazo de Níjar; y ese mismo año Otro punto de vista sobre el accidente nuclear de Palomares... “Recuerdo la excursión guiada por él y su compañera Ana, su gran amor, a Carboneras, a buscar obsidianas, en la que todos, incluidos mis hijos, disfrutamos de lo lindo. Y supimos que ésta era la única región de Europa donde podían encontrarse estos minerales”, dice Grima.
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