FICAL evoca la figura del cineasta Carlos Saura en una mesa redonda

FICAL

Las actrices Assumpta Serna, Ana Torrent e Ingrid Rubio y su hijo Antonio Saura compartieron en Diputación sus primeros recuerdos y anécdotas muy representativas de su forma de ser y trabajar

Enrique Iznaola, Ingrid Rubio, Antonio Saura, Assumpta Serna, Ana Torrent, Luis Alegre y Almudena Morales.
Enrique Iznaola, Ingrid Rubio, Antonio Saura, Assumpta Serna, Ana Torrent, Luis Alegre y Almudena Morales.

Una de las actividades de FICAL que más peso ha ganado en los últimos años es su espectacular ciclo de mesas redondas con la intervención de grandes personalidades del cine en torno a temas de actualidad del audiovisual español. El viernes se recordó a un maestro irrepetible del cine, dentro y fuera de las fronteras, como Carlos Saura, que moría el pasado mes de febrero a los 91 años y el día antes de que la Academia de Cine le entregara el Goya de Honor a toda su impecable carrera. Entre muchísimos trabajos y películas, rodó en Almería Stress es tres, tres en 1968 y Deprisa, deprisa en el año 1981.

Para ello se contó con la presencia de Assumpta Serna, Ana Torrent e Ingrid Rubio, tres actrices cuyos trabajos con Carlos Saura marcaron tanto su trayectoria como sus propias vivencias y aprendizajes personales en el cine, además de uno de sus siete hijos, Antonio Saura, en una conversación moderada por el presentador Luis Alegre.

Su hijo Antonio es quien más puede contar de Carlos Saura, tanto como padre, “de quien mi primer recuerdo es cuando trajo a casa un galgo afgano”, como director de cine, “con el rodaje de La Caza, yo tenía cuatro o cinco años y me pareció horrible con aquel calor en mitad del campo de Toledo y con todos aquellos hombres tan rudos y barbudos”, y como gran estrella, “fui consciente con el rodaje de Cría Cuervos con Geraldine Chaplin”.

Una película con la que, precisamente, Ana Torrent conoció y trabajó con Saura, cuando sólo tenía ocho años. “Venía de hacer El espíritu de la colmena con Víctor Erice y mis padres no querían que yo me metiera más en el cine y que no tuviera una infancia normal como mis hermanos y Carlos acabó ganándose a mi madre y entre los dos convencieron a mi padre”, recordaba. De aquel rodaje Ana recuerda sus nervios “y como Carlos me tranquilizó diciendo que iba a estar ahí para lo que necesitara, dejándome mi espacio y dejándome ser yo. Carlos trataba a los niños con mucho respeto, como personas inteligentes que necesitan también su espacio. Algo que al final aplicaba también a todo el mundo”.

En el caso de Assumpta Serna la película que le conecta en primera instancia con Saura es Dulces horas. “Fue mi primera experiencia completamente profesional y fue gracias a Myriam de Maeztu, que me dijo que estaba haciendo un casting y que podría estar hecho para mí. Yo venía de un sentimiento muy rebelde, hacia pocos años que se había muerto el dictador y teníamos ese espíritu de hacer cambiar las cosas. Desde aquella película vi su gusto para ver, la mirada, sus silencios, su media sonrisa. Tenía su forma de hacer las cosas e igual que te daba espacio también quería el suyo y tenías que saber cuándo plantearle las cosas”.

Por su parte, Ingrid Rubio trabajó con Carlos Saura en la película Taxi, de 1996. “Acababa de terminar una serie en TV3 en la que tenía un pequeño papel como hija de la protagonista y sí que el primer pie en el cine fue con Carlos Saura. Recuerdo que el fin de semana que hice aquel casting llevé también una cinta VHS a la productora de Fernando Colomo y el taxi que nos llevó de Callao a Génova nos trajo suerte porque el conductor comentó que a Laura del Sol (actriz habitual de Saura) también la había llevado él”, compartió.

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