El CAF recoge en una publicación la visión de Ramón Masats sobre Andalucía
Fotografía
Los textos de ‘La Andalucía de Ramón Masats’ son de Juan María Rodríguez, Chema Conesa, Antonio Soler y Luna Miguel
El Centro Andaluz de la Fotografía, gestionado por la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, presenta La Andalucía de Ramón Masats, una edición que reúne la particular visión que el fotógrafo catalán desarrolló sobre una tierra que también consideraba su patria. El delegado territorial de Turismo, Cultura y Deporte, José Ángel Vélez, y el director del CAF, Juan María Rodríguez, desgranan los detalles de esta publicación de producción propia, titulada La Andalucía de Ramón Masats, que cuenta con 112 fotografías, más de 40 inéditas, junto a textos de Chema Conesa, editor de la obra de Masats y de esta publicación, de los escritores Antonio Soler, Luna Miguel, y del director del CAF.
Siguiendo la línea de publicaciones inaugurada con la exposición AlmeriPARR, de Martin Parr este verano, el CAF continúa con una colección donde a la recopilación de obras le suceden una serie de textos de autores que contraponen distintas visiones e interpretaciones sobre el itinerario visual propuesto.
El delegado, José Ángel Vélez, señalaba que “es una gran noticia poder retomar la elaboración de catálogos por parte del CAF. Estamos apostando por mejorar cada día este espacio, no solo en el contenido sino en su dotación técnica. Masats es un fotógrafo que me trae a la mente a nuestro querido Pérez Siquier; nacieron con un año de diferencia y fueron premios nacionales también con un año de diferencia, lo que hace, para mí, esta presentación aún más especial”.
Por su parte Juan María Rodríguez profundiza en el legado de Masats. “Para el CAF es un auténtico orgullo contribuir a rescatar la obra inédita de uno de los más grandes fotógrafos españoles del siglo XX. Masats es un catalán que trabajaba en Madrid, pero que encontró en Andalucía una suerte de tercera patria electiva donde fue muy feliz y en la que encontró, además del decorado donde más se percibía el gran salto histórico que se produjo en la España de los 60, el decorado inagotable para desarrollar su gran trabajo de revisión de los tópicos nacionales. Esta Andalucía de Ramón Masats es una Andalucía vista, en general, con amor, empatía y un realismo irónico.”
Entre los textos del catálogo pueden extraerse fragmentos como el de Chema Conesa, fotógrafo, editor y comisario. “Tal vez lo que descubrió en Andalucía fue una forma de desentenderse del orden establecido, de la correción de la forma. Y lo hizo a través del doble mensaje que su discurso gráfico aplicó a los tópicos culturales que la dictadura implantó en nuestras mentes”.
Antonio Soler, destaca en sus páginas que “las raíces son profundas y todavía está ahí, fijado en piedra y celuloide, el rostro de una Andalucía de la que tanto empeño pusimos en huir y que Ramón Masats desnuda hasta dejarla en el esqueleto”.
Luna Miguel argumenta que “desde unas tierras muy lejanas a las que retrató Masats, este colombiano obsesionado con la marinería escribió poemas sobre la historia andaluza, sobre sus fragancias, sus acentos y su luz, de nuevo, sin caer en la exotización de la que muchos otros habrían pecado. No era un poeta en Nueva York. Era un poeta en Andalucía”.
Esta publicación se presenta en el contexto de la exposición Ramón Masats. Visit Spain, comisariada por Conesa, que se muestra actualmente en la sede del CAF en la calle Pintor Díaz Molina hasta enero y que se configura como una alternativa cultural y de ocio para las navidades.
Un fotógrafo brillante con una gran obra
Ramón Masats es seguramente el fotógrafo más brillante y conocido de su generación. Nacido en Caldes de Montbui en 1931, Masats llegó a Barcelona en 1955 y aquel mismo año ingresó en la Sociedad Fotográfica de Cataluña, uno de los cenáculos más emblemáticos de la fotografía oficial, nacida del tardo-pictorialismo. Así le recordaría después Xavier Miserachs: “Impulsivo y vital, llegó a la Sociedad sin formación estética propia, pero tenía un instinto extraordinario. Ningún prejuicio teórico coartaba su aproximación a la realidad. Jamás he vuelto a encontrar a alguien que comprendiese tan rápidamente para qué sirve una cámara”. A estas cualidades, Masats añadía una rotunda seguridad en sus propias percepciones, una visceral aversión por lo solemne y pretencioso, una capacidad excepcional para captar el inagotable espectáculo de la vida y un sentido irónico y transgresor, que marcaría luego su mejor fotografía. Pronto fue consciente de que su camino estaba en el reportaje. De hecho, fue el primer gran reportero de su generación, el que con mayor talento supo atrapar en el cristal de sus cámaras la cambiante realidad del país.