Zombis en Las Vegas

Después de pasar por el aplastante territorio de los superhéroes franquiciados, Zack Snyder regresa al universo de los zombis con el que debutara con éxito en Amanecer de los muertos. Y lo hace desde la red de seguridad de los esquemas clásicos del género y un nuevo intento de hibridación con otros modelos (el cine de robos y asaltos, a mitad de camino entre la saga Ocean’s eleven y el John Carpenter de Rescate en Nueva York) que permitan mantenerlo fresco y renovado a pesar de las sucesivas revisitaciones.

El gran hallazgo de este Ejército de los muertos pasa por convertir la icónica ciudad de Las Vegas en un espacio fantasma, territorio bélico donde se libra la gran batalla entre el hombre (reducido al estatus de refugiado o superviviente) y las hordas de zombis alfa y renqueantes que se han hecho fuertes en un espacio pandémico condenado al exterminio nuclear.

Un prólogo marca de la casa recupera al Snyder malabarista de ritmos, narración sintética y montaje musical de Watchmen o Sucker Punch para da paso pronto a la más rutinaria aventura en grupo multicultural (con un Dave Bautista como líder al peso) que tiene como objetivo recuperar un botín millonario guardado en la caja acorazada de un casino. Pocas novedades aquí, incluida la relación paterno-filial y el repartido estereotipo racial y de género con mucha mujer empoderada, tal y como mandan los nuevos cánones. La película avanza entre etapas-pantalla, escenas de acción gore y cierto aire de comedia, con algunos buenos hallazgos como ese tigre-zombi siempre acechante o ese siniestro príncipe de los muertos vivientes oteando a caballo el panorama y que deparará las mejores escenas del filme, especialmente el duelo final que se libra en la azotea y el helicóptero.

Por lo demás, la cinta se ve lastrada por sus limitaciones presupuestarias, que han repercutido en la contención de Snyder a la hora de elaborar más secuencias con su sello a cambio de cierta desidia formal y narrativa.

Reyes de la noche: más allá del parecido razonable

Por mucho cartel previo que lo disculpe, nadie puede negar que los dos antagonistas de esta serie ambientada en el mundo del periodismo deportivo radiofónico de la España de los 80 y 90 son trasuntos explícitos de José María García y José Ramón de la Morena, maestro y discípulo en competencia edípica, estrellas absolutas de aquellas madrugadas de transistor bajo la almohada que vivieron una dura pugna por la audiencia y el dinero de la publicidad en el límite de la ética profesional y no sin bastante juego sucio de por medio.

Hay que agradecer a Cristóbal Garrido y Adolfo Valor que hayan sabido recuperar aquellos años y personajes para una serie que funciona como eficaz esperpento sobre el periodismo, la ambición y la rivalidad y donde Javier Gutiérrez y Miki Esparbé ponen carne, parecidos razonables, acento familiar y modos paródicos y políticamente incorrectos a un duelo del que medio país fue testigo en vivo y en directo.

Con unos diálogos afilados, sin miedo al exceso satírico y con una puesta en escena bastante dinámica, la serie que dirige Carlos Therón ofrece grandes momentos cómicos y esa siempre agradecida sensación de estar contando el pasado reciente sin paños calientes ni demasiados reajustes a la carta desde el presente. A saber, respetando la vileza, el lenguaje soez y el tono macarra de unos tipos y unos tiempos donde aquello era el pan nuestro de cada noche.

Los cines africanos a la búsqueda de la libertad

Hasta hoy jueves pueden inscribirse en el nuevo curso del Aula de cine africano que, como cada año, dentro de la programación del FCAT-Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, imparte online el programador, profesor y experto Javier H. Estrada.

Un webinar de cuatro jornadas y en sesiones de tres horas (de 16 a 19h.) que recorrerá las últimas tendencias del cine del continente a través de los siguientes itinerarios temáticos: el martes 1 de junio, la charla ‘Barrotes físicos y espirituales’ abordará el cine carcelario en África; el miércoles 2, ‘Del Congo a Ruanda’ se adentrará en la representación del genocidio y sus consecuencias; el jueves 3, ‘Justicia y libertad en el exilio’ abordará la lucha por la dignidad de la diáspora africana en Europa; y el viernes 4 estará dedicado a la “inquebrantable independencia del cine sudanés” a través del estudio de la obra de cineastas como Gadalla Gubara o Hajooj Kuka.

El estreno de la semana: ‘Siervos’

La alargada sombra del blanco y negro contrastado y el formato cuadrado como estilemas para reconstruir el pasado en el cine de Pawel Pawlikowski, parece cernirse sobre esta cinta eslovaca premiada en Valladolid que también trata sobre la represión religiosa en la Checoslovaquia comunista de los 80. En ese contexto, Siervos sigue a los jóvenes seminaristas y sus dudas entre mantenerse fieles a su vocación idealista o plegarse a las presiones de la policía secreta.