De las fatiguitas al brindis
El Teatro Quintero reúne a artistas de todas las edades para celebrar la declaración
La copa arriba por el presente, por la declaración del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y el brindis por lo que representa el pasado, "por las fatiguititas que pasaron muchos que estuvieron antes que nosotros, como Tío Borrico, Chocolate, Terremoto, Sordera... Fueron todos ellos los que pusieron las piedras para hacer el camino para llegar hasta aquí. Hace años, decir que eras flamenco era un desprestigio y ahora hay que gritárselo al mundo". Lo dice Diego Carrasco, el compás incansable de la bulería jerezana, durante la fiesta organizada en la tarde de ayer en el Teatro Quintero de Sevilla, un encuentro al que acudieron artistas de todo pelaje, proyección y estilo al calor de la cita promovida por Jesús Quintero. Entre ellos, otra figura jerezana de excepción, el bailaor Antonio El Pipa, recién llegado de su colaboración con el Ballet Nacional de Cuba. "He estado dos semanas en La Habana, de la mano de la maestra Alicia Alonso, coreografiando para ellos El amor brujo, un ejemplo de que el flamenco es universal. Tenemos ahora de manera oficial lo que ya sabíamos desde hace mucho", sostiene el intérprete.
Pero, todavía, en Andalucía, "hay muchos que no han escuchado flamenco nunca, que no saben lo que es, ni lo que representa, y creo que cuando llega dentro, cautiva y no se olvida". Así lo cree Argentina, una cantaora onubense nacida ya en una época en la que el complejo flamenco suena añejo. Hace cinco años, la joven intérprete se trasladó a Sevilla y hoy es una promesa en firme que encandiló con el recital que ofreció en la pasada Bienal: "Estoy muy contenta de haber elegido vivir de esta música y espero que esto sirva para que el flamenco tenga más presencia en televisión". Los jóvenes no olvidan la herencia que tienen entre manos. Ni siquiera aquellos cuyo sonido se mueve en la periferia flamenca, caso del rapero Junior, el invitado más heterodoxo de cuanto se subieron ayer a las tablas del Quintero. "Recojo el legado del flamenco de todos estos años de represión y abuso. A mí me toca la crítica social, porque también el flamenco habla de eso", defiende el cantante de Triana.
Y es que, más allá de la fiesta, los intérpretes quieren que esta distinción -"que coloca al flamenco a la altura de otras artes", en palabras de Javier Barón, premio Nacional de Danza 2008- implique "más trabajo para todos los artistas", reclamaron los cantaores José Antonio El Chozas y José de la Tomasa.
Pero, entre tanta fiesta y tantos ruegos, el de ayer fue un día para reconocer también la proyección internacional del arte jondo -al que contribuyeron "Carmen Amaya, Camarón, Paco de Lucía...", recuerda El Pipa-, hoy casi más que dentro de nuestras fronteras. Un buen ejemplo es el guitarrista Miguel Ángel Cortés, el toque del cante de Arcángel y Esperanza Fernández, un intérprete con mayor presencia en solitario fuera de España. "La Unesco le da el sitio ahora a algo que ya lo está teniendo, porque el flamenco está viviendo un buen momento. Este reconocimiento debería, sobre todo, promover nuevos proyectos", como más academias, más atención a los festivales y a las peñas, la presencia del flamenco en las escuelas... "Y que, a partir de ahora, que ya tenemos carné, nos den fiao en los bares", reclama Diego Carrasco. El brindis, que no falte.
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