La tribuna
Luto oficial, dolor y desconcierto protocolario
DE LIBROS
'Pasiones públicas, emociones privadas. Escritos periodísticos'. Charles Dickens. Traducción de Dolores Payás. Gatopardo Ediciones. 420 páginas. 24,50 euros
Indesmayable y hombre de acción. Un escritor rotundo, que iba y venía de la realidad a la ficción o viceversa. Sus novelas fueron populares en la hora álgida del periodismo de masas. Se suele ignorar que Charles Dickens (1812-1870) fue antes periodista que novelista. Pero, al fin y cabo, poco importa. Lo suyo fue la escritura total, vertida lo mismo para la sátira, el reportaje, la escena costumbrista (sus famosos sketches londinenses), el melodrama o el ensayo que para sus novelas, que lo hicieron escritor profesional y defensor activo de los royalties (desde sus Pickwick papers hasta Grandes esperanzas, sin olvido de sus gloriosos Oliver Twist y David Coperfield).
El lector agradecerá la labor de edición llevada a cabo por la estupenda traductora Dolores Payás (autora de un no menos estupendo prólogo). Se recogen en estas Pasiones públicas, emociones privadas sólo el cinco por ciento de la vasta producción periodística de Dickens. Payás ha preferido hacer su cata con treinta piezas escogidas, divididas entre "Pasiones públicas" (artículos para nada desfasados: corrupción política, exclusión social, ética de la vida pública, etc.) y "Emociones privadas" (textos que muestran las fantasías y obsesiones solitarias del autor). Hay que leer a Dickens porque sus artículos están apegados a la vida real y cotidiana, porque estilísticamente son de una brillantez absoluta, y porque sus temas transmiten visceralidad: la propia prosa parece hecha de "carne, sangre, fluidos, pulsos muy profundos" (el entrecomillado y las tres razones dadas las cita Dolores Payás).
Dickens cubrió juvenilmente la vida parlamentaria de Westminster (Mirror of Parlament, True Sun, Morning Chronicle). Pasó a las sketches costumbristas para el Monthly Magazine (escritas con el seudónimo Boz y origen novelístico de sus Pickwick papers). Fundó su primer magacín, el Master Humphrey’s Clock. Como empresario participó en Household Words y en All the Year Round (del que será copropietario y director editorial hasta su muerte). La vida inglesa de antaño (y en parte de hogaño) aflora en este muestrario. De ahí las terribles workhouse victorianas, la crítica al puritanismo de entonces (piensen en la actual censura woke) o las fabulosas estampas sobre camposantos y depósitos de cadáveres. Puro Dickens.
También te puede interesar
Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS)
Teatro Lope de Vega de Sevilla: objetivo abrir en 2025Lo último
La tribuna
Luto oficial, dolor y desconcierto protocolario
El parqué
Nicolás López
Sesión de pérdidas
Tribuna Económica
Carmen Pérez
“I n Gold We Trust”
No hay comentarios