Democracia de consumo

El peso del tiempo | Crítica

En 'El peso del tiempo', del politólogo Oriol Bartomeus, se explica la irrupción de las nuevas formaciones políticas y la inestabilidad de las cuotas parlamentarias, en función de la reciente dinámica generacional española

El politólogo barcelonés Oriol Bartomeus Bayés (Barcelona, 1971).
El politólogo barcelonés Oriol Bartomeus Bayés (Barcelona, 1971)
Manuel Gregorio González

04 de febrero 2024 - 06:00

La ficha

El peso del tiempo. Oriol Bartomeus. Debate. Barcelona, 2023. 272 págs. 18,90 €

El título del presente libro, tan lírico y expresivo, hace referencia al sesgo particular que cada generación adquiere; sesgo en el que viene a resumirse el tiempo histórico que las define y a través del cual es posible vislumbrar el objetivo último de este ensayo, de clara y sustanciosa pedagogía: enunciar un “relato del relevo generacional en España”. Esto implica, en primer término, acotar el término de “generación” -tan orteguiano, por otra parte-, inclinándose hacia alguna de las tipologías existentes. En el caso que nos ocupa, Bartomeus ha escogido, razonadamente, aquella que enlaza las generaciones con hechos de singular relieve histórico, distinguiendo entre la generación de la Guerra Civil (hasta 1939), la de posguerra (1940-60), la del desarrollismo o baby boom (1961-1975), la de la democracia (1976-2007) y la generación de la crisis, nacida a partir de 2008. Esto implica, en un segundo término, cierto trasfondo económico que no es el objeto principal de este estudio.

Bartomeus señala como determinante el consumismo a la hora de distinguir una generación de la siguiente

Quiere decirse que las generaciones establecidas por Bartomeus guardan una obvia relación con las crisis económicas padecidas en el XX-XXI (1929, 1977, 2008), así como con aquello que Galbraith llamó la “sociedad opulenta” y que se vincula, de manera más próxima, con las generaciones de posguerra y del desarrollismo; pero también con las generaciones posteriores, que viven ya en la sociedad de consumo (las grandes economías de escala tras la II Guerra Mundial), y que Bartomeus señala como determinante -el consumismo- a la hora de distinguir una generación de la siguiente. En tal sentido, la manera en que la generación más joven entiende la política, eligiendo con naturalidad entre opciones distintas, en un mundo que le ha sido dado así, difiere sustancialmente de quienes participaron o vivieron la Transición, y valoran de diverso modo la llegada de las libertades. Más clara aún es esta diferencia entre la generación de la Guerra Civil y la generación nacida en democracia. Pero no solo en el modo de concebir la política y su particular ejecutoria, sino en la forma misma de entender la vida cotidiana, cuyas manifestaciones tecnológicas, industriales, etcétera (Bartomeus insiste en el ejemplo del yogurt y su infinita variedad actual), son extraordinariamente dispares.

Uno de los objetivos, pues, de El peso del tiempo, es el de explicar el curso reciente de los acontecimientos, a través del relevo generacional y su diversa conceptuación de los hechos. Sin duda, una de las partes más interesantes del presente estudio es el análisis de las nuevas formaciones políticas, y la crisis del modelo de la Transición que ello revela. Para la generación más joven, la Transición se trata de un episodio histórico, sin vínculo sentimental alguno, que antecede a fenómenos como la corrupción política, la pauperización laboral o la crisis económica de 2008. Para las generaciones anteriores, el advenimiento de nuevas formaciones políticas, fruto del malestar social, pudiera remitir a escenarios anteriores de inciertas consecuencias. De ello se desprende, no una lucha deliberada por el “relato” histórico, sino distintas perspectivas vitales que arrojan diferente luz sobre un mismo pasado reciente.

Es mérito de Bartomeus el de mostrar aquí las generaciones españolas aún en activo en su doble desplegarse, sincrónico y diacrónico. Diacrónico, por cuanto vemos el sucederse de unas y otras, en la toma de protagonismo (con la excepción, un poco meláncólica, de los baby-boom); y sincrónica, porque Bartomeus ofrece un escenario razonado de cuanto hoy configura la realidad social y la actualidad política española. Por otra parte, y como buen científico social, Bartomeus prescinde de hacer cualquier tipo de pronóstico; entre otros motivos, porque es difícil adivinar cuál será el “peso del tiempo” que defina la generación venidera, nacida en 2008, como distinta de sus antecesoras. Sí hay, no obstante, algunos vectores que distinguen a las generaciones más nuevas, y que son reflejo, no de una inexistente particularidad española, pero sí de una contextura social, económica y tecnológica, que ha modulado nuestro estar en el mundo de forma urgente y pronunciada. A esta caracteriología del mundo nuevo, basado en el vértigo del tiempo y la pluralidad de deseos, dedicará Bartomeus sus capítulos finales.

Sociedad Amazon

Así titula Bartomeus un epígrafe del capítulo 6, “Miscelánea del tiempo nuevo”, cuya novedad opera en un doble sentido: en la infinita disponibilidad de productos, orientados a satisfacer una demanda heteróclita, dispersa e insaciable; y en el encapsulamiento del individuo en sus particulares deseos, a lo que sigue necesariamente la impaciencia y la insatisfacción ante actividades sociales y mediatas como la política. Según Bartomeu, de ahí dimana el gusto por soluciones de tipo directo y plebiscitario, que satisfacen la impaciencia constitutiva del elector actual, reflejo de una sociedad -en términos del propio autor- individualista, instantánea, impaciente, irritada, intransigente, intermitente, irresponsable, incoherente, intrascendente e incierta. Todo lo cual ocurre, no por una suerte de mutación cualitativa y ahistórica, como quería Bauman y como detallará prolijamente Lipovetsky, sino por una razón más prosaica y de fácil conocimiento; “nuestro mundo es así, está diseñado de tal manera que nos educa para la intranscendencia, para el constante fluir, el cambio permanente y el movimiento, auténtico eje de nuestro universo”.

stats