"Hay que arrumbar los prejuicios contra la Ilustración española"
Daniel Pinteño | Violinista
El violinista Daniel Pinteño presenta al frente de su grupo Concerto 1700, esta vez en forma de trío, un álbum con música de José Castel
La ficha
JOSÉ CASTEL (1737-1807): STRING TRIOS
José Castel (1737-1807)
Trío I en si bemol mayor
Trío II en fa mayor
Trío III en mi bemol mayor
Trío IV en sol menor
Trío V en la mayor
Trío VI en mi mayor
Concerto 1700
Daniel Pinteño, violín
Fumiko Morie, violín
Ester Domingo, violonchelo
1700
El malagueño Daniel Pinteño acaba de presentar, junto a la también violinista Fumiko Morie y la violonchelista Ester Domingo, miembros habituales de su conjunto Concerto 1700, un nuevo álbum en su propio sello, esta vez dedicado a Tríos de cuerda del poco conocido José Castel.
–¿Quién era Castel?
–Castel fue un maestro de capilla de Navarra, que pasó casi toda su vida en su Tudela natal, salvo un paréntesis de unos 15 años en que fue muy famoso por su música escénica (tonadillas, zarzuelas), porque se trasladó a Madrid, y allí presentó muchas obras en el Teatro del Príncipe, que cantaba nada menos que La Caramba, la famosa tonadillera. Es un personaje muy curioso, que combina la faceta de maestro de capilla típico del antiguo régimen con una producción escénica cantada que era radicalmente diferente.
–¿Dónde encuentra estos seis tríos?
–Están curiosamente en la Biblioteca Nacional de Francia. Estas eran músicas viajeras. Se componen aquí, pero para entrar en el circuito europeo se publicaban en París, igual que mucha música de Boccherini, de Brunetti o de otros compositores de su época. En España íbamos algo retrasados en cuestiones editoriales.
–¿Eran tríos ya conocidos?
–Se habían tocado, pero no grabado. Son obras dedicadas a un ilustrado de finales del siglo XVIII. Se tocaron seguramente en una de las Sociedades Económicas de Amigos del País, sociedades protofilarmónicas, que dedicaban mucho tiempo a las artes, a la ciencia. Es posible que se interpretaran ahí.
–¿En qué ámbito estilístico se mueven las obras?
–Están en su tiempo. El problema de estos tríos es que son muy personales. Muestran a un compositor extraordinariamente imaginativo. Tienen esencia de música escénica. Se rigen por unos cambios de afectos que no encontramos tan marcados en la música de Brunetti o de Boccherini. Hay cosas que nos llevan a alguna tonadilla, como El arrendador del sebo, que era obra suya. Eso es muy interesante. Es una especie de hibridación de una música de cámara de alta cultura mezclada con elementos de música escénica, más cercana a lo popular. Hay cambios súbitos y de repente aparece el gracioso, tan común del género de la tonadilla.
–Formalmente los tríos son muy variados...
–Son muy variados, y eso le aporta gran interés al disco. Casi ningún trío se parece al anterior. Tiene un trío en modo menor, como era habitual en las colecciones de la época, porque Castel no era ajeno a las corrientes que inundaban los salones de cámara de Europa.
–Ese trío en menor está haciendo un guiño a la música francesa con el rondeau...
–En efecto, además es el único que tiene cuatro movimientos, el resto tienen dos o tres, aunque es verdad que casi todos terminan con un minueto (salvo el 3º). Esto se daba en la música de Brunetti también. Los minuetos por supuesto están muy alejados de los que podían escribirse a principios del XVIII. No son danzables, son de cámara, para escucharlos en un salón ilustrado.
–¿El rescate de tanta música española del XVIII en los últimos años nos obliga a variar la idea de la Ilustración española, o al menos madrileña, como algo menor?
–Madrid era faro para las músicas que se desarrollaban en el resto del país, incluida ultramar. Los salones ilustrados de Sociedades Económicas de Amigos del País se multiplicaron por el país. Y de hecho esta música se compuso para un noble que pertenecía a la Sociedad Económica de Amigos del País de las Vascongadas. La Ilustración en música nos vino de Francia gracias por ejemplo al XII Duque de Alba, que fue embajador en París y músico diletante. Son esos personajes los que trajeron cambios de mentalidad y abrieron la música a sectores más allá del de las capillas.
–¿Hay aún demasiados prejuicios sobre el siglo XVIII español?
–Sí, hay que arrumbar los prejuicios contra la Ilustración española, esa idea de una España periférica, sin contacto con lo que pasaba en Europa. Una sinfonía de Haydn llegaba a España en cuestión de semanas, las tenemos en la catedral de Toledo, por ejemplo. Hay que olvidar esos prejuicios de una España oscura y desconectada del tren de la cultura y del pensamiento ilustrados europeos.
–¿Han hecho ya este disco en concierto?
–Aún no, pero lo haremos en Londres y en algunas sociedades filarmónicas, Gijón y alguna otra. Se trata de una música que requiere cierta valentía por parte del programador. Los programadores que apuestan por nombres menos conocidos son valientes, pero reciben su recompensa. En Málaga tocamos Brunetti, por ejemplo, que todavía es poco conocido para cierto sector de melómanos, y salieron encantados, descubren que hay música de un nivel equiparable a la que podía escribirse en Centroeuropa.
–Los discos de Concerto 1700 están centrados en la recuperación de la música española.
–Es una de nuestras piedras angulares. La residencia artística que tenemos este año con el CNDM supone un espaldarazo a esta labor, que hacemos con rigor y pasión. Es además una combinación ganadora. El público disfruta cuando presentamos esta música y descubre que hay un mundo más allá del canon.
–¿Le tienta el repertorio de principios del XIX?
–Me encantaría meterme, porque el XIX es la siguiente cuenta pendiente que tenemos. Pero es otro tipo de ambientes en que se mueve la música. Acabo de adquirir un piano Clementi importado en Cádiz, datado en 1815, porque una de mis intenciones es hacer música con piano de esos primeros veinte o treinta años del siglo. Es una época compleja y complicada, pero musicalmente es muy interesante, y está por explorar.
–¿Cómo le va al grupo en estos tiempos difíciles?
–Estamos muy contentos de esta residencia en el CNDM, porque supone una estabilidad de conciertos. Para los que somos freelance es complicado. Vivimos de lo que tocamos. Cuando pasó lo de la pandemia fue un trauma, no sabíamos qué iba a pasar. La residencia nos supone ocho conciertos centrados en la música de la España del XVIII. De hecho visitaremos Sevilla en el Femás, haremos un oratorio de Hernández IllanaHernández Illana que ya hicimos en Oviedo y gustó mucho.
–¿Tienen proyectos fuera de España?
–Es muy complicado. La residencia incluye ese concierto en Londres, que será en mayo de 2023, pero nada más. Uno de los problemas españoles es ese proceso de internacionalización, que nos vendría muy bien. Tenemos patrimonio, talento, artistas y ganas de trabajar. Necesitamos que las instituciones acompañen con sus políticas a los que estamos en la brecha. No podemos seguir con un modelo de ayuda tan rígido en el que de repente el 31 de diciembre se convierte en una barrera insalvable. Necesitamos planes a largo plazo, que nos permitan trabajar a 3 o 4 años vista. Ese tiempo nos permitiría hacer las cosas de otra manera y ofertar nuestro producto fuera de España. Si en agosto aún no sabemos si vamos a tener ayuda ni de qué cantidad va a ser, es difícil saber qué producto podemos ofrecer y a qué precio.
–¿Hay que apoyar más la estructura profesional de los grupos?
–Siempre digo medio en broma que en realidad somos artistas renacentistas, porque hacemos de todo, tocamos, somos gestores y hacemos de community manager. Necesitamos un tejido cultural estable, porque lo contrario nos condena a la precariedad absoluta. Y repito que una de las cuestiones fundamentales para esto es tener proyectos a largo plazo, porque es lo que te permite organizarte y saber cómo puedes actuar.
–¿Algún nuevo proyecto de disco?
–El siguiente tendrá mucho que ver con la música vocal. Volveremos a música relacionada con Aranjuez en la primera mitad del siglo XVIII.
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