Sonrisas y lágrimas en los negocios del Zapillo al acabar el verano: "Ha habido más gente que otros años"
Comercio
Los comerciantes analizan la temporada estival, con discrepancia de opiniones sobre como han sido los meses de mayor afluencia turística
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Entre la playa de San Miguel y el Auditorio Maestro Padilla, el verano no es sinónimo de vacaciones. Los almerienses suelen arrastrarse hasta la linde con el Mediterráneo para refrescarse en los meses, cada vez más, calurosos. A menudo lo hacen acompañados de sus familiares, que viven fuera y retornan a sus origenes en período de descanso. Si no tienen casa, Sonia Vázquez les da alojamiento. Con su inmobiliaria controla un reguero de apartamentos turísticos. “En la inmobiliaria lo tengo todo copado, los apartamentos turísticos los tengo llenos”, cuenta. Trabaja en el Zapillo y en El Toyo y lo hace con diferentes tipos de clientela.
El verano lo ha visto bien. “Ha habido más gente que otros años, los camareros y la gente con la que hablas decían que hacía años que no veías tanta gente”, celebra, aunque pone un ‘pero’. “La gente se quejaba que había mucho negocio cerrado en agosto”, explica. En el Paseo Marítimo ha estado todo abierto pero fuera más de uno se ha tomado vacaciones.
Es el caso de Pilar García Molina, de Floristería Toñi, quien se ha cogido libre buena parte de agosto. Le gusta lo que ve por las amplias cristaleras que miran a la Avenida Cabo de Gata. “El verano está animado, la gente viene a ver a sus familiares y le quiere llevar un detallito”, confiesa. Una flor siempre es una buena elección. “A la gente le gusta comprarlas”, sentencia.
Hay quien lleva una flor y quien prefiere aportar la carne para la barbacoa. En Carnicería Eusebio, recientemente laureada por el Ayuntamiento de Almería por su vasta trayectoria, les ha ido bien la temporada. “Ha sido estupenda, estamos en un barrio costero de Almería y el verano ha sido brutal”, resume Vanesa Ramón Fuentes, encargada de la tienda. “Se nota bastante el cambio en verano, cuando llega el calor vienen nuestros clientes, tenemos hasta de Italia. Consumen productos nuestros hechos aquí y se llevan para su tierra”, cuenta. El jamón y la morcilla triunfan. Ahora tocará bajar los excesos del verano.
Para ello, lo mejor es la fruta y verdura. Jesús López regenta la Frutería Villagarcía. “Este verano hemos tenido más ventas, hay mucho veraneante y este año se ha visto más movimiento”, explica. Tiene mucho cliente fijo que prefiere comprar lo más sano en el comercio de proximidad antes que en una gran plataforma. Ese es su punto fuerte. En su mostrador abundan los productos de kilómetro cero, los de proximidad.
Que hay cada vez más veraneantes es algo que ha notado Manuel, el propietario del restaurante Duque del Mar, que ha celebrado haber estado lleno durante toda la época estival, tiempo que ha pasado con el tirador de cerveza. “Estamos habituados a ello, tenemos mucho público de fuera”, asegura.
Después de la cerveza y la tapa, la siesta. Imposible dormirse si es con un libro. Belen Ausejo, administradora de la librería Zebras, se encarga de ello. Su diagnóstico tiene una lectura pesimista. “Julio casi no ha existido, ha estado todo muy flojo, y en agosto se ha animado un poco más”, cuenta, destacando que, ante todo, los protagonistas han sido los almerienses que han retornado al hogar. Vecina del barrio y propietaria de un local mítico del inicio de la Avenida, ha podido dialogar con otros comerciantes, que no le han dado más ánimos. “No sabemos por qué ha sido, bajabas una noche a una terraza y a las once y media estaba la gente recogiendo ya”, asegura, antes de añadir que ha sido “durísimo”. El verano pasado, según su visión, fue mejor.
Con un libro se puede bajar a la playa, aunque, con el calor que hace, es mejor no olvidarse de la sombrilla. Es uno de los productos que vende Brahim en su bazar. “Esto no va bien, estamos peor que el año pasado”, dice. Tiene su clientela fija pero sube la escalada de precios, que hace que se quiera buscar ahorrar cada céntimo en la medida que sea posible. “Tenemos clientes pero el mes ha sido muy flojo pese a que hay cosas más baratas que el año pasado, como las sombrillas”, cuenta. Su tono es de preocupación.
Universitarios, los nuevos vecinos del curso
La ‘dana’ de los últimos días ha hecho recordar a todos los españoles un hecho incuestionable: los meses de descanso veraniego van tocando a su fin. Con los carteles de la ‘vuelta al cole’ poblando la ciudad, mañana se reinstaura la rutina habitual. El Zapillo comenzará a ver en los próximos días un trasiego de maletas diferente al estival, con los estudiantes buscando el piso en el que vivirán todo el curso. Sonia Vázquez no tiene hueco. “Nosotros ya desde mayo tenemos todo reservado para los estudiantes, nos hacen falta viviendas incluso”, explica. Este barrio es una de las zonas preferidas por quienes se mudan a la capital para estudiar. Influye su buena conexión con la UAL y los precios económicos para alquilar una vivienda.
Los estudiantes es una de las esperanzas de librerías y papelerías. Hora de volver, en esta ruta por el barrio, a Zebras, donde se apilan ya las cajas con el material escolar de los más pequeños. “Desde que se terminó la pandemia, que tuvimos un repunte impresionante, está siendo muy duro y no terminamos de remontar”, cuenta Belén. Una salvación siguen siendo los estudiantes, que se acercan en busca de recomendaciones, especialmente los extranjeros. “Intentan hablar, que les recomiendes lo que tenga que ver con Almería”, expresa.
Dicen que la cultura alimenta el alma, lo que es cierto, aunque el estómago pide aquí su cuota de protagonismo. En Carnicería Eusebio le dan lo que necesita. “La gente cambia ahora a bajar los excesos”, cuenta Vanesa Ramón. Se siente una afortunada, pues la escalada en el precio de los alimentos no ha impactado de lleno en su negocio. “Soy una afortunada, mi número de ventas no ha decaído con la inflación. La gente se lo come en casa, no en los restaurantes”, explica.
Ello no preocupa a Manuel, el propietario del Duque del Mar, que empieza a tener la terraza cada vez más animada conforme se va acercando el mediodía. “En Almería siempre tenemos buen tiempo y a la gente le apetece seguir disfrutando de nuestras playas”, dice, antes de pedir ser “siempre mirar en positivo”, un consejo que intenta aplicar.
El nuevo trazado de la Avenida Cabo de Gata, que ofrece un mayor protagonismo al peatón en detrimento de los carriles para vehículos y autobuses, es clave. Alza la voz Sonia, que recuerda cómo las obras afectaron a los negocios de los barrios costeros el pasado verano. “No tener obras nos ha venido muy bien”, confiesa. Sobre qué ha cambiado, dice que los días que pasan sus clientes. “Antes venían casi dos meses la gente de la provincia y ahora quince días”, asegura, aunque matiza que no se recortan en el bolsillo. “Yo creo que el consumo no cambia con la inflación, aquí no tenemos un turismo de superlujo y la gente sí viene con ganas de gastar. Han trabajado todo el año y quieren salir”, afirma. Con un balance satisfactorio y preguntas sobre lo que vienen, acaba un nuevo estío en la zona costera de la capital.
Toca tirar de ingenio: hasta un canal de WhatsApp en la frutería
Para sobrevivir a la creciente competencia y buscarse un futuro algo más provechoso, cualquier idea es buena. Jesús López, de la Frutería de Villagarcía, acaba de poner en marcha un canal de WhatsApp del local, una idea tan curiosa como innovadora en la que busca acercar a los clientes del barrio las ofertas que tiene. Tomates, patatas y demás productos que aporta el campo almeriense serán los protagonistas de este peculiar blog en el que se busca reforzar la pertenencia al comercio de barrio.
El código QR para poder acceder a los negocios está ubicado en la entrada del negocio de Jesús, dentro de un cartel que explica cómo acceder. Pronto estará en marcha y será una iniciativa pionera.
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