Hay que resucitar el tomate

Fruit Attraction

Las empresas Biosabor, Casi, Coprohníjar, Granada-La Palma, Unica y Vicasol firman un manifiesto que pide soluciones reales ante la situación de este cultivo

Representantes de Biosabor, Casi, Coprohníjar, Granada-La Palma, Unica y Vicasol en la firma del manifiesto en Fruit Attraction.
Representantes de Biosabor, Casi, Coprohníjar, Granada-La Palma, Unica y Vicasol en la firma del manifiesto en Fruit Attraction. / Javier Alonso
Francisco Maturana

07 de octubre 2021 - 06:00

La superficie de tomate en Almería, y por ende su producción, continúa bajando a un ritmo sostenido pero a todas luces irrefrenable. El motivo por el que este cultivo, principal responsable de que la provincia de Almería se hiciera en su día una auténtica potencia en la horticultura pase sus horas más bajas, incluso dudando de su viabilidad a largo plazo, está principalmente ocasionado por una competencia desleal a la que aún no se le ha conseguido poner freno.

Marruecos se ha convertido en la principal amenaza, aumentando cada campaña su cupo de importaciones al viejo continente al mismo ritmo que decrece una aportación almeriense que cada curso renta menos para los agricultores.

Las condiciones de producción en el país norteafricano distan mucho de las que se desarrollan en el sureste peninsular, y también los férreos controles que estas últimas pasas, dando lugar a un contexto en el que el producto nacional difícilmente puede competir en lo que a precio se refiere. No salen las cuentas.

Así lo hicieron saber algunas de las comercializadoras más importantes en el marco de la feria Fruit Attraction, quienes aprovecharon la ocasión, ante toda Europa, para decir basta a una situación que ellos mismos ya califican como de “muerte del tomate”.

Presidentes y gerentes de las empresas Biosabor, Casi, Coprohníjar, Granada-La Palma, Unica y Vicasol reunían a media mañana de ayer a los medios de comunicación para el acto de firma de un manifiesto conjunto que tenía un propósito común y claro: evitar la muerte del tomate español.

Almería cuenta hoy con un 16% menos de hectáreas de tomate de invernadero que hace 9 años según cálculos de ASAJA, en total casi 2.000 hectáreas de producción menos. La falta de rentabilidad este cultivo y la imposibilidad de hacer frente a la competencia de Países Terceros, entre ellos y especialmente Marruecos ha puesto muy difícil a estos agricultores aguantar con una producción cuyo coste se ha incrementado un 13% aproximadamente en estos 9 años. Y todo eso a pesar de ser un producto “protegido” en el Acuerdo Comercial entre la Unión Europea y dicho país.

Hace ya nueve años que la Unión Europea ratificaba, con la oposición del sector, el Acuerdo comercial con Marruecos. Ya en aquel momento, organizaciones agrarias como Asaja advertían de las consecuencias y las pérdidas que iba a generar el acuerdo tal y como estaba planteado. No hubo que esperar mucho para comprobar sus efectos, dando lugar a una situación que hoy ya se antoja a todas luces insostenible y donde no solo la producción, sino la comercialización, como en este caso, piden a Europa y las administraciones españoles que trabajen para moldear un acuerdo que no puede continuar.

“La presión del precio, precio, precio, es decir: bajar el precio de compra cada vez más, mientras se exige subir calidad y servicio a proveedores, es lo que está matando al tomate. Entramos así en una espiral que va perjudicando cada vez a productores por miedo a perder los programas comerciales con los clientes, pero también a la distribución que empieza a no encontrar proveedores españoles dispuestos a aceptar sus precios”, reza un fragmento del manifiesto leído íntegramente ayer en las instalaciones de Innova Forum, dentro del pabellón tres de Ifema.

Estas comercializadoras lanzan un mensaje no solo a la administración, sino también a todos los agentes de la cadena de valor, desde el primero al último. Y es que toda acción que lleve consigo tirar el producto por venderlo a la postre se convierte en un tiro en el pie y una pala de tierra más en la sepultura de este preciado fruto. El manifiesto radiografía la situación actual, asegurando que el productor acepta porque si no, siempre hay alguien que lo va a vender a ese precio y se puede quedar fuera, y eso sí que sería un problema. Acepta hasta que no puede más y entonces deja de producir tomate. “No importa, nos vamos a Marruecos o Portugal o donde sea”, dicen desde el siguiente eslabón. Llegado a este punto, como ocurrió con las mascarillas al principio de la pandemia, cuando falte, cuando la calidad no sea la misma, cuando la seguridad no sea la misma, cuando el servicio no sea el mismo, cuando el precio no sea el mismo, “¿qué harán esos supermercados? ¿Qué les dirán a sus clientes? ¿A cuantos jefes de compras van a despedir hasta ver donde esta el problema?”, cuestiona el comunicado.

Por todo ello, y en este contexto, se plantan ante una muerte del tomate que niegan a aceptar, es resucitable, y por hay que “definir un escenario sensato donde el porqué de las cosas sea también un factor de competitividad además del precio o acabaremos todos en la cola del banco de alimentos”.

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