El virus de la varroa y los plaguicidas merman la población de abejas y reducen la producción

Hay insecticidas que, aunque autorizados por la UE, dejan residuos en el néctar y el polen

La miel posee múltiples propiedades beneficiosas para la salud.
La miel posee múltiples propiedades beneficiosas para la salud.

El virus de la varroa, la varroais, es una enfermedad parasitaria provocada por un ácaro llamado Varroa Destructor. En países con apicultura desarrollada se la considera una de las enfermedades más graves. Los ácaros se alimentan de la hemolinfa de las abejas, se fija a los esternitos de las abejas adultas, perforan la cutícula y debilitan a las abejas afectando su comportamiento y provocando desorientación en el vuelo. También afecta a las crías. Además puede transmitir o crear las condiciones adecuadas para la aparición de otras enfermedades bacterianas, fúngicas o virales.

Años atrás, la varroais había causado estragos, pero en la última campaña se ha llevado a cabo un control sanitario más eficiente, adquirido tras años de experiencia, con tratamientos veterinarios autorizados, que ha facilitado la reposición de cierto número de abejas, tras un duro y largo invierno.

"Las variables climáticas no son por sí solas suficientes para reducir la producción a la mitad. La proliferación de insecticidas sistémicos, autorizados por la UE y utilizados en el tratamiento de semillas y en distintos cultivos para combatir plagas de forma puntual, provoca efectos adversos en el sistema nervioso de las abejas y tienen una creciente influencia en la desaparición de insectos polinizadores", explica José Luís González, responsable del sector apícola de Coag.

En la actualidad, tanto en la Unión Europea como a escala mundial, hay un escaso conocimiento de los factores y riesgos que causan la pérdida de colonias de abejas, siendo objeto de estudio el atribuido a la contaminación de los colmenares con sustancias como la clotianidina, el tiametoxam, el imidacloprid y el fipronil, insecticidas sistémicos que dejan residuos en el néctar y en el polen de las flores de las semillas y cultivos tratados. Bajo sus efectos, las abejas pierden el sentido de la orientación y no pueden regresar al colmenar.

La Comisión Europa ha publicado la Directiva 2010/21/UE modificando el anexo I de la Directiva 91/414/CEE para estas cuatro sustancias activas pidiendo a los Estados miembros que "deben poner en marcha programas específicos de control para comprobar la exposición real de las abejas productoras de miel a estas sustancias activas en zonas comúnmente utilizadas por las abejas para libar o por apicultores, cuando y según proceda". En este sentido, Coag ha pedido una reunión al director general de Recursos Agrícolas y Ganaderos del MARM, Carlos Escribano, para conocer de primera mano las medidas y disposiciones tendentes al cumplimiento de la aplicación de esta Directiva en nuestro país.

El propio Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, ha dirigido al Gobierno y al MARM una recomendación sobre el uso de estos pesticidas para el tratamiento de semillas con el objetivo de evitar riesgos en la cabaña de abejas, recogiéndolo en el contenido de su informe anual correspondiente a 2009 y presentado en el Senado.

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