Natalio Andrés, manicurista de las ‘influencers’ en Almería: “las uñas son un lujo y no una necesidad”

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El negocio de decoración de uñas experimenta un nuevo auge y continúan multiplicándose

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Natalio Andrés.
Natalio Andrés. / Javier Alonso

Las cristaleras de estos negocios se han convertido en el mejor escaparate de su éxito. Los salones de uñas suelen estar lleno y no han parado de multiplicarse en los últimos años. Las clientas entran y salen a una velocidad de vértigo, solo por el hecho de que llevar unas uñas decoradas se ha convertido en una necesidad para muchas de ellas.

Natalio Andrés, conocido entre sus clientes como “el manicurista de las influencers”, no solo es un experto en este mundillo, sino también un empresario que ha sabido combinar la creatividad, calidad y cercanía para convertirse en un referente en la provincia. Tiene su salón en Huércal de Almería, un rincón que ha convertido en el epicentro de las nuevas tendencias. “Siempre tuve claro que quería ofrecer algo más que un servicio de uñas. Mi objetivo era crear arte y ofrecer una experiencia personalizada para cada cliente”, explica el profesional.

Por el salón de uñas de Natalio Andrés pasan frecuentemente cientos de clientas, que repiten su visita cada tres semanas para redecorar y adecentar sus uñas. Son mujeres del barrio y grandes famosas. Por allí también han desfilado algunas caras conocidas de las redes sociales como Jedet, Steisy o Rosanna Zanetti, modelo y esposa de David Bisbal, quien ha convertido el salón en uno de sus lugares de confianza y una parada imprescindible cada vez que disfruta de unos días en Almería. De ahí el apodo con el que lo distinguen cariñosamente sus propias clientas y amigas. 

“Me hace muy feliz recibir a Rossana cada vez que está por aquí, porque haberme ganado su confianza me hace sentir que estoy haciendo bien otra parte importante de mi trabajo que va más allá de decorar uñas”.

Comenzó a hacer manicuras hace más de diez años en Almería. Inició su carrera como autodidacta, practicando diseños en familiares y amigos mientras estudiaba las técnicas más avanzadas del mundo de la manicura. Poco después, decidió abrir su propio local en la capital, un espacio pequeño pero acogedor que rápidamente empezó a ganar popularidad y le llevó a cambiar de ubicación para tener más amplitud.

Que se sientan como en casa. Esa es la premisa de este manicurista a la hora de diferenciarse con respecto a otros negocios. “Aquí las clientas vienen a hacerse las uñas pero también a tener un rato para sí mismas, a que las escuche, y a compartir conmigo mucho más que su tiempo”, explica Natalio, quien asegura que muchas veces se transforma en un “psicólogo” mientras sostiene el pincel que va dando color a las manos.

Entre paletas de colores, esmaltes y limas va cuidando cada detalle para obtener un resultado personalizado en cada una de sus clientas. Para él, lo más importante es preparar bien la uña, pero también escuchar a la clienta para saber qué es lo que quiere y lo que no, ir conociendo su estilo y tratar de hacerse a ella. Así, cada diseño es único y adaptado a los gustos, necesidades y eventos específicos de sus clientas. Desde uñas extra largas, llenas de adornos, con pedrería, brilli-brilli, de todos los colores con estampados y dibujos, hasta diseños minimalistas para bodas o reuniones discretas, todo es posible en su salón.

“Hoy las uñas no son solo uñas, son un medio de expresión. Cada diseño cuenta una historia o refleja la personalidad del cliente”, comenta el profesional mientras da un toque de brillo a una de las uñas de la clienta que tiene sentada enfrente.

La calidad de los productos y un alto nivel de higiene son otros de los elementos indispensables en su salón. Cada cliente cuenta con un pack personalizado de limas y utensilios de uso exclusivo que se van renovando conforme va siendo necesario. “La higiene es algo básico, y a menudo les llama la atención tener una lima exclusiva para sus uñas cuando debería de ser lo más normal del mundo”. En cuanto a la calidad de los productos, no son los que determinan la durabilidad del esmaltado, si no que garantizan un estándar saludable que es de vital importancia.

Por otro lado, la decoración en las uñas va mucho más allá de lo funcional: es un capricho, una forma de expresión y, en muchos casos, un pequeño acto de autocuidado. Por ello, el manicurista lo tiene claro “decorarse las uñas es un lujo, no una necesidad”, cuya experiencia le ha permitido observar cómo este servicio ha evolucionado a lo largo del tiempo.

“Mis clientas no vienen aquí porque lo necesiten para su día a día, vienen porque quieren sentirse especiales, porque buscan algo que las represente y que las haga destacar”, comenta. Para Natalio, las uñas decoradas son un accesorio más, como un bolso o una joya, que añade estilo y personalidad a la apariencia de quien las luce. “Los lujos son esas pequeñas cosas que elegimos hacer para sentirnos mejor, para darnos el gusto y ser felices”, concluye.

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