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Tras el mostrador de una papelería en plena 'Vuelta al Cole': "En septiembre vivimos aquí"

Negocios

La papelería Jobe, con locales en la capital y Huércal de Almería, es uno de los íconos del sector

La ‘Vuelta al Cole’ supone el período de mayores beneficios y de más trabajo

Así es estar en una papelería en plena 'Vuelta al Cole'.

Ana y José Manuel mientras la cola salía ya por la puerta. Eran las siete de la tarde. / Marian León

Ana López Escobar no recuerda la última vez que celebró su cumpleaños. Nació en septiembre, un mes complicado para quien tiene en propiedad una papelería. Este año no será la excepción. Los ‘cheques libros’ se están retrasando y la campaña de ‘vuelta al cole’ se va a adentrar en octubre. Son las seis de la tarde y la cola de este establecimiento, ubicado en la calle Blas Infante, ya sale por la puerta.

La campaña escolar, que les permite mantenerse el resto del año, no comienza cuando las aulas vuelven a llenarse, sino cuando se vacían porque el calor comienza a ser abrasador. Empieza en San Juan, con las listas de Infantil y Primaria. “ Este año como que se ha repartido mucho, porque ha empezado con el infantil y primaria y en septiembre, secundaria”, cuenta Ana, que deja de cobrar por unos minutos para atender a Diario de Almería, intrusos en un local que ebulle con la llegada del otoño.

Por estas fechas, la papelería debería ir vaciándose de padres ávidos de conseguir los libros de su hijo, aunque este año no es el caso. “Lo que pasa es que la campaña se va a alargar mucho, porque todavía hay institutos que no han dado el cheque libro”, cuenta. Lo normal es que se entregue antes de que arranque el curso, aunque un problema administrativo con la plataforma Séneca lo ha impedido, según explica.

Madre e hija comprueban los libros que la segunda usará todo el curso. / Marian León

Este año han contratado a cinco personas, entre la tienda de la capital y la de Huércal de Almería, como refuerzo para la campaña. “Y todos los años, para el día 15 de septiembre, 20, 25 de septiembre máximo, se acaba el personal extra que contratamos, porque ya se acaba la campaña, ya la tiene totalmente vacía. Y este año no sabemos hasta cuándo las vamos a tener, porque esto tiene pinta de alargarse bastante”, explica. Esto les supone un coste extra.

La escolar es la época por la que más dinero ganan, y que les permite vivir holgadamente, junto a la marcha habitual del negocio, el resto del año, aunque es, a su vez, la de mayor desembolso. Las papelerías trabajan directamente con las papelerías, que les dan un crédito para afrontar la tirada de libros, pero cuando lo superan deben pagarlo de su bolsillo. Este año ya ha sucedido. “Lo que pasa es que las librerías que tenemos más volumen, podemos coger más, pero las que no tienen volumen, pues no pueden”, cuenta. Esto deja fuera del mercado a quien tiene un pequeño negocio y concentra todo el volumen de la provincia en las tiendas más grandes.

José Manuel y Ana, un negocio familiar

Donde los clientes ya no pueden pasar está José Manuel, fundador de la empresa décadas atrás, hoy jubilado. Todas las mañanas va a tomar el café con churros y dar un paseo. Por la tarde, mira el panorama en el local que ayudó a hacer grande y echa una mano en lo que puede. Se amontonan junto a él cajas repletas de libro. Los de Matemáticas, Religión o Inglés, entre otros, están buscando un alumno que abra la primera página.

José Manuel y Ana, padre e hija, saben que este es el momento ‘cumbre’ del año. “Si no fuera por estos tres meses, esta tienda sería imposible mantenerla. Lo que pasa es que nosotros tenemos la suerte de tener licitaciones adjudicadas de suministro de material de oficinas”, cuenta. Esto les permite capear el temporal si la economía arrecia los nueve meses restantes.

Los márgenes de beneficio, muy reducidos para el sector de las papelerías

Es un sector puramente vocacional y donde, advierte, no hay posibilidad de ‘forrarse’. Por amor a la enseñanza. Habla de márgenes de beneficio. Si un libro cuesta más de 50 euros a los clientes, las papelerías se quedan unos cuatro. Dicen que son baratos pero que las ofertas, y el marketing, de las grandes superficies les hacen apretarse el cinturón para poder competir. “Para que el cliente vea que soy competitiva, tengo que poner las libretas al mismo precio que el supermercado”, detalla. Aunque no deja de defender que sus precios son mejores. “La cartulina del centro comercial vale un 1,10€. Aquí vale 38 céntimos, pero ahora mismo vas allí y ves a los padres cogiendo la cartulina”, cuenta.

Ana posa rodeada de montañas de libros. / Marian León

Quién sabe si algún día no hagan falta ni libros ni cartulinas. Ya hay muchos colegios que le han dicho ‘adiós’ al papel. “Llegará el día que dejaremos de vender libros y no sé a qué nos dedicaremos, pero no sé, supongo que Molly se seguirá vendiendo”, dice en relación a los libros infantiles.

Se espera un año de prisas: los cheque libros no llegan

Con los retrasos en la llegada del ‘cheque libro’ se corre el riesgo de que el curso avance y los alumnos de los institutos sigan aún sin material. Cuando reciben el cheque, deben pedirlo a la editorial, que los hagan y que los envíen. A este proceso se suma un contratiempo: este año se han renovado todos los libros. Llegarán las prisas y los cabreos. Tantos años tras el mostrador dan para hacer un estudio sociológico. “Los padres que tienen niños de 3, 4 y 5 años se enfadan porque piensan que su hijo va a suspender con 4 años por no tener el libro. También se piensan que yo fabrico los libros, que tú me vas a traer papel y yo automáticamente te voy a dar el libro”, cuenta.

No será porque no trabajen. “Cerramos a las 8, pero hasta las 9 no termina la cola, entonces después hay que reponer tiendas, hacer cajas, limpiar, preparar pedidos, sacar reservas. Se echan muchísimas horas. Vivimos aquí, sí”, cierra. Hoy es lunes, todo lo que leen se repetirá.

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