El Merengue de Canjáyar, una tradición hecha delicia
Gatronomía
La receta de este dulce tiene más de cien años y se elaboran de forma artesanal en un horno de leña moruno
La faena sigue viva como un 'hobby' que recuerda a los buenos tiempos de la Uva de Barco
El Merengue de Canjáyar es un auténtico manjar con mucha historia que conquista el paladar de todo el que alguna vez tiene la oportunidad de llevarse uno a la boca, habiéndose convertido así en uno de los dulces más reconocidos de toda la provincia de Almería.
Los encargados de elaborar este icónico dulce son Maria Ángeles Pastor y Cristobal Sánchez, reposteros de la pastelería Delicias de la Alpujarra que se encuentra situada en el municipio alpujarreño de Canjáyar desde donde emana un olor a dulce que inunda sus calles y que se ha convertido en un aroma característico de la localidad. Este matrimonio, heredó la receta familiar hace ya 13 años, y desde entonces no han dejado de elaborar sus merengues con el mismo cariño y mimo que lo hacían sus antepasados desde hace más de un siglo.
“Mi bisabuelo fue el primero en hacer los merengues, de él pasó a mi abuelo Tomás, después mi padre se dedicó durante más de cincuenta años a hacerlos en este mismo obrador y cuando estaba a punto de jubilarse enseñó a mi marido para que nosotros pudiéramos ganarnos la vida con esto igual que lo hicieron ellos”, explica Maria Ángeles.
Desde entonces, se siguen fabricando tal cuál, con clara de huevo, azúcar y limón que son los ingredientes de este pastel, único gracias a su elaboración completamente artesanal que se mantiene intacta desde el primer día.
Muchos son los que han tratado de copiar la receta a lo largo de la historia, pero como este, no hay otro igual. El motivo no es otro que una elaboración artesanal en un horno moruno, que les da un toque especial y un sabor reconocible. “El secreto está en el horno”, asegura Cristobal mientras no deja de mirar al interior de este para comprobar que sus pasteles toman el color y la consistencia esperada.
Lo único que ha cambiado con el paso del tiempo es el tipo de madera utilizada para calentarlo. “Antes en esta zona había mucha uva, y los merengues se cocinaban con sarmientos de las parras, pero desde que se perdieron los hacemos con madera de olivo porque es más fácil de encontrarla para recolectarla”, apunta Cristóbal.
Es él mismo quien se encarga de traer la leña para encender el horno desde bien temprano, para mientras toma la temperatura ir montando las claras y confeccionando los merengues encima de las tablas previamente humedecidas para que no se peguen. Una vez está todo a punto, los introduce a una distancia prudencial del fuego y espera en torno a 20 minutos para sacarlos. Cuando están fuera, con sus propias manos une dos mitades, de una en una, para formar el famoso Merengue de Canjáyar.
Así es como cada día se fabrican estos dulces, hasta una cifra récord de 2.190 ejemplares de este producto que se llegaron a elaborar para un evento protagonizado por Vicasol, siendo esta la mayor cantidad producida por la empresa hasta la fecha. Aunque sin duda, el día más importante para este obrador es el 19 de abril, coincidiendo con la festividad de la Santa Cruz del Voto y día grande en el municipio en el que no puede faltar una vista a la pastelería para degustar uno de estos merengues acompañado con una copa de licor de menta.
Pero este merengue, es mucho más que un dulce, se trata también de un símbolo de identidad para todo el pueblo de Canjáyar. “Los canjilones todo lo celebramos con merengues ya sea cumpleaños, nuevos trabajos, o a la hora de ir a visitar a familiares que por tradición se lleva una caja de merengues”, explica Maria Angeles quien asegura que sus dulces han llegado así a muchos lugares del mundo como Londres, París o Atenas.
Y de esta manera también llegó uno de los grandes éxitos del negocio, cayendo en manos del prestigioso chef con tres estrellas Michelín, Quique Dacosta. “Una muchacha del pueblo trabajaba en su restaurante de Denia, y en una visita sus padres le llevaron los merengues para celebrar con los compañeros, fue así como los probó el chef y se enamoró de ellos”, explica Cristobal orgulloso. Desde entonces, el Merengue de Canjáyar forma parte como uno de los postres de algunos de sus restaurantes.
Este fue el punto clave que los dio a conocer y abrió las fronteras de su negocio, atrayendo hasta Canjáyar a muchas personas que ansiaban probar este pastel tan especial. Según la repostera, “no todo han sido tiempos de éxito, hemos tenido que movernos mucho teniendo en cuenta que vivimos en un pueblo pequeño en el que no se comen pasteles todos los días, pero sin esperarlo un día nos llegó este golpe de suerte que aprovechamos muy bien para darnos a conocer”.
Fue así como la demanda empezó a crecer cada día más, y el merengue de canjáyar se convirtió en un dulce muy famoso que lleva el nombre de su tierra por bandera, siempre ligado a unas tradiciones y unos valores que lo hacen todavía más especial.
Un pastel ideal para deportistas, celíacos e intolerantes a la lactosa
Lo mejor de este dulce sin duda es el sabor de un dulce que no deja a nadie indiferente, a lo que hay que ligarle unos valores nutricionales inigualables sin haberse visto obligado a modificar su receta en ningún momento. Un pastel que tan sólo tiene 90 kilocalorías y 10 gramos de azúcar, lo que lo convierte en el mejor alimento para ayudar a los deportistas a reponer fuerzas. Esto ha llevado a la empresa en algunas ocasiones a situarse en la meta de carreras o senderos como punto de avituallamiento para recuperar la energía. Además, este producto tan especial es todo proteína, lo que lo convierte en un dulce apto para celíacos e intolerantes a la lactosa. Únicamente no se recomienda su consumo a personas diabéticas, porque el azúcar es una parte indispensable de su receta.
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