Méndez Núñez, una calle de Almería con 'trampantojo': "Las tardes son mortales, no viene nadie"

Negocios de la capital

La estampa engaña: los bares están llenos, pero los negocios dicen que falta clientela

Así es vivir en el barrio de Almería que no tiene negocios: "Solo nos falta una mina de oro"

Vecinas del barrio pasean por Méndez Núñez.
Vecinas del barrio pasean por Méndez Núñez. / Marian León

Es la mañana de un día lluvioso sobre Almería. El agua ha dejado de caer sobre un marzo extraño, en el que el florecer de las plantas se entremezcla con los chubasqueros. Son las horas centrales del día, pero la Calle Méndez Núñez del centro está aún adormilada. Los bares preparan sus mesas para el servicio del mediodía, la academia de inglés no abrirá hasta la tarde y los jóvenes siguen en el instituto Celia Viñas. El ruido de las obras del Paseo de Almería, aún en la parte alta de esa arteria, no llegan hasta ahí, pero los efectos sí se dejan notar.

Comercio con cartel de 'Se vende'.
Comercio con cartel de 'Se vende'. / Marian León

Que el centro de la capital ya no es lo que era no es un secreto. Los grandes centros comerciales de las afueras y la venta online le han quitado buena parte del esplendor de antaño, pero la vía sobre la que se asienta este reportaje parecía un oasis, un remanso donde las terrazas están llenas, los niños corretean tras salir de clases y los padres dejan abandonada la prisa. Si se habla con los comerciantes, es una calle con ‘trampantojo’.

En el extremo de la calle que linda con Javier Sanz, Pilar tiene su negocio y, a la vez, un diagnóstico complicado. “No está la cosa como estaba antes, ha caído bastante el negocio y marzo está siendo complicado”, asegura. Los bares están llenos, pero eso no se traslada a los negocios de alrededor. “Lo mismo la gente prefiere tomarse una cerveza que comprarse ropa”, cuenta. Ese, el de vender prendas de vestir, es su menester. El futuro no parece fácil. “Espero que esto se reanime un poco, pero no sé si la gente se animará”, asegura.

A media mañana, los bares se empiezan a animar.
A media mañana, los bares se empiezan a animar. / Marian León

Las complicaciones para entrar al Paseo de Almería, dice, no le está beneficiando en demasía. No ha notado que los almerienses prefieran las calles aledañas que la desgastada arteria principal de la ciudad, la que antes aglutinaba las mejores franquicias de la ciudad, que escaparon a los centros comerciales. La falta de grandes tiendas, eso es lo que les pena a los comerciantes. Un local de Zara o Stradivarius, por ejemplo, que atraiga a más clientes. “En el centro comercial lo tienes todo y no tienes problema de aparcamiento”, resume.

Un sitio donde dejar el coche. En Méndez Núñez se escucha el mismo reclamo que suena en otras vías como la ‘Calle de las Tiendas’. María del Mar tiene una tienda de complementos. “Estamos a la expectativa”, confiesa. Atiende a sus clientas. De fondo suena la Creedence Cleerwater Revival. “I wanna know have you ever seen the rain”, se pregunta sarcástica la canción. Volviendo al problema. “Aquí estamos acostumbrados al coche, el otro día, entre el Carnaval y el 8M, la gente se cabreaba por el tráfico”, dice. Sin alternativas sólidas de transporte público como en las grandes ciudades, el centro nota este hándicap respecto a las grandes superficies. La conversación es entre dos personas sin carnet de conducir. “Es imposible esperar veinte minutos al bus y tampoco tenemos grandes cadenas aquí, nos hemos quedado las tiendas de barrio. Un ‘cóctel’ que lastra el rendimiento de los negocios que quedan en una calle, Méndez Núñez, que no sufre la proliferación de carteles de ‘se vende’ como sí padecen otras arterias. Apenas dos, ya cerca del Paseo, como son la antigua tienda de empanadillas y una galería de arte ya abandonada.

María del Mar atiende a una clienta.
María del Mar atiende a una clienta. / Marian León

Merche sirve una pizzeta mientras atiende a los periodistas. Lleva una veintena de años trabajando en la calle, unos menos en la panadería que está junto a la tienda de Pilar. “Todo ha cambiado muchísimo, la gente no baja al centro. Con el Paseo siendo peatonal, van a venir menos”, explica. Dice que en otras ciudades, peatonalizar el centro les ha afectado. “Las tardes son mortales, no viene nadie, a veces parecen un domingo”, recalca. Que haya personas sentadas en los bares, no es ejemplo. “Van aunque estén en Pekín”, dice con sorna.

Al lado suya, Rosemary lleva solo seis meses trabajando en esta vía. Tiene una tienda de chucherías, unos dulces muy deseados por los adolescentes en el recreo. No ha pasado aún por todas las estaciones del año, pero eso no lo impide vivir ya tener un reflejo de la situación. “Los vecinos me dicen que este ha sido el año más flojo, pero no sé si es por las obras o por el contexto del país”, cuenta.

Personas esperando para comprar el pan.
Personas esperando para comprar el pan. / Marian León

Una de las preguntas más repetidas es sobre el futuro. “No quiero ni pensar en cuando las obras lleguen a este tramo”, cuenta María del Mar. “No soy muy positiva, pero nadie lo es. Ni la hostelería está contenta, ¿Cuántos cafes debes vender para que las mesas te salgan rentables?”, explica. “El futuro lo veo muy negro”, recalca Merche”. “Yo no noto que los bares atraigan gente, pero todo da algo de valor”, sentencia Rosemary.

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