El invernadero, un sistema productivo y sostenible

El modelo agrícola almeriense ha evolucionado en los últimos 20 años como referente productivo, pero también como ejemplo desde lo social y lo medioambiental

El 62% de la comercialización se hace a través de cooperativas o SAT y el campo tiene una huella hídrica 20 veces menor que en el resto de España

El estudio de Juan Carlos Pérez y Lucía Aballay desmonta falsos mitos sobre la producción bajo abrigo almeriense. / Javier Alonso.
Francisco Maturana

15 de junio 2019 - 06:00

E pasado día 5 de junio se celebrada el Día Mundial del Medio Ambiente, una efemérides que el sector agroalimentario almeriense viene celebrando desde hace mucho tiempo, y momento en el que siempre aprovecha para mostrar al mundo que su estructura, cada vez más, está basada bajo el mayor de los rigores en la búsqueda por la sostenibilidad medioambiental.

En cuanto a las prácticas, el control biológico parece estar totalmente instalado en el campo almeriense, después de un periodo atrás de decaimiento, parece que ha vuelto a florecer y, aunque hay mucho camino por recorrer, la conciencia y la voluntad del productor es clara al respecto. A eso hay que añadir que la agricultura ecológica, lejos de ser una moda, ha llegado para quedarse.

Es una apuesta que viene motivada por el auge del consumo de este tipo de productos a escala internacional y, especialmente, en Europa, el principal mercado y más cercano para el productor en esta provincia. La superficie dedicada a agricultura ecológica bajo plástico en la provincia de Almería ha experimentado un crecimiento del 39% en las últimas dos campañas, según las previsiones que maneja la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural. En concreto, Almería habría pasado de las 2.099,6 hectáreas de producción orgánica en 2016 a las 2.920 estimadas para la actual campaña, la 2018-2019.

Pero en paralelo a esa realidad, y para ser capaces de implantar un modelo basado en la economía circular real, son los restos inorgánicos los que más preocupan y a los que se les busca una solución de garantías. En cualquier caso, cabe destacar que en Almería el plástico es retirado en un 70% de los casos y tiene el objetivo de revalorizar hasta el 50%, tal y como apunta la Unión Europea en el plazo de 2020, tal y como explican desde la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Andalucía, Aproa.

En el estudio de la Cátedra Coexphal-Ual para Hortiespaña, ‘Contribuciones económicas, sociales y medioambientales del cultivo de invernadero’, realizado por Juan Carlos Pérez Mesa y Lucía Aballay para la propia interprofesional, se apunta como una gran oportunidad para el sector agrícola y la propia economía almeriense la reutilización de los residuos, tanto plásticos, los de protección vegetal y envases, así como la biomasa, cuya revalorización alcanza el 25%.

Este estudio arroja luz sobre la realidad de un campo almeriense que arrastra muchos falsos mitos. Publicado el pasado mes de enero, corrobora con datos que la producción invernada almeriense es una agricultura con altos parámetros de sostenibilidad en lo social y medioambiental.

Las casi 31.000 hectáreas bajo plástico de Almería se distribuyen entre 12.500 explotaciones y familias. Es decir, existe una escasa concentración de la propiedad, dado que la superficie media es de 2,4 hectáreas por explotación, según datos de Ifapa.

Esa sostenibilidad se fundamenta también desde el aspecto social porque el 62% de la comercialización de frutas y hortalizas se hace a través de cooperativas o sociedades agrarias de transformación (SAT), lo que mejora la posición del agricultor dentro de la cadena de suministro y el acceso a financiación y tecnología.

Según el Índice de Gini, que mide la equidad distributiva de los ingresos entre la población con valor de 0 (igualdad máxima) a 1 (desigualdad máxima), la media para Almería, en el periodo 2000-2016, fue de 0,322 frente a un 0,337 de España; por lo que existe una distribución muy equitativa de la renta, según apunta este informe y cuyos datos sintetiza Coexphal.

A todo ello hay que añadir una elevada formación del agricultor, ya que un 81% tiene algún tipo de formación oficial reglada, incluyendo más de un 15% con formación universitaria o bachillerato. Con una alta demanda formativa interesada en las mejoras de la producción, de la gestión y de la comercialización.

La superficie invernada en Almería, esas casi 31.000 hectáras, sólo representan el 3,4% del total del territorio provincial que tiene un 49,79% de territorio protegido (más de 400.000 hectáreas), muy por encima de Andalucía (30%), de España (27%) y de Europa (12%).

Esas 30.000 hectáreas tienen además la capacidad de ser las más eficientes en uso del agua. La captación de las residuales, plantas desaladoras, el arenado, el riego por goteo, la fertirrigación y su perfeccionamiento con controles informáticos y sensores dan como resultado una huella hídrica 20 veces menor que en el resto de España, con 844 m3 per cápita, mientras que esa huella baja a 44 m3 en Almería.

Y ha quedado demostrado científicamente que los invernaderos han tenido un doble efecto beneficioso para el medio ambiente con la reducción de la temperatura media anual de -0,25ºC y ha aumentado el coeficiente de reflexión para la radiación solar, llamado albedo. Ha mitigado el incremento del CO2 gracias a la acumulación de carbono por parte de las plantas por lo que cada hectárea de invernadero es capaz de fijar entre 8 y 10 toneladas anuales de C02, o lo que es lo mismo, cada hectárea absorbe la emisión diaria de 8 coches.

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