La granja avícola de Almería en la que conviven tecnología y pienso para criar 240.000 pollos
Avicultura
Es una de las mayores granjas monitorizadas de la zona con lo que se controla comida, temperatura, ventilación y bienestar animal, que son premisas claves para la cría de estas aves
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EN un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la ganadería no se queda atrás. La revolución tecnológica ha llegado incluso al campo, transformando la forma en que se producen alimentos, y uno de los ejemplos son las explotaciones avícolas. Quién iba a decirle a los granjeros hace apenas unas décadas que podrían controlar con tan sólo un botón la mayoría de cuidados que requiere una granja en la que crecen miles de pollos, consiguiendo una mayor eficiencia productiva.
Así es como funciona la impresionante granja situada en Laujar de Andarax, una de las de mayor capacidad de la zona en la que Isabel Sánchez se encarga de cuidar y engordar cada e 40.000 pollos tipo ‘Broiler’, y que gracias a la motorización le facilitan el trabajo. Desde hace 5 años, en estas instalaciones se han criado más de un millón de pollos, en concreto, seis camadas por cada año. “Cinco días han faltado para que justo llegáramos a las 30 camadas desde que echó a andar el negocio”, apunta.
“Para que una explotación avícola sea rentable es importante el bienestar de los pollos, que tengan en condiciones aptas la cama, la temperatura, y que no les falte el pienso y el agua”, explica la granjera.
Las granjas reciben las partidas de pollos cuando éstos apenas disfrutan de unas pocas horas de vida, cuando aún son unos adorables pollitos de color amarillo. Desde ese momento y hasta pasados entre 55 y 60 días, los cuidan al extremo y los engordan hasta alcanzarlos 3 kilos y medio como máximo para que den buena carne, y porque dependiendo de su peso los criadores podrán ganar más o menos dinero. Para todo ello, cuidan al extremo unas instalaciones donde, gracias a sus sistemas mecanizados, alimentan con pienso natural a los animales compuestos entre otras cosas de maíz, trigo y soja. Por cada partida de pollos, los silos suministran cerca de 20.000 kilos de pienso que le suministra a la empresa Avinatur y cerca de 300.000 litros de agua. Eso sí, aunque se haga con un botón, el granjero es el encargado de controlar que los bebederos y comederos estén a la altura idónea.
Además de la comida y el agua, una parte fundamental es la cama. Los pollos se crían sobre una capa de aproximadamente 4 centímetros de cáscara de arroz, que es fundamental que se encuentre en excelentes condiciones para que estén cómodos y no desarrollen problemas en las patas. Esta es la única parte que sigue siendo manual, y que Isabel se encarga, rastrillo en mano, de hacer durante tres horas al día hasta que el ave cumple aproximadamente 30 días. “Una vez se ponen grandes es muy difícil rastrear todo el suelo por problemas de espacio, y por eso se deja de hacer”, explica.
Pero ser criador de este tipo de ave, a pesar de todos los avances, no es fácil hoy en día, requiere de mucho interés y estar muy pendiente de la instalación. La alarma de vez en cuando suena, en el teléfono de esta granjera, avisando de un posible fallo que le puede costar perder a todos sus animales. Cortes, de la luz, atascos en los comederos, o fallos en la ventilación son algunos de los avisos más frecuentes, que requieren de un estado de alerta las 24 horas del día.
Una app permite el control de los datos en tiempo real
Los datos son el núcleo de esta granja. Todos los procesos son monitoreados constantemente, y los resultados se almacenan en una base de datos centralizada. Esto permite a los dueños de la granja acceder a estadísticas en tiempo real sobre el crecimiento de los pollos, el consumo de alimento, la temperatura, el agua, y la eficiencia energética. A través de una aplicación móvil, los encargados pueden ajustar cualquier parámetro, recibir alertas sobre posibles problemas o incluso hacer ajustes en el clima, todo desde la palma de su mano.
Otra de las grandes ventajas de la domotización es la capacidad de gestionar de manera más eficiente los recursos naturales. En esta granja, el uso de agua se monitorea cuidadosamente, evitando el desperdicio. Los sistemas de riego, por ejemplo, son controlados automáticamente para asegurar que se utilice solo la cantidad necesaria, y el agua sobrante es reciclada para otros usos dentro de la granja.
Y es que si los pollos no gozan de la temperatura adecuada a cada momento, enferman, lo cual se percibe por unos ojos brillantes y el ruido de unos pulmones inflamados. Para garantizarles una ventilación correcta para evitar que se asfixien, estas granjas están preparadas con unos grandes ventanales que se activan conforme la temperatura lo requiere, al igual que lo hacen los sistemas de aspersión.
Todos estos factores, son indispensables para que el pollo engorde en las condiciones óptimas y alcance el peso esperado antes de que llegue el camión que los conducirá al matadero. “Nosotros ponemos las instalaciones, la mano de obra, el gas, la luz y el agua”, explica el marido de Isabel, quien cuenta cómo la empresa integradora es la que suministra los pollos, el pienso, el servicio veterinario y por supuesto, quien se encarga de recogerlos. Eso sí, los gastos de la carga se pagan a medias por ambas partes.
Desde que salen los pollos, hasta que entra la siguiente partida pasan unos 18 o 20 días, donde llega la parte más dura del trabajo. “La granja se estrena cada vez que entra una nueva camada”, explica Isabel, quien junto a su marido se encarga de limpiar en profundidad la instalación retirando todo el estiércol y desinfectando para que quede nuevamente impecable.
Es entonces cuando llegan las vacaciones, lejos de preocupaciones por las buenas condiciones de los animales. “Esto es otro mundo. Son animales, pero es otro mundo totalmente diferente. Es la ganadería señorita”, apunta la granjera quien dejó su trabajo como auxiliar de ayuda a domicilio para dedicarse de lleno hace un lustro a estos animales, y quien asegura que es un trabajo muy sacrificado pero muy cómodo y con una gran rentabilidad. “No es lo normal tener días libres cuando te dedicas a la ganadería, pero con este negocio, una vez sacan los pollos eres libre”.
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