Crítica de arte
Francisco Bautista Toledo
Los colores del Cabo
Agricultura
Níjar/Atrás queda la A-7 y la carretera que conduce a la Villa de Níjar. Un camino, hacia la izquierda, conduce a la faraónica obra que está construyendo la Comunidad de Usuarios de Agua de la Comarca de Níjar, bajo el amparo del Gobierno de España. La tierra, convertida en barro con el poco agua dejado por la DANA en esta zona, impide a los coches normales acceder con normalidad al monte donde las máquinas siguen modelando lo que hoy es un socavón enorme, pero que mañana será la tabla de salvación de miles de regantes en Níjar.
Como si un meteorito hubiese cavado una oquedad perfecta en el monte, el proyecto va tomando forma. El viento sopla, hace fresco. Normal, la futura balsa 8 está situada en el paraje de El Jabonero, un punto estratégico donde llegará el agua desalada de Carboneras para su almacenamiento, de la que se echará mano cuando los regantes necesiten un empujón hídrico extra por el momento del cultivo. Desde su cota de altura, superior a la mayoría de las fincas que riega la CUCN en el Campo de Níjar, la balsa podrá distribuir su hectómetro cúbico sin el miedo ni la agonía de estos pasados veranos y otoños, en los que muchos invernaderos tuvieron que restringir al máximo sus riegos.
Precisamente para esta escasez de las épocas de mayor demanda hídrica, el presidente de los regantes de Níjar, Antonio López, lleva trabajando de forma incesante años en este proyecto. “El futuro del Campo de Níjar es espléndido, pero la situación ahora es dura”, declaraba hace unos días a este periódico en una entrevista. La tormenta, por desgracia, ha sido perfecta este año: la rotura de un bastidor de la desaladora de Carboneras tuvo como consecuencia una menor aportación a las balsas de la CUCN, que tienen que compartir en verano y principio de otoño el agua con el abastecimiento humano en el levante, al que se une el turismo.
La difícil situación de estos años la han sorteado como han podido. Llevan el gen de sufridores como agricultores que son. A alguien que trabaja en la tierra cuesta Dios y ayuda hacerle hincar la rodilla en el suelo. De cara al año que viene, cuando esta balsa 8 esté ya en funcionamiento, la comunidad tendrá más capacidad de almacenamiento, concretamente un hectómetro cúbico más. Son trece hectáreas, “unos 16 campos de fútbol” en palabras de Begoña García, secretaria de Estado de Agricultura, que significarán un antes y un después para “una agricultura y unos agricultores maravillosos”, como Antonio López se enorgullece de definir a todos los productores de la demarcación del Campo de Níjar, que abarca términos de Níjar, Almería, Sorbas, Lucainena de las Torres y Carboneras.
El trabajo de las máquinas es incesante. El corrimiento de tierras ha sido una auténtica obra de ingeniera, un terreno abrupto, de roca caliza, convertido en pocos meses una megabalsa. Decenas de orugas, camiones y palas, trabajando de forma milimetrada para ir sacando toneladas de tierra y piedra, que modelen una oquedad que ya cuenta con las tuberías que traerán el agua desde la desaladora de Carboneras y la fantástica red de tuberías que la distribuirá entre más de 5.000 agricultores.
Como en todo proyecto de estas envergaduras, los contratiempos aparecen. Pero ya se sabe que la fe mueve montañas. Justo en el centro de la balsa las máquinas se han encontrado con una roca de enormes dimensiones que la retroexcavadora está convirtiendo en cantos rodaos. Haciendo un símil futbolístico, está justo en el centro del campo. Ahí, en vez de un balón, lo que los ingenieros van a situar es una pequeña isla, que va a servir para “romper las olas” que el viento levante. Precisamente un comunero le preguntaba a un miembro de la Junta de Gobierno de la CUCN si habían contemplado este tema, para evitar que el agua desborde a consecuencia de las ondas que va a producir el fuerte viento que habitualmente sopla en la provincia: “Además de la isla, en los bordes de la balsa también se van a instalar unos rompeolas”, a modo de espigones que frenen las acometidas del agua.
Enormes rollos de telas asfálticas ya están preparadas para ser colocadas en breve. La tierra tiene que ser bien cubierta para evitar filtraciones y posibles pérdidas. El esqueleto de esta megaobra ya está formado, pero aún faltan detalles técnicos para que a comienzos de año, las tuberías hagan caer los primeros litros de agua en lo que será la obra que acabe con las penurias hídricas del Campo de Níjar.
En la visita el pasado martes de la Secretaria de Estado de Agricultura y del presidente de SEIASA se dieron una seria de datos que hablan por sí solos de la envergadura de la obra y de lo que va a significar para todos los comuneros. Esto es, cuenta con un presupuesto de 8.336.900 euros y que beneficiará a 3.000 regantes que cultivan 10.100 hectáreas en todo el Campo de Níjar, que se extiende por hasta cinco municipios distintos. El objetivo de incrementar la capacidad de regulación de la zona regable con aguas no convencionales trae asociado el objetivo por el que lleva tantos años trabajando la CUCN: una disminución de las extracciones del acuífero que abastece la zona, sobreexplotado. El proyecto se completa con tres pequeñas estaciones fotovoltaicas que supondrán un ahorro energético para los regantes y la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera.
El Ministerio acometerá otro proyecto adicional para completar esta modernización, por lo que, junto con las actuaciones ejecutadas de 2004 a 2011, la inversión total ascenderá a los 83 millones de euros en esta zona regable. Y es que hay dos balsas más en camino, la 9 y la 10, que están a punto de ser licitadas. “En un primer momento Paco [Francisco Rodríguez Mulero, presidente de SEIASA] nos dio once millones para construir estas dos nuevas balsas, pero como vio que no nos daba, siguió trabajando y nos consiguió trece millones en total. Eso es compromiso, demuestra que le preocupa la agricultura”, decía Antonio López a sus agricultores el martes.
No son las pirámides de Egipto, ni la Gran Muralla China. No optan a Maravilla del Mundo, pero las futuras balsas de la CUCN son la salvación de una de las zonas productoras más importantes de Almería, de la Huerta de Europa: el Campo de Níjar.
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