Las dulces joyas que dan los manzanos de Bayárcal
Agricultura
Las manzanas de la localidad alpujarreña, pequeñas y muy sabrosas, son una de la fruta prenavideña más preciada por los almerienses
Las intensas lluvias primaverales permitieron salvar con incertidumbre la cosecha
El olivo de Almería se hace fuerte ante la sequía
Ha vuelto a llover muchos meses después. Tarde, sí, bastante tarde. Pero el agua siempre es necesaria. Estas lluvias le han venido a las sierras provinciales fenomenal para hidratar una tierra que se resquebrajaba. Y como cada vez que llueve, los almerienses marcha para la sierra a percibir el olor a humedad, a pasar un deseado y necesario frío, a cobijarse y comer bajo las brasas de un bar de pueblo.
Uno de los rincones de la provincia preferidos en estas fechas es el pueblo de mayor altitud: Bayárcal. Los fines de semana prenavideños, y más concretamente en el Puente de la Inmaculada, hay más turistas que habitantes tiene el censo. Como si de una fila de hormigas se tratara, la carretera de Laujar a Bayárcal empieza a poblarse y el Restaurante Nuño se convierte en el centro neurálgico del domingo almeriense.
Buen trato, comida con sabor a pueblo y el tesoro más codiciado que cualquier almeriense amante de la fruta tiene en estos días: las exquisitas manzanas de Bayárcal. Las hay más pequeñas, las hay más grandes. No es la típica manzana, de forma perfecta para un anuncio publicitario, que uno se encuentra alineada de forma perfecta en las grandes cadenas de supermercados. Ésta es más castiza, más de la tierra, pero con un color y una textura que al mirarla te dice: “¡Cómeme!”.
Loli Nuño, vendedora
“La manzana de ahora ya no es pequeña porque se usan abonos, pero la gente mantiene la tradición de la manzana pequeña”
Eso es lo que hay que hacerle nada más tenerla en la mano: hincarle el diente. La sensación inicial es que estás mascando un caramelo, es un dulzor inconfundible, nada empalagoso. Y como son relativamente pequeñas, se comen rápido, como las pipas. “Antiguamente, las manzanas eran más pequeñas porque no se usaban abonos. Ahora que sí los usamos, las manzanas son más grandes y las pequeñas son para el estrío. Pero es que la gente se ha quedado con la tradición de la pequeña y la siguen prefiriendo. El sabor es el mismo, cualquiera de las dos están buenísimas”.
Quien les habla es Loli Nuño, vendedora de manzanas de Bayárcal, que ha cogido el testigo de sus padres y abuelos. Por supuesto, también regenta el restaurante que lleva su apellido. Su familia tenía tres parcelas llenas de manzanos: uno junto al río, otro bajo el restaurante y el tercero en plena sierra. Allí tiene una importante cosecha de estas perlas alpujarreñas, que comercializa tanto en el restaurante como en distintos puntos de la provincia, al estar asociados a la cooperativa CASI.
En un año duro en lo climatológico, con mucho calor en verano y períodos demasiados secos, la producción se pudo salvar gracias a las aguas caídas durante la pasada primavera. “Las ventas están marchando muy bien. Es cierto que hubo incertidumbre y el cuajado de las manzanas se retrasó por culpa del calor, pero a la finca le vino muy bien todo el agua que se recogió durante la primavera. Si no llega a ser por aquellas lluvias, sí que hubiéramos podido tener problemas esta campaña”, asegura Loli que muestra su alegría por la borrasca que durante estos días ha recorrido la provincia y que ha servido para que la sierra vuelva a refrescarse tras meses de sequía y calor extremo. Por supuesto, estas aguas también atraen a clientela del restaurante, que carga el coche con alguna caja de manzanas una vez que han dado buena cuenta del menú del día.
Restaurante Nuño, un clásico de la sierra para los almerienses
Después del insoportable calor veraniego, que se ha extendido más de lo deseable, quien más quien menos tenía ganas de que entrara el frío para subir a la sierra el fin de semana. Por fin llegaron las lluvias y se fue la temperatura plomiza y agobiante. Y las primeras lluvias llevan a Bayárcal, y más concretamente al Restaurante Nuño, una referencia en la localidad y que Loli regenta con su familia. “Somos un pueblo pequeño y vivimos del turismo que nos llega los fines de semana. Necesitábamos que entrase el frío, la gente se anima más a subir cuando se va el calor”, explica. “Tanto el restaurante como la venta de las manzanas son negocios temporales. En verano, el restaurante está más flojo y a finales del mismo empieza la época fuerte de la recogida de la manzana. Y cuando llega el frío, cada vez más a finales de noviembre, es cuando más trabajo tenemos con las comidas y podemos vender todas las manzanas que hemos recolectado esos meses”, asegura. La especialidad de la casa es la carne, con buenos guisos también para escoger. Un sitio al amparo de la carretera principal, que es parada obligatoria cualquier fin de semana que uno visita el pueblo alpujarreño almeriense que más altitud tiene: Bayárcal.
Pese a que la recogida se alargó por la tardanza del cuajado, a finales de octubre ya se terminó la recogida de las manzanas. Además, éste es un tipo de árbol que no da todos los años las mismas cantidades, sino que su producción varía mucho por diferentes causas. Por fortuna, este año ha sido cuantioso y se está pudiendo cubrir la fuerte demanda de la sociedad, que echaba de menos acercarse a Bayárcal a comprar in situ, tras las pasadas restricciones por la pandemia.
Ahora toca arreglar el árbol para la poda y dejarlo listo para que pase el invierno, que en la alpujarra almeriense no es tan templado como en la costa. “Los manzanos están terminando de perder la hoja y una vez que lo hagan, empezaremos con la poda. La planta ya está en reposo, ahora no necesita tanta agua, pero es bueno que siga lloviendo para que la tierra esté hidratada y se recupere tras tanta sequía”, finaliza Loli Nuño en plenas fiestas patronales, coincidentes con el Puente de La Inmaculada.
Su principal clientela, gente del Poniente y de la capital
Por sorprendente que pueda parecer, el principal mercado de la manzana bayarquera es en la propia Almería. Pese a su sabor y su fama en la provincia, no es un producto que se exporte, sino que se vende prácticamente en su totalidad a los ciudadanos almerienses que o bien las compran en los mercadillos de sus localidades o bien suben un fin de semana hasta la Alpujarra local para aprovisionarse de esta fruta, que es un auténtico manjar para los sentidos.
“Nosotros estamos asociados a Casi desde hace varios años y el resto de la producción la vendemos directamente en Bayárcal. Casi todas nuestras ventas son en Almería, fuera no es una fruta tan apreciada. Algo se va para Murcia, pero poco. De hecho, vienen también muchos clientes de Granada los fines de semana pero no les llama tanto la atención la manzana ni preguntan tanto por ella como la gente de Almería”, indica Loli Nuño.
Sí resulta sorprendente que un producto que goza de tanta fama en la provincia y que es tan demandado, no tenga tirón en las provincias limítrofes o en el resto de España, aunque bien es cierto que las cantidades de manzanas que se recogen en Bayárcal son limitadas, no es una gran producción que permita exportar toneladas de esta joya dorada.
Y es que como bien comentaba Loli, la venta de manzanas en el pueblo es un negocio familar, que las generaciones pasadas le han dejado en herencia a las actuales. De hecho, la de la familia Nuño va por la segunda generación y la tercera está empezando a conocerlo. Enrique, sobrino de Loli, ya comienza a echar una mano y a interesarse por este sacrificado trabajo al que hay que dedicarle muchas horas y tener confianza en que la meteorología acompañe.
Aunque las nubes han vuelto a dejar agua en la provincia, el verano fue duro y el estrés de la planta fue acusado. La familia Nuño confía en que el invierno deje más precipitaciones por la zona y, sobre todo, en primavera, momento en el que empieza el brote, las precipitaciones permitan abastecer a las fincas de la localidad para que las manzanas de Bayárcal sigan frondosas y continúen siendo una de las joyas frutícolas de la provincia de Almería.
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