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La dulce tradición del turrón artesanal de Ohanes, elaborado a mano con almendra y miel

Gastronomía

Rafael Valverde sigue elaborando su receta de turrón con más de un siglo de historia, de forma completamente manual y con productos como las almendras y la miel 100% ecológicos

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Rafael Valverde remueve el turrón hasta que espese para echarle las almendras. / Javier Alonso

SI hay un producto típico en la época de Navidad, ese es -junto a los mantecados- el tradicional turrón, que llega cada año para endulzar los paladares en estas fiestas tan especiales para todos. Los hay de todos los tipos y para todos los gustos, pero sin duda el que sigue triunfando y se ha convertido en un símbolo de estas fechas es el tradicional turrón de almendras que se sigue elaborando de manera artesanal en Ohanes, un pequeño municipio de la Alpujarra de Almería.

Más de ocho horas pasa Rafael Valverde sentado en una silla mientras remueve con una paleta la mezcla de miel, huevo y azúcar que se cocina lentamente en una olla, a la que posteriormente le añadirá las almendras tostadas una vez haya espesado. La receta, con siglos de historia, ha ido pasando de generación en generación, y así, con ingredientes completamente naturales y de forma manual desde el principio hasta el final, es como se elabora el conocido turrón sus antepasados elaboraban desde tiempos inmemoriales.

“Mi familia siempre ha tenido una confitería en el pueblo y sabemos que este turrón ya lo hacían mis bisabuelos, mis abuelos y mis padres que son quienes me han transmitido a mí la receta y la forma de elaborarlo para que podamos seguir disfrutándolo pero no sabemos exactamente los años que tiene porque no conocemos quienes fueron los primeros”, apunta Rafael.

El proceso de elaboración es lento y exigente, lo que supone que la producción esté limitada a 2.100 unidades, que se realizan desde principios del mes de noviembre hasta aproximadamente la segunda quincena de diciembre. Por este motivo, aquellos quienes prueben esta delicia son unos auténticos privilegiados, puesto que estos turrones están destinados a clientes muy especiales tan sólo se comercializa entre familiares y amigos, así como en pequeñas muestras gastronómicas cercanas que se desarrollan durante dichos meses.

Una vez que pasan las primeras cinco horas en el fuego y se mezclan las almendras -12 kilogramos nada más y nada menos- , llega el momento de moldear las tabletas de 500 g y 700 g que serán las que después se envasan al vacío y viajan a los diferentes hogares. Para ello, se rellenan los huecos de los moldes que él mismo ha confeccionado con acero inoxidable donde se deja enfriar durante unas horas para que se solidifique tras haberle colocado por encima la oblea. 

Después, este turrón se mete en una cajita de cartón reciclado en la que se distingue una ilustración del pintoresco municipio alpujarreño, para ser enviada a lugares como Barcelona, Madrid o Sevilla con la intención de acercar el pueblo y sus sabores más tradicionales a aquellos que están fuera en estas fechas tan señaladas.

Este método artesanal, aunque prestigioso, no es para nada rentable ya que cada jornada de trabajo, en la que invierte aproximadamente 11 horas, le permite elaborar tan sólo 25 kilos de turrón. “Como tengo tiempo libre yo quiero hacerlo bien hecho como lo ha hecho mi familia durante toda la vida”, apunta Rafael, quien empezó a elaborarlo una vez jubilado más como un hobbie que como un negocio. “Si tuviera que cobrar el turrón en base a las horas que yo le echo a hacer las tabletas, no sé a qué precio tendría que ponerlo pero no sería nada asequible”.

Eso, unido a unos costes desorbitados de los ingredientes hace que sea más difícil todavía obtener beneficios. La almendra, ingrediente principal, tiene un precio para el turronero de 9 euros el kilo, por lo que no es una materia prima barata. Además, la sequía también ha encarecido la miel, ya que al no haber flores la producción ha menguado considerablemente lo que hace que el producto también haya subido de precio.

Y aunque el turrón ahora se identifica específicamente con la Navidad, esta familia comenzó haciendo turrones en septiembre, una vez finaliza la campaña de la recolección de almendras y aprovechando que se acercaban las fiestas patronales, que era una de las fechas que más personas atraían al municipio y en la que se demandaban los turrones. “Las fiestas del día de la virgen era nuestra época del año más fuerte y todo el mundo buscaba comprar su trozo de turrón para compartirlo en estos días como parte de la tradición”, explica.

Y es que como este, no hay otro igual, y el secreto solo radica “en la calidad de la materia prima y la fórmula artesanal que no ha cambiado con el paso de los años”. Ah, y no parar de remover.

Ingredientes de km 0 y sin conservantes ni aditivos

Este turrón el único conservante que tiene es el azúcar, algo que lo diferencia de cualquiera de los que se pueden adquirir en los supermercados, ya que se trata de un producto elaborado al 100% con ingredientes naturales y de forma artesanal. La miel, se compra directamente a un apicultor que tiene las colmenas en la sierra de Ohanes, y que es de una excelente calidad ya que existe la garantía de que no ha sido rebajada. En cuanto a la almendra, nos encontramos en una provincia en la que tenemos más de una hectárea dedicada a este cultivo, por lo que se obtiene de un agricultor que él mismo las vende y comercializa. Los huevos, son frescos y de gallinas ecológicas. El azúcar es prácticamente innecesario, y su bajo contenido hace además que este turrón no se endurezca demasiado.

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