Diego López: “La ganadería es una droga, si te gusta llega a ser muy adictiva"

Entrevista

Diego López es uno de los ganaderos “de toda la vida” que pastorea a sus más de 300 ovejas en la Alpujarra, y aunque pensó en quitarlas no puede vivir sin ellas

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Diego López, ganadero.
Diego López, ganadero. / D.A

EN el corazón de la Alpujarra de Almería, en Laujar de Andarax, Diego López mantiene viva una tradición que ha marcado su vida desde siempre: la ganadería. Con más de 300 ovejas a su cuidado, este apasionado del campo y de los animales dedica cada jornada a su rebaño, enfrentando los retos del oficio con la misma entrega y amor que lo ha hecho toda la vida.

–¿Cuánto tiempo llevas como ganadero?

-Con las ovejas toda la vida. Estaba en la escuela, tendría unos 12 o 13 años y por las tardes cuando salía de clase me iba con las ovejas. Desde entonces siempre he estado con ellas, aunque he trabajado en otros oficios, pero siempre he tratado de compaginarlo. De manera definitiva, desde 1992 no he vuelto a dar un jornal por cuenta ajena, he trabajado siempre en esto.

–¿Le viene de familia?

-Por mis padres no, tenían alguna para autoconsumo, pero no se dedicaban a ello. Todo empezó con mi hermano el mayor, que le gustaban mucho los animales y compró unas borreguillas para cuidarlas y que poco a poco fue ampliando, pero al poco tiempo se fue a trabajar a Canarias y me las dejó a mi para que las cuidara hace más de 35 años.

–¿Te gusta tu trabajo?

- Esto si no te gusta olvídate. El ganado te tiene que gustar porque si no es imposible dedicarse a esto porque es un trabajo muy sacrificado que requiere de mucho tiempo y muchos cuidados día tras día y los 365 del año a jonada completa. Por eso, si no te gusta yo creo que no eres capaz de gestionarlo y lo acabarías dejando más pronto que tarde.

–Entonces, las vacaciones, ¿No existen?

-Aquí tienes que venir todos los días, los animales no entienden de fiesta y tienen que comer como tú y como yo. Para poder ir un fin de semana a algún sitio tengo que dejar a alguien al cuidado de las ovejas y no puedo estar muy lejos.

–¿Es fácil encontrar a quien se preste a ello?

-Es muy difícil. No todo el mundo está preparado para quedarse al cuidado de más de 300 cabras, echarles de comer, pastorearlas…tiene que ser una persona de confianza y que sepa para que pueda irme tranquilo. En un caso de emergencia, porque a mí me ocurra algo, se puede encargar cualquiera del agua y la comida, no tiene ninguna complejidad, pero para el día a día no es viable.

–Si no hay quien se dedique a esto, ¿crees que acabará desapareciendo el oficio?

-La ganadería extensiva sí, va a acabar desapareciendo. Las que están en explotaciones y no salen al campo, es probable que sigan adelante porque aunque tienen su esfuerzo requieren de muchos menos cuidados, pero las que pastan y necesitan salir al campo poco a poco van a ir desapareciendo porque ya no hay gente que quiera dedicarse a ello.

–Y tú, ¿has pensado en dejarlo?

-Sí, llevo tres años sin dejar crías porque pensaba ir reduciendo el número de ovejas. Pero la ganadería, si realmente te gusta, es muy adictiva. Es como una droga. Mi intención era dedicarme a otra cosa para tener calidad de vida, pero la verdad que no me apaño a no estar con las ovejas, y como las instalaciones son mías y no me supone una gran inversión, prefiero que no se pierda.

–¿Qué parte es la que más disfrutas?

-Se disfruta todo, pero sin duda lo mejor es verlas comer al aire libre. Salir al campo y ver como ellas comen hierba abiertamente aunque a veces sea complejo encontrar un buen lugar para que puedan estar tranquilas. En mi caso, por suerte, ando varias fincas grandes y las que tengo en propiedad las siego y las alpaco para darles de comer en el invierno, cuando no se puede salir por el mal tiempo. Aunque lo que verdaderamente disfruto es el verano, cuando pasan tres meses en la sierra, justo debajo del Almirez.

–¿Para qué las llevas allí?

-Cuando llega el mes de junio subo con el rebaño a más altura en la montaña porque es donde la hierba florece más tarde, una vez desaparecen las heladas. Las ovejas se pasan allí hasta el mes de septiembre en un corral, y yo con ellas disfrutando de la naturaleza. Cuando volvemos en septiembre, es cuando empieza la época de crías y de repoblación del rebaño.

–¿Andas mucho con ellas a diario?

-Más de 10 kilómetros seguro. Recorremos toda la zona en busca de la hierba fresca y entre ida y vuelta se hace un recorrido batante largo. A mí me sirve también para hacer deporte en el día a día. Yo creo que si algún día dejo el ganado, me va a costar mucho porque es una forma que tengo de mantenerme activo y sentirme vivo. Estoy seguro de que en el momento en el que deje de andar todo lo que ando con el pastoreo, voy a caer enfermo y el médico me va a decir que necesito andar. Por eso no las dejo, son mi salud, además de mi sustento.

–¿Son rentables?

-A mi de momento no me cuestan el dinero, por eso las mantengo, pero más que nada a modo de hobby porque no se les saca mucho rendimiento.

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