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La lucha contra la invasión del alga asiática, que golpea al sector pesquero, al turístico y al propio medio ambiente desde hace una década, cuenta como aliada a una especie casi esquilmada, el erizo de mar, un consumidor de algas cuya captura está prohibida desde octubre en todo el litoral andaluz por el riesgo de desaparición debido a la pesca abusiva.
El erizo de mar es comestible y fácilmente capturable, pues vive a muy poca profundidad, dos factores que le han llevado a una depredación excesiva por los humanos, con picos máximos antes de la fiesta gaditana conocida como la Erizada, previa al carnaval.
La "situación crítica" del erizo, según la Consejería de Agricultura y Pesca, motivó el cierre del caladero, situado muy cerca del límite de la marea baja. En ese momento existían 14 licencias en Andalucía para la captura de erizos –y también de la anémona conocida como ortiguilla-, en concreto 6 en Granada, 4 en Málaga y 4 en Cádiz, cada una de las cuales permitía pescar hasta 30 kilos al día de erizos (Paracentrotus lívidus) entre noviembre y abril.
Según explica la orden de la Junta, el consumo de erizos de mar es una práctica tradicional en poblaciones de Cádiz, pero "se ha ido extendiendo a las demás provincias y otras regiones de España, como Galicia", lo que ha causado un aumento progresivo de las capturas, en casi todos los casos de manera ilegal.
A la sobrepesca se unen otros dos factores: la continua elevación de la temperatura del agua del mar, que ha afectado a numerosas especies de invertebrados, y la llegada del alga asiática, la ya famosa Rugulopteryx okamurae.
Este vegetal ha ocupado las rocas donde las larvas del erizo podrían colocarse, pero al desaparecer el erizo el alga ocupa su espacio, explica a Efe José Carlos García Gómez, catedrático de Ecología Marina de la Universidad de Sevilla.
Un grupo del Instituto de Investigación y Formación Agraria, Pesquera y Alimentaria (IFAPA) investiga hasta qué punto el erizo sería capaz de paliar la invasión si recupera sus poblaciones. Uno de los investigadores, Ismael Hachero, indica que, en efecto, ha incluido en su dieta a la Rugulopteryx okamurae.
Los investigadores trabajan en esta línea desde 2021, primero en unos estanques donde comprobaron que los erizos sobrevivían a una dieta de alga asiática. Y después recogiendo muestras en el litoral de Sotogrande (Cádiz), donde el alga vive desde 2016; de La Herradura (2019) y Almería (2022).
"Tras diseccionar los estómagos y con herramientas genéticas comprobamos que consume ese alga en el medio natural, sin tener preferencias, come de las que haya y en la misma proporción", apunta Hachero, del IFAPA, que se alía con investigadores del Instituto de Ciencias Marinas y las universidades de Cádiz y Almería.
Otra línea de investigación que desarrollarán este año consiste en averiguar si un pez herbívoro, la salema (Sarpa salpa), está comiendo también el alga asiática, y a partir de ahí evaluar acciones.
La investigación andaluza también pretende estudiar qué hacer con las arribazones de algas que quedan en las playas. El principal resultado es el uso como abono para invernaderos, previa mezcla con restos vegetales terrestres. El trabajo de la investigadora Mariluz Segura, del IFAPA de La Mojonera (Almería), ha comprobado que es nutritivo tras probarlo el año pasado en cultivo de calabacín y pepino.
Jose Carlos García Gómez recueda que el alga asiática, que ya ha aparece en las Azores y Canarias, se detectó en el Mediterráneo en 2002, concretamente en el golfo de Marsella, introducida por el cultivo en acuicultura de la ostra japonesa. Cuando apareció en 2015 en Andalucía "fue llegué, vi y vencí", explica el catedrático, por tratarse de aguas mucho más cálidas que en otras zonas.
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