El cultivo de pistacho en la provincia aún no despega
A pesar del buen clima, la falta de apoyo y los primeros seis años de espera, grandes trabas
No todo son frutas y hortalizas en Almería. Pero casi. En paralelo a la industria 'madre' de la provincia existen numeroso cultivos considerados 'exóticos' por su carácter minorista o, en algunos casos, residuales.
Este es el caso del pistachero, que tiene una superficie de alrededor de diez hectáreas de cultivo en la provincia y que, a pesar de la buena climatología almeriense, favorable para su desarrollo, se trata de una planta que no termina de despegar.
Así lo constatan los propios productores, que han cosechado el fruto entre finales de agosto y principios de septiembre, que consideran que la falta de apoyo real por parte de las administraciones, así como los primeros seis o siete años improductivos desde que se pone la planta hasta que comienza a dar fruto, suponen los mayores obstáculos para una implantación más sólida.
Uno de los pioneros en este cultivo en Almería fue Rafael Sánchez, que viajó hace casi tres décadas a Estados Unidos para conocer in situ cómo se cultiva este fruto seco. Posteriormente, puso en marcha una finca que hoy tiene siete hectáreas de superficie, bajo producción ecológica, sin uso de riego ni fertilizantes químicos, aunque se trata de una explotación en venta, pues este emprendedor murió hace unos años y los precios a los que los almacenes mayoristas pagan el producto apenas compensan los gastos de mantenimiento y recolección, con la poda como la tarea más cara de todas, algo imprescindible para la vida de la planta y el desarrollo del fruto.
Con un precio en lonja de en torno a seis o siete euros el kilo, cada hectárea de pistacho arroja una media de 500 kilos en un año flojo, mientras que se duplica cuando el ejercicio es bueno. Este cultivo es cíclico y, según los productores almerienses, alterna un año positivo con otro negativo.
La forma de venta del producto puede ser la planta directamente o el pistacho tal cual se extrae, o bien de forma más elaborada y, por tanto, más caro, extrayendo el pistacho de la cáscara, secándolo y separando aquel que está cerrado del abierto. Tareas, todas ellas, que también elevan los costes de producción.
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