En busca de los limones abandonados: "Estamos condenados a desaparecer"

Cítricos

Cada vez más productores están cambiando sus plantaciones de cítricos a hortalizas en Huércal-Overa porque creen que les darán más rentabilidad

El abandono de cítricos en Huércal Overa, en imágenes

El 'rastro' de los limones abandonados en Huércal-Overa
El 'rastro' de los limones abandonados en Huércal-Overa / Javier Alonso

Es una estampa cada vez más común en Huércal-Overa. Limoneros y otros árboles cítricos abandonados, sin un agricultor que los 'mime'. Este sector, fundamental para la zona, casi lindando con la Región de Murcia, parece decidido a reconvertirse para poder sobrevivir. Las cuentas ya no salen.

Fernando Rubio, un empresario de la zona que está preparando su retirada, guía la expedición. Ve con desolación el panorama. “Si no se controla lo que viene de fuera, estamos condenados a desaparecer”, dice. El repertorio de países que nombra a continuación no es corto. “Vienen de Argentina, sobre todo, y de Paraguay”, dice sobre el limón, y continúa, “Senegal, Egipto y Marruecos”, con la naranja. La solución él la tiene clara. “Aranceles”, insiste. “Si el que viene de fuera tiene un precio más barato, hay que igualarlo con el de aquí”, justifica.

Limones de la pasada campaña abandonados.
Limones de la pasada campaña abandonados. / Javier Alonso

Hace unas semanas, la organización agraria Asaja, la patronal del sector, hizo hincapié en la necesidad de ayudar a los productores. “Es fundamental proteger la producción local frente a acuerdos como el de Mercosur, que priorizan la compra de cítricos extranjeros en perjuicio de los nacionales”, dijo su presidenta, Adoración Blanque. Su previsión es que, en esta campaña, la producción caiga un 17%, siendo especialmente significativa en la mandarina, con una reducción de hasta el 40%. No se cumplirá así el Aforo de Cítricos, el documento que guía cómo va a ser el curso y cuánto va a producir España.

Fernando, que está confiando el futuro de su empresa, que da trabajo de manera estable a una decena de personas, más quienes se suman en los puntos claves de la campaña, a su hijo Andrés, teme que nada quede en los campos de la zona cuando la crisis termine de agudizarse. “Los que tienen que heredar esas fincas, pues lógicamente encuentran otros trabajos que son más rentables que la agricultura”, cuenta.

Un 'Brexit' no es la solución

En que el ‘Brexit’ fuera una posibilidad tuvo parte de culpa el campo y la mar. En un mensaje que parece haberse copiado a España, los agricultores y pescadores británicos señalaban a las instituciones comunitarias como causantes de buena parte de sus males. El clima polarizado solo avivó sus discursos y el divorcio con la Unión Europea se acabó materializando hace, tal día como ayer, cinco años.

Preguntado sobre si buena parte de los males vienen por Europa, y si una ruptura con Bruselas es la solución a los problemas, Andrés lo duda. “Aquí en España no se puede asumir todo lo que se produce aquí dentro del país”, asegura. La exportación a los mercados europeos juega una baza importante en cómo se puede dar rentabilidad a los cultivos. “Necesitamos a Europa para que consuma todos los productos que aquí hacemos”, apostilla. El divorcio no parece la mejor alternativa.

Andrés llega pronto en su coche. Dice que cada día hace en su vehículo 200 kilómetros, en los veinte que abarcan las 140 hectáreas de terreno que posee. “Esto te tiene que gustar”, deja claro. A los de su edad parece que no. “Creo que ninguno está heredando sus fincas en el campo”, explica.

Es uno de los que está haciendo el cambio de cítricos a hortalizas. Ya tiene plantadas lechugas y brócolis. Dice que a esas plantaciones les ve un futuro “complicado” y que los terceros países tienen buena parte de culpa. “Son productos (los importados) de menor calidad que los que tenemos aquí, que tienen insecticidas y plaguicidas que llevan prohibidos aquí 50 años”, confiesa. Entre los consumidores, critica, no hay capacidad para discernir entre lo que se cultiva en terrenos como este y lo de fuera. “El que compra no sabe de donde viene, no se entera”, asegura.

El Mercosur, una preocupación más

La principal preocupación que tiene el sector agrícola, la competencia desde terceros países, se ha visto agravado con el acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur, firmado a finales del pasado año. Organizaciones como COAG creen que las importaciones de cítricos desde Brasil o Argentina se verán "beneficiadas" por la liberalización arancelaria, la reducción de impuestos para quienes vendan desde Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

“El 90% de la gente compra sin mirar la procedencia real, estamos comprando producto de fuera y lo de aquí, sin recoger”, apostilla.

Andrés con su nueva plantación de lechugas.
Andrés con su nueva plantación de lechugas. / D.A.

Otro de los problemas con el que se encuentran los productores son los precios. Aunque en el supermercado se estén comprando relativamente caros, a más de seis euros el kilo de limones o a siete la naranja, los citricultores no reciben más de cuarenta céntimos. Son datos de la organización agrícola COAG, que, mes a mes, mide cuánto crecen los precios a lo largo de la cadena alimentaria. La diferencia llega a ser de un 600% en el coste entre origen, el campo, y destino, el lineal del comercio.

Con estos factores, la supervivencia parece complicada.

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