Azufaifas: una sabrosa joya de los árboles que nadie se presta a recoger

Agricultura

El gran problema de la falta de mano de obra, sobre todo en los municipios más pequeños, se hace patente en el sector primario

La sequía frustra tres campañas del olivar en las comarcas almerienses de Sierra Nevada

Paula, cubo en mano, va recolectando azufaifos. / Marian León

Los azufaifos están cargados. Aunque los problemas de agua persisten y la sequía ha dejado algo pachuchos a los que están en los laterales de la finca, el corazón de la misma presenta un aspecto notable, con los árboles a rebosar de esta sabrosa joya de hueso. Y el sabor es espléndido, sólo hace falta observar cómo crujen cuando le hincas el diente.

El desasosiego viene al ver que el árbol proyecta sombra sobre un suelo que tiene una alfombra precisamente de fruta madura, que el azufaifo ha tenido que soltar ya. “Es una pena, pero no damos a basto para recoger más. Falta mano de obra que nos ayude en esta recolección, pero es que la gente no quiere trabajar”. El que habla es Francisco Aguilera, dueño de la finca y presidente de los regantes de los Barrancos de Sierra Nevada, que se está encontrando con auténticos problemas para recoger la cosecha de este año.

Todas las mañanas, este agricultor abrucenero acude a la plaza de su pueblo, Abla y Fiñana para ver si encuentra alguna cuadrilla para trabajar. Habla con unos, con otros. Con gente con la que ya ha trabajado previsamente, pero salvo por amistad o por hoy por mí, mañana por ti, no encuentra quien le eche una mano para recoger azufaifas en esta segunda quincena de septiembre. “Oye que a la gente se le da de alta y tienen un buen jornal. Entiendo que no quieran trabajar si no se paga bien, pero es que ni pagándoles bien vienen. Después hablamos de que si en la España Vaciada no hay trabajo, sí que lo hay pero la gente cada vez quiere estar menos en los trabajos de toda la vida, que nos siguen dando de comer”, dice Francisco, que está pudiendo salvar la campaña gracias al inestimable esfuerzo de su mujer Manoli y su hija Paula, que todos los días se ponen codo con codo con él. Y, por supuesto, a las amistades que acuden a la llamada de Fran, a cambio de que él vaya al día siguiente a la finca de ellos a echar también una mano.

Los brazos del agricultor abrucenero dejan patente que la tarera es ardua. Arañazos desde la muñeca hasta el codo, fruto de estar de sol a sol recogiendo kilos y kilos de azufaifos para llevarlos a los puntos de venta. Su hija Paula, más previsora, se lleva una manga larga que la protegen. Es cierto que todavía apetece más la manga corta, pero el tiempo en Abrucena es más parecido a un otoño normal que al otoño que por desgracia estamos acostumbrados en Almería. Quizás esa chispa de helor que se mantiene al alba y entre las sombras de la arboleda permiten una maduración ideal de las azufaifas.

El otro día llevé 80 cajas y se vendieron. Podría vender el doble si me ayudaran a recoger”— Francisco Aguilera - Agricultor

“El otro día llevé 80 cajas a vender y se vendieron en un día. Están en su punto ideal, pruébalas [ofrece una recién cogida]. Crujen, están brillantes, ha cogido volumen y el sabor es delicioso. La pena es no tener más gente para recoger y llevar más a la venta”, indica. Y es que Fran recoge por la mañana, carga a la hora de comer, lleva la furgoneta hasta arriba de azufaifas y las vende por la tarde. Llega a su casa justo a tiempo de cenar, repartir besos a la familia y dormir unas horas. Al día siguiente el reloj suena temprano, a ver si hubiera suerte de encontrar a alguien con ganas de trabajar: “Apenas estamos durmiendo estos días, están siendo muy agobiantes para poder sacar la campaña adelante”.

Producto de frutería

Es el cuarto cubo que llenan Fran y Paula, el ritmo es bueno y la pericia para escoger las más maduras, asombrosa. Suena el teléfono móvil. “Sí, esta tarde te llevo un puñao cajas más. Estoy recogiendo ahora mismo, ya sabes el problema que tenemos de gente”, habla por teléfono. Una frutería de Almería, a la que sirve habitualmente tanto de azufaifas como de fresas, pide a Fran más género. Al principio de semana ya les había servido, pero se venden rápido.

“Este tipo de fruta podíamos decir que es gourmet, es de gran calidad y cada vez la demandan más los clientes. Vendo en fruterías en Almería, me llaman casi a diario porque saben que el producto es de calidad y que les sirvo puntual. Llevar a diario es un esfuerzo más que tengo que hacer, puesto que para que la azufaifa se mantenga crujiente y no se arrugue, es necesario que esté fresca, no mantenerla en los grandes refrigeradores”, donde normalmente guardan las frutas los supermercados. Por eso, la fruta de la familia Aguilera se compra en fruterías de barrio, de las de toda la vida.

Francisco, con los brazos llenos de arañazos, se estira para recoger. / Marian León

Esa calidad que atesoran las azufaifas de Abrucena las convierten en objeto de deseo de la comunidad china. Cada año compradores de este país llegan a la finca de Fran y se llevan la primera remesa. “Vinieron la pasada semana y cargaron. Nosotros cultivamos una variedad muy apreciada en China, gorda, carnosa y sabrosa. Hace unos años nos llamaron y vinieron a buscarnos por toda la comara. La negociación fue rápida, ellos se encargan en un fin de semana de recolectar, transportar y vender, son muy trabajadores”, dice este productor que explica que la azufaifa es una fruta muy apreciada en todo Oriente, puesto que consideran que tiene propiedades de belleza y antienvejecimiento.

La hora de comer se acerca, más de dos horas de entrevista viendo los distintos puntos de la finca, algunos acosados por la falta de agua, lo que lleva a los azufaifos a tener una hoja más gris y los frutos más pequeños. Fran y Paula han recogido unos cien kilos, una cantidad insignificante para que lo podría recoger con una buena cuadrilla. “Normalmente producimos y recogemos unos 6.000 kilos, este año creo que nos vamos a quedar entorno a 3.000 y eso que el precio está siendo bueno”, indica dubitativo sobre el futuro el abrucenero. Si y de por sí el campo tiene problemas, la falta de mano de obra está golpeando con fuerza en los últimos años. Fran no lo dejará porque su finca es su vida, pero sí que necesita que las autoridades se arremanguen y ayuden.

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