Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Olivicultura
Sorbas/José Luis se nota que va al gimnasio. El brazo le aguanta bien el movimiento de la máquina que utiliza para varear el olivo y que las aceitunas caigan sobre las mallas que están depositadas en los pies del árbol. Algunas se han caído en los días precedentes, sobre todo por culpa del fuerte viento que día sí y día también sopla en la provincia de Almería, y toca recogerlas a mano para depositarlas en las cajas. El resto, como se ha hecho toda la vida, pero ahora de forma mecanizada, se varean o se cogen a mano. Sigue siendo laborioso el trabajo de recoger aceitunas para obtener aceite, pero todos los esfuerzos saben de maravilla cuando salen las primeras botellas de la almazara y se hace la prueba del mojeteo del pan.
“Delicioso, este año ha salido un poco más picante que el año pasado y esta más bueno. A ver si me compras una cajica”, dice Isabel sin recordar que el año pasado ya hubo acopio con cuatro cajas. Pero cada cosecha es un mundo y si algo bueno tiene esta tierra, es que cada cosecha supera a la anterior en calidad y en el cariño que el agricultor le pone a sus cultivos.
Que se lo pregunten si no a Rafael de Haro, propietario de esta explotación familiar de olivos en el paraje Los Alamillos, en Sorbas. Toda su vida metido en un invernadero cultivando calabacines, uno de los productos hortícolas de referencia de la zona, hasta que por edad le tocó jubilarse y decidió plantar unos olivos. “Siete u ocho hace de eso, no más. Si los olivos son todavía jovencillos”, explican Isabel [hija de Rafael] y José Luis [yerno]. En torno a 250 olivos, es una explotación de consumo propio y de venta principalmente a familiares y amigos, pero este año los “olivos jovencillos” estaban a reventar.
“Llevamos un fin de semana y habremos cogido sobre dos mil kilos ya, creo que el próximo fin de semana ya terminamos, nos quedan otros mil kilos por coger”, indica José Luis, lo que hace una suma de unos tres mil kilos de aceituna, que en la almazara se queda en torno a 750 litros de aceite. En su caso, la llevan a la almazara de Gafarillos, de donde el pasado domingo Rafael ya se vino con las primeras botellas de aceite: “Tienen un color espectacular”, la verdad es que alimenta sólo con verlo.
Hasta no hace muchos años, la familia De Haro recuerda hacer la recogida de aceituna sobre el Puente de la Inmaculada o, incluso, bien metido diciembre. Sin embargo, las cosas han cambiado. La meteorología manda y cada vez la maduración se produce antes. De hecho, hay muchos consumidores que prefieren que el aceite tenga un punto picante, amargo, y esto se consigue cuando la aceituna está todavía verde. Por eso, la recogida se ha adelantado en los últimos años, las impropias temperaturas de este mes de noviembre han llevado a madurar pronto a los frutos de los 250 olivos de Rafael. Eso sí, agua no les ha faltado. La campaña ha sido complicada para los oliviticultores en muchas partes de la provincia, principalmente en las zonas de Tabernas y la Sierra Nevada almeriense, pero la explotación de los De Haro se ha podido salvar gracias al agua desalada de Carboneras. “Por suerte no hemos tenido problemas, pudimos regar en su momento y la producción ha sido magnífica”.
Para obtener un aceite de oliva de tanta calidad, eso sí, las jornadas son duras. El cuidado y el trabajo diario, Rafael lo carga a sus espaldas. Y para los días de la recogida, los más duros, la familia siempre está presta y dispuesta a echar una mano. A las nueve está todo el mundo ya en la finca, funcionando a pleno rendimiento. Lo primero es recoger lo que se pueda del suelo, que el pasado sábado apenas había, pero el domingo sí que amaneció plagado, y luego empieza José Luis con su vareador. Es el maestro de ceremonias, menea las ramas de los olivos con el mismo desparpajo que con el que haría dominadas en la barra del gym. Poco a poco, las mallas que se han instalado en la tierra se van poblando de aceitunas, que se recogen y se sitúan en cajas y en palés. “Las guardamos en el almacén y como tenemos cita en la almazara, mi suegro lleva todo lo recogido en su camión. En un par de horas te muelen todo y te vuelves a casa”, dice el almeriense cuya cara habla por sí sola cuando hubo que coger un mendrugo de pan para probar el aceite: “El domingo por la mañana me tomé mi tostada con aceite recién hecho y estaba espectacular”.
La veda está ya abierta, una vez que los vecinos ya saben que Rafael tiene los primeros litros de aceite en su almacén, poco van a durar las botellas. “No hay mucha diferencia de precio del año pasado a éste, ha bajado un poco el precio en la almazara [sobre los 9 euros el litro está ahora mismo], pero no hay mucha diferencia. Eso sí, la calidad que tiene este año está fuera de toda duda”, dice orgullosa Isabel a la que se le nota que disfruta tanto como su padre con esta pequeña tradición olívica que han instaurado en la familia: “Mi padre plantó esta finca hace una década por hobbie y mira qué buen hobbie que nos juntamos todos para recoger y encima tenemos aceite casero”.
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