Rafael Matías: "He restaurado el tractor de mi abuelo para seguir su legado"
Entrevista
El joven acaba de empezar en la agricultura como una nueva oportunidad laboral para lo que ha revitalizado un Goldoni con más de cincuenta años, convirtiéndolo es su herramienta indispensable
A contrarreloj para la patata: "Un agricultor vive todo el año mirando la luna"
En imágenes, una siembra tradicional de patatas en Canjáyar
MÚSICA electrónica en uno de los terrenos del Valle del Medio Andarax, y mucho jaleo. Eso es lo primero que nos encontramos conforme vamos avanzando hacia la finca ubicada en el término municipal de Canjáyar donde nos espera Rafael Matías González. No nos sorprende nada cuando nos recibe un joven de 19 años encima de un tractor que tapa los acordes electrónicos con el ruido característico de la agricultura. Allí, junto a unos cuantos amigos, labra la tierra en la que durante la jornada se plantan las patatas que recogerá en el mes de Junio.
–¿Cómo decides empezar en esto?
-El mercado laboral es complicado y los sueldos no son suficientes para cubrir los gastos básicos del día a día si vives independiente. Un día hablando con un amigo empezamos a plantearnos poner algún cultivo con el que sacarnos algo de dinero. Él tenía un trozo de tierra de su abuelo que llevaba tiempo en desuso, y yo cogí el antiguo tractor del mío. Con un poco de inversión para comprar el producto y revitalizar la maquinaria, nos hemos embarcado en esta aventura, que ya veremos en junio por donde nos sale.
–Es un tractor muy antiguo, ¿Ha costado mucho arreglarlo?
-Tiene más de 50 años, mi abuelo lo compró cuando nació mi padre. Con él hemos labrado todos los de la familia, pero sigue igual de funcional que el primer día. El principal problema ha sido hacerse con los repuestos, ya que cuando llegué a comprar las cuchillas y dije que tenía un Goldoni AH, los mecánicos se echaron las manos a la cabeza. Aún así todavía quedan muchas piezas, y como tienen mucha duración no creo que deje de labrar con esta máquina hasta dentro de mucho tiempo si ha aguantado tantos años y sigue tan bien.
–¿Quién te ha enseñado este oficio?
-Somos de familia de agricultores. Padres, abuelos, tíos, vecinos… en esta zona todo el mundo sabe de esto. Entre todos nos echan un cable y nos van enseñando un poco de todo, aunque nos queda mucho que aprender todavía. A cambio nosotros echamos una mano a los agricultores más mayores en sus tierras, y así poco a poco nos ayudamos unos a otros de manera que vamos aprendiendo mientras hacemos que es la mejor forma de hacerlo.
–Cuando hay que realizar la siembra, ¿Miras a la luna?
-Por supuesto -afirma convincente entre muchas risas-. Por supuesto que no creo en esas cosas. Pero si los agricultores de toda la vida me dicen que plante en menguante, se planta en menguante sin discusión. Alguna explicación debe de tener si se dice este refrán y además resulta que se cumple, pero la verdad que nunca me lo he preguntado. Hay que hacer caso a los que saben, si a ellos le ha funcionado durante siglos creo que es mejor seguir con su práctica no vaya a ser que no cosechemos ni una patata.
–¿Qué te hace apostar por la agricultura y dedicarte al campo?
-Si no lo hacemos nosotros, que tenemos los medios y las ganas, no sé quién iba a hacerlo. Vivimos en una zona donde todo es agricultura, por lo que es la opción más factible si quieres ganar algo de dinero. Me imagino que en Noruega, los jóvenes sabrán pescar, y en América harán hamburguesas dignas de cualquier restaurante “Michelín” a edades tempranas. En Almería sabemos de cultivo, porque lo hemos visto de toda la vida. Creo que es un trabajo muy digno y necesario, y también tiene que haber quien lo haga.
–Con todos los productos que se pueden cultivar, ¿por qué decides plantar patatas?
-Lo pensamos así porque es un cultivo que por muy mal que se de la cosecha siempre vas a tener muchos kilos, que eso traducido a dinero es lo suficiente. Además requiere muy poca inversión, y como estamos empezando no tenemos mucho dinero de primeras para poder plantearnos otro tipo de cultivos, en los que nada más que en simiente se va muchísimo dinero que no sabes si va a ser rentable cuando se muevan los precios en el mercado. Creo que aunque sea un producto que requiere de mucho trabajo, era lo más sencillo para nosotros.
–¿Por qué crees que los jóvenes cada vez se interesan menos por las labores del campo?
-Es muy arriesgado y supone mucho esfuerzo físico. Plantas las patatas ahora con muchas horas de legona, que hasta que no las vendas en junio no vas a cobrar y a saber a qué precio. La agricultura no da estabilidad, y la gente cada vez busca más trabajos en los que hacer poco y ganar mucho, pero no se dan cuenta de que alguien tiene que hacer este trabajo para que ellos coman.
–¿Crees que la agricultura desaparecerá con el relevo generacional?
-El problema es que desde pequeños nos han inculcado que hay que estudiar para tener un buen trabajo y ganar mucho dinero. Mis hermanos tienen estudios superiores y ganan menos dinero que yo, así que esa teoría no me vale. Está claro que estudiar es necesario para evolucionar como sociedad y acabar con el analfabetismo que es un gran problema social de este país, especialmente en la zona donde vivo de carácter 100% rural, pero cada uno debe ser libre de elegir a que quiere dedicarse. La agricultura, por ser un trabajo no cualificado, no es menos importante que la medicina. De hecho, en esta comparativa coincidimos en que las dos miran por la salud de las personas, sin agricultura no hay nutrientes, principio básico de la cadena alimenticia y por tanto de la vida saludable.
–Entonces, ¿Consideras que este trabajo puede hacerlo todo el mundo?
-Es también un trabajo cualificado porque hay que saber cuándo sembrar, como arrancar el tractor, cómo tiene que estar el terreno… etc. Son muchas cosas, no es únicamente venir aquí en febrero y recoger las patatas en junio. Aunque no te lo creas, hay muchas personas de mi edad que solo han visto una patata en el supermercado, algo que a mi me resulta realmente impactante.
Una apuesta para ayudar a combatir el éxodo rural
La solución que Rafael Matías plantea para combatir la despoblación en las zonas rurales, es claramente la apuesta por la agricultura así como valorar la calidad de vida que ofrecen las zonas alejadas de las ciudades, como por ejemplo la alpujarra almeriense.
“Hay gente que no tiene esto, que vive en Madrid y dice que tiene el mejor cielo del mundo porque no conoce lo que es disfrutar de este entorno rodeado de naturaleza. Para mí es un auténtico placer poder venir aquí por las tardes con mis amigos a ver como están las plantas. Es nuestro peculiar centro comercial”.
A menudo, los jóvenes se lanzan a estudiar a las grandes ciudades abandonando sus municipios y aprovechan la ocasión para labrarse un futuro en las áreas metropolitanas, abandonando por completo sus raíces. “Tengo amigos que no vienen al pueblo desde hace años ni para las fiestas, ni siquiera se plantean que aquí puedan tener una vida estable y feliz”. “Además aquí tenemos muchas más oportunidades viendo cómo están las cosas para encontrar trabajo en otros sitios, lo único que tienes que tener ganas de aprovechar esa oportunidad”, explica Rafael. Este joven agricultor bien ha sabido aprovechar la ocasión y está muy orgulloso de poder residir en la localidad que lo vio nacer. “Yo no me voy de aquí ni loco”, concluye.
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