Maracuyá, otra alternativa a estudio desde Cajamar

Según los estudios y ensayos durante meses, la variedad morado híbrido (P. edulis x colvillii), se presenta como el más productivo en condiciones de invernadero, con frutos de tamaño medio y excelente calidad

Maracuyá híbrido morado en espaldera.
Francisco Maturana

22 de enero 2022 - 06:10

Fundación Cajamar dentro de su actividad de investigación en el ámbito agroalimentario, vuelve a arrojar resultados reales sobre nuevas alternativas a los hortícolas en su afán por ofrecer a los productores un análisis de la realidad productiva y también, por supuesto, de la rentabilidad.

Al igual que ya hiciera con la pithaya y la papaya, la entidad presenta en esta ocasión el maracuyá, también llamada fruta de la pasión, o granadilla.

Juan José Hueso, investigador especialista en Fruticultura en Fundacion Cajamar explica lo avanzado en la Estación Experimental de Las Palmerillas sobre un ensayo comenzado en el año 2019 con distintas especies del género Passiflora.

Las propias características del invernadero ya han demostrado que la propia protección que confiere al cultivo “también nos proporciona una más rápida entrada en producción y una mejora en los rendimientos y la calidad de la cosecha como es el caso de la pitaya o el mango”, explica Hueso en el análisis de resultados hecho público a través de Plataforma Tierra. El maracuyá es una planta trepadora que presenta en cada nudo un zarcillo y una hoja, y en la axila de la hoja, una yema reproductiva que da lugar a una flor y una yema vegetativa que origina un nuevo brote.

Flor de maracuyá dulce.

“Estas especies se caracterizan por su rápida entrada en producción (5-8 meses después del trasplante) y pueden alcanzar cosechas entre 15 y 50-60 toneladas por hectárea y año. Para su cultivo se emplean sistemas de conducción como espalderas o parrales como los utilizados para la uva de mesa”.

Juan José Hueso

"Estas especies se caracterizan por su rápida entrada en producción (5-8 meses)"

Entre junio y septiembre de 2019 la Estación Experimental Cajamar estableció una plantación con seis especies de la familia de las Passifloras en un invernadero multicapilla con un sistema de conducción en parral y espaldera. Estas fueron: Granadilla (P. lingularis), Ruby de Cerrado (P. edulis), Maracuyá amarillo (P. edulis f. flavicarpa), Maracuyá dulce (P. alata), Gulupa (Passiflora edulis f. edulis) y Maracuyá morado híbrido (P. edulis f. edulis x colvilli).

“Los primeros resultados revelan que la granadilla no se adapta bien a nuestras condiciones en invernadero. El crecimiento es muy limitado y no se han observado frutos cuajados en ningún momento. Posiblemente no tolera las temperaturas más altas alcanzadas durante el verano”, asevera el investigador después de meses de análisis.

Atendiendo a ‘Rubí de Cerrado’ es muy vigoroso y poco productivo en condiciones de polinización natural con abejorros. El maracuyá amarillo también vegeta bien pero igualmente presenta una producción errática. “Las dos especies son auto-incompatibles, por lo que para aumentar los rendimientos precisarían de la polinización manual en nuestras condiciones. Estas dos especies producen frutos ácidos de tamaño grande destinados a la industria de zumo”.

En el caso del maracuyá dulce, este “presenta un vigor medio adaptándose muy bien a ambos sistemas de conducción. Presenta una floración muy abundante y llamativa a lo largo de todo el año, lo que podría darle incluso valor como ornamental. Su fruto es muy valorado para su consumo en fresco, pero tiene una vida postcosecha muy corta. Esto implica que es un producto nuevo para el mercado europeo y no hay competencia de terceros países”. En este caso, los frutos son amarillos y de tamaño grande y la producción con abejorro es superior a la de los ácidos, “pero se observan caídas masivas de flores en determinadas épocas, y seguimos estudiando su viabilidad que dependerá del valor final que los frutos puedan alcanzar en el mercado”.

Brote de maracuyá con hojas, flores y zarcillos.

En cuanto gulupa (maracuyá morado), Juan José Hueso explica que es bastante productiva en condiciones de invernadero y la polinización con los abejorros funciona bastante bien. Sin embargo, “sufre en verano con temperaturas elevadas y humedades relativas bajas. Se observan brotes secos y vegetación más escasa. Sus frutos presentan un tamaño pequeño y su destino es el mercado en fresco. Se adapta mejor al cultivo en espaldera. Esta especie es candidata para pasar a la segunda fase del proyecto”.

Por último, el maracuyá morado híbrido (P. edulis x colvillii), se presenta como el más productivo en condiciones de invernadero, con frutos de tamaño medio y excelente calidad. Además, también se adapta mejor al cultivo en espaldera. Su crecimiento y desarrollo “ha sido muy rápido. El trasplante se llevó a cabo en septiembre de 2019. La separación entre las líneas de espaldera es de 2,5 m y la distancia entre plantas dentro de la línea es también de 2,5 m. En el sistema de formación en espaldera se conduce verticalmente un único tallo desde el suelo hasta una altura de 2 m. En ese punto el tallo (futuro tronco de la planta) se despunta y se forman dos brazos, uno a cada lado, horizontalmente”. Después se vuelve a despuntar cuando estos alcanzan una longitud de 1,25 m, aproximadamente.

A modo de resumen, y como lo más destacado, el investigador explica que la primera cosecha se recolectó entre marzo y junio de 2020, seis meses después del trasplante. “Tras el crecimiento de nuevos brotes, sobre las ramas terciarias, durante el verano y otoño, se obtuvo una segunda cosecha, entre los meses de diciembre de 2020 y febrero de 2021 que alcanzó unos rendimientos de 18,5 t/ha”.

En abril se realizó una poda de renovación sobre las ramas terciarias, dejando unos 15-20 cm por debajo de los brazos. “Tras el crecimiento de los nuevos brotes resultó una nueva cosecha entre julio y agosto de 2021, que alcanzó las 22,2 t/ha y se realizó de nuevo una poda a principios de septiembre y se espera iniciar de nuevo la recolección a finales de noviembre”.

Así, en algo más de dos años desde el trasplante se podrían alcanzar las 60 t/ha. “Entre un 70-80 % de esta producción es de fruta con un peso superior a los 80 g con un contenido en sólidos solubles totales de 16 a 18 ºBrix”.

Hueso resalta que en las principales zonas de producción la vida útil de las plantaciones es corta debido a la elevada presión de plagas y enfermedades. “En invernadero, en nuestras condiciones, se han observado algunos daños por trips que se ha controlado con control biológico. Para la polinización se introducen periódicamente colmenas de abejorros”.

Esta extensa y prolífica primera toma de contacto con el ensayo de estas seis variedades tendrá ahora su continuación con una segunda fase del proyecto donde el objetivo será optimizar el sistema de producción, la gestión y control del clima, necesidades de agua y nutrientes, poda y recolección.

La ‘fruta del dragón’ se hace fuerte en el invernadero

En la provincia de Almería gana fuerza un cultivo que hasta hace poco era totalmente extraño, muy exótico, pero ya sí que se puede aseverar que no desconocido. Se trata de la pitahaya, o también llamada fruta del dragón, originaria de América. Según Hueso, esta fruta exótica está empezando a cultivarse en España con unas expectativas muy altas. Los precios percibidos por los incipientes agricultores de pitaya son muy atractivos lo que está generando un gran interés. Además, se trata de un cultivo plurianual que requiere de un sistema de conducción y protección frente al exceso de radiación durante el verano por lo que se cultiva generalmente bajo malla o bajo plástico. A eso se le suma que no es exigente en agua y la incidencia de plagas y enfermedades es por ahora muy baja. Según Juan José Hueso, la pitaya es una fruta exótica con gran potencial, muy vistosa que además destaca por sus propiedades beneficiosas para la salud. Como con cualquier nuevo producto la comercialización es clave para el éxito de este cultivo.

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