Granjas porcinas de Almería: buen ejemplo de bienestar animal

Ganadería

La provincia cuenta con importantes explotaciones intensivas de cerdo, que mayoritariamente están en un estado sanitario impecable

La medida 2025 disminuirá el número de plazas, al ampliar la superficie por animal

El ganado porcino pierde un 14 % del potencial productivo intensivo en la provincia de Almería

La sequía y la disminución de cabaña ganadera merman la producción de cordero en Almería

María del Carmen García alimenta a los cerdos que tiene en su granja, situada en la localidad de Topares. / PLR

Contrariamente a lo que se pueda pensar, las granjas porcinas de Almería son todo menos cerdas. Aunque por genética se trata de un mamífero al que le gusta el lodazal, puesto que se revuelcan en ellos para mantenerse frescos al carecer de glándulas sudoríparas comunes, sus cochiqueras han dejado atrás la insalubridad que les caracterizaba. Siguen gozando de mala fama, pero mayoritariamente son un ejemplo de cómo debe vivir un animal, en explotación intensiva, antes de su sacrificio.

La provincia almeriense es la mayor productora en intensivo de cerdo de capa blanca. Sobre todo por la Comarca de Los Vélez, son muchas las granjas que viven exclusivamente del porcino o que lo mezclan con ovino. María del Carmen García Ramírez es un buen ejemplo, tiene en Topares una nave con dos mil plazas para cerdos y su marido hasta quinientas cabezas de ovino, en una explotación familiar.

Si Vélez Blanco, Vélez Rubio y María están lejos en el mapa, Topares lo está más aún. Limítrofe con Murcia, la zona es un remanso de paz y tranquilidad, lo que permite a los muchos ganaderos que allí viven desarrollar su profesión sin un ápice del estrés que existe en las urbes. Esparcidas por el término municipal, muchas naves de porcino se esfuerzan para que los animales que engordan vivan en las mejores condiciones posibles.

Pese a toda su buena voluntad y a todos los controles que sufren a menudo, el RD de Bienestar Animal les va a repercutir negativamente, puesto que van a perder muchas plazas. “Económicamente vamos a perder capital, un 14% por jornal. Pero las integradoras son las que más a sufrirlo: no van a poder cubrir la demanda que hay y va a venir el producto de fuera, como ocurre con los tomates”, explica Mari Carmen que en su caso recibe a los lechones cuando están destetados, se encargan de terminarles el cebo y luego la integradora es la encargada de venderlos.

Mari Carmen García tiene una nave con dos mil plazas para cerdos y alrededor de quinientas cabezas de ovino

Esta medida amplía la superficie por animal, que pasa de 0,65 a 0,74 metros cuadrados por plaza, por lo que se reduce la capacidad de engorde en las explotaciones en unas 180 plazas de media, lo que conlleva una pérdida de 5.400 euros por nave. “Creo que esta ley la han sacado pensando en las granjas de hace 20 años. Las que se hacen hoy son impecables en el aspecto sanitario, hay unos controles que duran tres horas de auditoría dentro de la propia granja: comprueban que el comportamiento del animal es el adecuado, que come, que tiene agua en todo momento, que tiene juguetes para desestresarse, que duermen cuando deben... No es normal que nos hagan estos controles y que luego piensen que los animales necesitan más espacio”, afirma.

Una profesión rentable... si se trabaja con integradoras

Como cualquier actividad del sector primario, la ganadería da para vivir si los precios son buenos. Sin embargo, en los últimos años los costes se han disparado y cada vez el sector se aprieta más. “Nuestra profesión es rentable si estás con una integradora, si estás por tu cuenta más vale que te dediques a otra cosa. El mercado es muy competitivo. Si cuentas con una integradora, tú sólo tienes que encargarte de que los animales estén bien y sacar por la puerta el mayor número posible. Luego la integradora se ocupa de luchar y pelear las ventas”, asegura Mari Carmen, indignada por el ahogo que les va a suponer esta medida 2025. “Deberían de darle una vuelta a estos. Si me quitan un 14% de una nave y otro tanto de otra, hablamos de un 28%, que son muchos si hablamos de 2.000 cerdos. Son muchos, muchísimos. Una media de diez o doce euros por cerdo, podemos hablar de que la pérdida es casi los beneficios anuales que sacamos. Como consumidora, esto va a encarecer mucho el producto en la cesta de la compra”.

El agravio es más sangrante cuando a Europa entra carne de cerdo de terceros países que no cumple ni la mitad de los parámetros que se le imponen a los ganaderos españoles. “Ellos no tienen las mismas exigencias ni en calidad, ni en bioseguridad, ni en sanidad, ni en alimentación que nosotros. A ellos no se les exige nada. He hablado con mi integradora y me aseguran que a los terceros países no se les exige nada, en comparación con nuestro producto. Nosotros tenemos controles incluso de piensos, para que no lleven ninguna hormona, no se deja nada al azar”, lo que termina encareciendo la cesta de la compra: “Voy a la carnicería y el cerdo está más caro que estaba antes, pero sé por mi integradora que los cereales para alimentarlos también han subido. No sé hasta qué punto irá bien la campaña porque aunque está cara la venta, el coste de producción también lo está. Nos pasa como con el cordero, que ha estado muy caro en Navidad, pero los costes también están muy altos. La paja está a precio de oro. ¿De qué me sirve vender un cordero a 100 euros si tengo 90 de coste de producción?”, dice Mari Carmen.

Los daños económicos van a ser grandes para el sector. De hecho, han tratado de presentar algún recurso, pero la respuesta ha sido desalentadora: “Como es algo que viene de Europa, a ver quién les dice que no”. Terminarán adaptándose, como a todo, pero esta ganadera almeriense tiene su conciencia tranquila: “A día de hoy existe un bienestar muy alto en nuestras granjas, son animales que tienen una vida útil muy corta, nacen para consumo”.

Cerdos de capa blanca de la explotación de Mari Carmen.

Almería, principal productora de cerdo de capa blanca

El sector porcino intensivo de capa blanca tiene un papel fundamental en la provincia de Almería, siendo la principal productora de Andalucía con una producción del 33% del total regional. Este sector alberga 610.000 animales distribuidos en 200 explotaciones y aproximadamente 370 naves de engorde.

Hay que tener en cuenta, que los ganaderos dedicados a esta actividad agraria se encuentran en su mayoría integrados en empresas que son las que proporcionan la asistencia técnica, los animales (lechones) y la alimentación. En este caso, los ganaderos son los que ponen a disposición las instalaciones, y se encargan del cuidado y engorde hasta que los cerdos llegan al peso de sacrificio, momento en el que son retirados por la empresa integradora.

Este sistema de producción centra la rentabilidad de los ganaderos en el número de animales que pueden engordar y, por tanto, cuando se reduce el número de plazas de cada engorde, afecta directamente a sus ingresos, teniendo en cuenta que los gastos en luz y mano de obra se mantienen constantes. “Hay que implementar medidas que ayuden a los ganaderos a recuperar su potencial productivo ya que el coste de la ampliación de las instalaciones es muy elevado”, señala Adoración Blanque, presidenta de ASAJA-Almería.

Ante esta situación, con valor disparado de la construcción de naves, duplicado su coste en los últimos años, y ligado a los extensos trámites administrativos, se dificulta mucho la posibilidad de ampliar las instalaciones existentes. Por ello es necesaria una ayuda que pueda paliar los efectos que este cambio normativo está provocando en este sector.

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