El atlas celular humano
Factores que originan el COLAPSO en la agricultura
Crisis de precios en el campo
El sector coinciden en que el modelo se agota
Junta de Andalucía, Gobierno de España y Bruselas tienen que poner medidas, pero también productores y empresas
Quizás tarde, pero ya en la pasada Fruit Attraction celebrada en Madrid, el sector de la comercialización agroalimentaria reconocía abiertamente lo que es patente desde hace prácticamente un lustro: “El modelo Almería está mostrando síntomas de agotamiento”, reconocían muchas de las empresas allí presentes con una preocupación manifiesta.
Ahora se vislumbra un nuevo horizonte marcado por la incertidumbre, donde el campo se ha revelado ante una situación crítica con movimientos ampliamente secundados dirigidos a cortar los suministros de todo aquel producto que no cotice para cubrir los costes de producción, algo inaudito en el campo almeriense.
La situación es que una de las principales causas, o la más relevante, son los elevados costes de producción, que ya suponen hasta diez veces más que en otros países competidores como Marruecos.
En el último mes, los agricultores, principalmente de la zona del Poniente almeriense, pero cada vez más también del Levante, han tomado medidas. Dejar de cortar, movilizaciones, presiones para que el resto de productores sigan esta senda e, incluso, la creación de una nueva asociación, ‘Unión de Agricultores Independientes’, con Joaquín López ‘Bernabé’, como presidente. Un joven agricultor ejidense de 34 años que se convirtió en el impulsor de este movimiento inédito en el agro después de subir un vídeo en el que se negaba a cortar su género y se hizo viral.
¿Pero cómo se ha llegado a esta situación? Hay una concurrencia de varios factores que han dado lugar a una degeneración del modelo por su persistencia, y probablemente la desidia, que sostenidos en el tiempo han dado lugar a un problema estructural. Algunos de ellos son externos, pero también los hay internos, y son clave, muestra de que no se han hecho los deberes.
Entre los factores externos hay que destacar en primer lugar el factor ambiental. El cambio climático, y por mucho que se empeñen en distintos foros de que no está teniendo repercusión, se nota. El verano es cada vez más largo y las temperaturas excesivamente benignas en épocas, como por ejemplo la actual, da lugar a una sobreproducción difícil de controlar. Sobra producto desde el mes de agosto a octubre-noviembre, y eso ya es un hecho constatable. En estos momentos, y dada la situación, los agricultores almerienses esperan a las bajadas de temperaturas para vender de forma digna, cuando el tiempo no debería un factor condicionante y no la excusa para el hundimiento de precios, esperar a que llegue una ola polar no es forma de gestionar un sector.
Otro factor clave y diferencial apunta como responsable al Gobierno español y especialmente a Bruselas, que son responsables por la liberalización del mercado europeo, donde están arrasando las hortalizas de Marruecos, con un contingente que cada año es mayor y al que hace unos meses se le han sumado las producciones del Sahara Occidental. “Es una competencia desleal”, denuncian desde Coag sobre un país contra el que no se puede competir de tú a tú, puesto que en el campo almeriense los costes de producción son hasta 10 veces mayores. Un peaje que no pueden soportar y que depende de Europa tome deshaga muchas de las medidas que han originado esta situación en pro de contribuir al desarrollo de estos países y que está acabando con el sector industrial más importante del suereste español.
En este sentido es necesario el control de estas importaciones, con controles de las tasas arancelarias, limitación de los contingentes y, por supuesto, con revisión de los precios mínimos de entrada de producto extracomunitario.
En cuanto a factores externos, está la presión y la imposición que realizan las grandes cadenas comerciales y de distribución/supermercados europeos; unos abusos en los que, por el momento, no se está legislando desde Bruselas poniendo unos límites y se está permitiendo una inflación en los precios que también se ve repercutida en el consumidor. Es necesaria más transparencia y establecer pautas claras, y obligatorias, que no den lugar a los diferenciales de precios en toda la cadena agroalimentaria.
La crisis y los problemas no solo vienen de fuera, aunque que duda cabe de que son determinantes, el tejido empresarial almeriense e, incluso, porque no decirlo, los propios agricultores, no han sabido gestionar estas crisis. Más aún cuando se veía venir que el problema tiene también una base en origen. Y esta tiene un nombre, que aunque recurrente es real: planificación. O más bien su inexistencia.
Llevamos años viendo como las empresas no han sido capaces de ponerse de acuerdo para intentar evitar, en la medida de lo posible, el exceso de producto en algunas fases de la campaña. Cada una ha hecho la ‘guerra’ por su cuenta, y eso tiene consecuencias. Una de ellas la caída del tomate en superficie, al que ha adelantado por la derecha el pimiento. Un aumento este último que ya está teniendo graves consecuencias en forma de exceso de producción y caída de precios.
Parece claro que si no existe una mesa técnica dentro del campo que sea capaz de programar las producciones, incluso con la administración de por medio, difícilmente la situación cambie a corto plazo. Pese a todo esto, y aunque la sensación en el campo es que se ha tocado fondo, si algo ha demostrado la agroindustria almeriense es su capacidad de adaptación y preparación para los cambios, aún siendo disruptivos. Incluso, hay motivos también para ser optimistas. La superficie de cultivo ecológico sigue creciendo, algo que es demandado por el consumidor europeo, y el número de hectáreas que están actualmente en reconversión se cuentan por centenares. Además, después de unos años de bajada, el control biológico parece que vuelve a arrojar datos optimistas en su implantación.
El futuro pasa por invertir, pero por invertir en diferenciarse. Y cada vez parece más claro que no se va a competir produciendo más, creciendo en volumen, sino que será por calidad. Dicen que menos es más. Hay que hacer el mejor producto, y eso el agricultor va a ser capaz de hacerlo. Sin duda. En manos de las empresas estará saber venderlo y en este sentido el marketing jugará un papel crucial. Ya no se venden hortalizas; se vende calidad, sostenibilidad y salud.
CLAVES DE UN MAL ESTRUCTURAL
1- La situación actual. El campo almeriense lleva en caída desde la campaña 2013/2014. Este ha sido el peor inicio.
2-Superficie. Además de la falta de planificación, la superficie de plantación crece cada año, y por tanto, la sobreproducción.
3-Tecnología. Aunque cada vez más implantada, aún falta camino por recorrer en el ámbito de la implantación de nuevas tecnologías para estar al nivel de, por ejemplo, Holanda.
4-Hartazgo. Los agricultores no aguantan más y ha surgido un movimiento paralelo, ya constituido como Asociación.
5-Con un ojo en Bruselas. Este es Januzs Wojciechowski, comisario de Agricultura de la UE, quien tendrá mucho que ver en la futura regulación del agro y los mercados.
6-Competencia desleal. Precisamente es aquí donde Bruselas tiene que poner medios y evitar la falta de control en las importaciones de Marruecos.
7-Una unión inaudita. Organizaciones agrarias y comercialización, ahora sí, se unen para revertir esta situación. Queda por ver si irán a una hasta el final.
8-/19-N/, fecha clave. Ese día Almería acoge una gran manifestación, que puede ser un antes y un después para el futuro.
Un movimiento que marca un nuevo tiempo
En el último mes, el campo se ha ‘levantado en armas’ contra la situación de bajos precios que vive el campo de manera estructural, y que si cabe se ha mostrado con más virulencia en este inicio de campaña. Un vídeo por parte de un joven agricultor ejidense negándose a cortar su producto para suministrarlo se convirtió en viral. De ahí, fueron sucesivamente uniéndose más como él. El movimiento fue ganando fuerza e, incluso, el pasado 22 de octubre consiguieron que todo el poniente dejaran de llevar su género a los almacenes. Días después, se pusieron de acuerdo para cortar en el caso de los dos productos más damnificados: berenjena y pimiento, de manera indefinida. Y de ahí, terminó naciendo la asociación ‘Unión de Agricultores Independientes’, dispuesta a luchas por revertir esta situación y ya se han marcado la iniciativa de no vender cada vez que los costes de producción no sean sufragados.
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