Emprendedores de la fresa ecológica en Abrucena durante la pandemia
AGR
Francisco Aguilera y Manoli Martín dejaron su vida en la capital para apostar por cultivo novedoso en la provincia, al que ponen cariño y muchas esperanzas
Hace ya varios años que se puso de moda el concepto de España vaciada, pueblos pequeños y de interior que se iban quedando sin apenas habitantes, que buscaban en la ciudad oportunidades de trabajo. Sin embargo, el paro que trajo consigo la crisis del ladrillo unido al estrés que provocan las grandes urbes, ha provocado que sea cada vez más habitual que la gente regrese a sus orígenes y devuelva la vida a las poblaciones que lo necesitan.
La agricultura es uno de esos negocios que siempre está de moda, que se sobrepone a las crisis con mucho esfuerzo y que da muchos puestos de trabajo. Como los cultivos necesitan muchas hectáreas de terreno y una temperatura ideal los que no se desarrollan bajo plástico, en muchos de los pueblos de la España vaciada encuentran el contexto ideal. No sólo en el mar de plástico del poniente almeriense, nuestro gran músculo agrícola, hay grandes agricultores, sino que lugares como Abrucena están especializándose.
Francisco Aguilera y Manoli Martín son un buen ejemplo de ciudadanos de capital, que cambian la ciudad por el pueblo. Después de un tiempo pensándolo muy y mucho, emprendieron una nueva aventura a los pies de Sierra Nevada, en la que han puesto todas sus esperanzas. Apoyados moralmente por sus hijos Paula y Fran, a los que no les ha importado cambiar las aulas de La Salle por las menos poblada de Abrucena y Fiñana, la familia cambió su residencia capitalina por la del pueblo, la que hasta ahora era de veraneo, y en una finca familiar, han puesto una plantación de fresas, frambuesas, moras, grosellas y arándanos ecológicos. Igualmente, han plantado unas plantas aromáticas, que luego aprovecharán para secar la semilla y comercializarlas.
“Decidimos cambiar de vida y trabajar para nosotros e intentar asegurarles un futuro a nuestros hijos. Además, aquí tenemos una calidad vida de increíble”, dice Manoli mientras muestra las múltiples calles de fresas que tienen sembradas y están empezando a florecer en estos días, justo en tiempos de una pandemia sanitaria. “Comenzamos esta andadura en octubre, nadie es esperaba esto. El coronavirus nos lo ha puesto muy difícil, pero no nos ha parado”. Ellos respetan todas las medidas de seguridad, aunque lógicamente en la finca se encuentran seguros, puesto que no se divisa a nadie a kilómetros a la redonda. Y aunque esto no tiene ninguna base científica y cualquier médico lo rebatiría con absoluta facilidad, el aire que baja limpio y fresco de la sierra, llena de salud.
Lo más destacable de esta aventura de Francisco y Manoli es el fruto principal de su cutivo, la fresa. Saben que no pueden competir con el principal productor español, Huelva, por lo que se inclinan por el cultivo ecológico. “Nuestros productos van a ser saludables para la gente y respetuosos con el medioambiente. Está claro que al ser diferente al resto, el precio se va a elevar, aunque nosotros anteponemos la calidad a la cantidad”, comenta la almeriense, en cuya muñeca luce una pulsera de su Cristo del Amor y Nuestra Señora del Primer Dolor, su hermandad con la que procesiona cada Martes Santo, excepto este año, claro.
Con sólo unos minutos hablando con esta pareja de agricultores y viendo cómo cuidan a los pequeños tallos florecidos, uno percibe que los productos van a ser buenos, bonitos y saludables. El precio ya lo pondrá el mercado. “Hay algunos cultivos como el nuestro en la zona, pero de momento la oferta es menor que la demanda”, que principalmente son tiendas gourmets y restaurantes que ofrecen los mejores productos de la huerta a sus clientes. Y los de Francisco y Manoli, en breve, lo serán.
De momento, no han tenido su primera cosecha. Ellos siguen formándose a diario, con cursillos, vídeos tutoriales principalmente de youtube y charlas y consejos de agricultores de la zona. “Empezamos con mucha incertidumbre, noches sin dormir y dudas, imposible no tenerlas. Somos una familia unida en la que todos nos apoyamos y nos encontramos con el cariño y la ayuda de nuestros vecinos”, finalizan estos agricultores, que acaban de adoptar un perro de un año, Alonso, y de comprar unas gallinas para soltar bajo los olivos y tener también, una pequeña remesa de huevos ecológicos.
Tiene más cultivos, que les ocupan el año entero
Esta nueva pareja de agricultores no van a tener sólo la campaña de la fresa, sino que una vez que terminen con ésta, van a empezar con el olivo, la almendra... Y es que su finca es grande y antes de adaptar el terreno donde tienen ahora la plantación ecológica, tenían otro tipo de cultivo a los que también le sacan rentabilidad. Almendros, olivos, habas, ajos, cebollas, apio y azufaifos componen la totalidad de su sustento, que les sirve tanto para el consumo propio, como por supuesto para venderlo en el mercado. De hecho, las azufaifas son muy demandadas en el mercado asiático y tienen casi la totalidad de su producción vendida antes de que se recoja. De momento, toca regar, abonar y estar atentos a las posibles plagas que vengan. Ya habrá tiempo para recoger de aquí a uno meses, cuando la primera remesa de la fresa termine. En estos días, las habas están empezando a engordar y el sabor destaca por encima de todo. También hay espárrago silvestre, que crece a los pies de los árboles, y que ya se está empezando a poner grande, aunque todavía no está maduro para arrancarse.
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