Cubrir de forma total las balsas es desaconsejable

La Junta edita el 'Manual Práctico de Balsas Agrícolas', que analiza las infraestructuras en Andalucía y asesora sobre cómo compatibilizarlas con el medio ambiente

En primera fila, representantes de las comunidades Cuatro Vegas, Usuarios de la Comarca de Níjar, Sol Poniente y Sol y Arena.
Carmen Fenoy / Almería

03 de noviembre 2012 - 01:00

Esta semana, el delegado de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente en Almería, José Manuel Ortiz, presentaba el 'Manual Práctico de Balsas Agrícolas', un libro de gran utilidad, editado por la Junta de Andalucía, que de forma didáctica ofrece a los agricultores y ganaderos información básica para mejorar el funcionamiento de sus balsas de riego, la calidad de sus aguas y potenciar sus valores ecológicos, ya que incluye una serie de consejos de buenas prácticas para disminuir los posibles impactos negativos.

De acuerdo al documento, en el litoral almeriense predominan pequeñas balsas de tipología alberca que abastecen parcelas e invernaderos de cultivos tempranos. La provincia aglutina el 19% de las balsas andaluzas mayores de 600 metros cuadrados que suman 8.983, si bien el número total de balsas entre 150 metros cuadrados y 600 de superficie en Almería y litoral granadino es de 7.560. En este sentido, Hermelindo Castro, director del Centro Andaluz de Evaluación del Cambio Global (CAESCG), señala que Almería concentra el 50% del total de balsas en Andalucía.

Este manual trata de trasladar al sector agrícola y ganadero los conocimientos aplicados que ofrece la ecología para mejorar el diseño y gestión de las balsas y avanzar en un uso integrado más sostenible, económico y armonioso con el medio ambiente. Además, el libro responde a algunas de las preguntas y dudas más frecuentes, como es la conveniencia o no de cubrir las balsas; si son deseables las algas filamentosas; o si es bueno o no dejar la vegetación acuática sumergida, o tener aves en la balsa.

Respecto a tapar las infraestructuras, el manual señala que algunos agricultores optan por cubrirlas con malla de sombreado; ello mejora ligeramente la calidad del agua puesto que disminuye la entrada de luz y, por tanto, de fotosíntesis, aunque no afecta a los sólidos en suspensión ni a los nutrientes. Cubrir una balsa resulta costoso y suele ser poco perdurable puesto que está sujeta a las inclemencias del tiempo, particularmente el viento. Ambientalmente es del todo desaconsejable pues impide su uso por las distintas especies y tiene un impacto paisajístico notable. Además, el desarrollo de vegetación acuática en el fondo aumenta la calidad del agua reduciendo los nutrientes.

Respecto al color de las aguas, en el manual se detalla que las aguas marrones suelen deberse a la presencia de barro en suspensión. Ello puede ser causado por la erosión en cultivos sin protección en la cuenca de recepción, por el pisoteo de ganado en las proximidades de la balsa... Un remedio que puede utilizarse son la creación de una prebalsa. Las aguas verdes denotan un exceso de nutrientes los cuales provocan un excesivo crecimiento de algas microscópicas, espectacularmente rápidos cuando las temperaturas son elevadas. Pueden llegar a ocasionar mortalidades importantes de organismos acuáticos, por agotamiento del oxígeno cuando se descomponen e incluso pueden llegar a producir toxinas. La mejor opción para limitar su crecimiento es el control de los nutrientes, algo no siempre fácil de realizar y con resultados visibles a medio/largo plazo. Algunos autores recomiendan el empleo de paja de cebada; parece ser que el uso de dos o tres fardos por hectárea limita el desarrollo de algas, según se cita en el libro. Debe aplicarse antes de su explosión demográfica y hay que evitar el uso de demasiada paja ya que consume oxígeno en su descomposición.

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