Cosa Nostra: el emprendedor, el más pequeño de la familia

Finanzas

Con 22 años, Marcos monta una pizzería y contrata como jefes de cocina a sus padres

Había trabajado con ellos, como empleado, en negocios familiares

Marcos posa en el interior de la pizzería que ha montado en Costacabana. / PLR

El nombre del negocio hace volar la imaginación hacia el padrino. Sin embargo, el protagonista es el hijo. Cosa Nostra encendió el horno a sus clientes este verano en Costacabana, fruto de la ambición de Marcos Pérez Silva, un joven empresario de sólo 22 años.

El almeriense lleva el gen emprendedor en la sangre, lo ha mamado de sus padres que tuvieron una tienda de surf en el centro, un restaurante italiano en la Vega y un bar de desayunos en el Mercado Central. Todo boyante. Mucho trabajo, como Marcos había podido comprobar tras la barra, que bien hecho da sus frutos.

Hasta que llegó el día, súbito, que iban a cambiar las tornas y el niño, el jovial empleado, se iba a convertir en el bisoño jefe del negocio familiar. La familia de Marcos recibió una inesperada oferta por el bar de la Plaza del Mercado y a éste no le sentó bien la inactividad. Quería trabajar, quería emprender, quería tener su propia empresa y se puso manos a la obra.

Marcos Pérez Silva, empresario

"A mis padres les dije que si querían venirse al negocio o emprendía por mi cuenta, y vinieron”

En Costacabana, donde se acababan de marchar a vivir, encontró un local que dibujó en su mente como lo que hoy es. Se trataba de un viejo bar, al que había que lavar la cara para darle ese toque innovador que atraiga a la clientela joven, de la que principalmente se nutre el negocio: una pizzería, de nombre Cosa Nostra.

“Tenía 3 años cuando mi padre abrió su primer negocio de restauración, yo me he criado en él. Está claro que ésta es 'cosa nostra'”, explica Marcos, sonriente, después de una dura jornada y con una noche plagada de reservas.

Hasta aquí, la parte emprendedora. Ahora comienza lo peculiar, lo distinto, lo familiar. Y es que Marcos ha aprendido los gajes del oficio con sus padres, que eran sus jefes, y ahora le ha dado la vuelta a la tortilla. Mejor dicho, a la pizza. El pequeño de la familia es ahora el patrón y entre sus empleados figuran su 'cosa nostra', el patriarca y la matriarca de la casa Pérez Silva.

“Soy emprendedor, quería hacer algo y en cuanto vi la oportunidad, les dije a mis padres que si querían, que se vinieran, que si no me iba solo”. Los padres, quizás se lo pensaron, pero con ese carácter decidido y vivaracho que tiene Marcos, siempre al pie del cañón, se metieron en la cocina sin dudarlo.

Marcos, en la pizzería. / PLR

¿Quién mejor que dos excelentes cocineros para que el negocio echara a andar, además de ese necesario aporte de experiencia? Este verano, la pizzería se ha convertido en el local de moda del barrio almeriense, lo que significa que jefe y empleados están funcionando como un equipo. “Con mis padres tengo mis rifirrafes, como en mi casa. Ya se sabe que la hostelería es el trabajo que más divorcios provoca [risas]. Es broma, apenas les doy órdenes. Si es que nadie mejor que ellos sabe cómo funciona este negocio”, apunta Marcos, que sabe que los comienzos son difícil, pero ha contado con un buen respaldo: “Tenía ahorros y he conseguido la financiación que necesitaba para empezar. Además, varias empresas me han ayudado con las reformas y les estoy muy agradecido”.

Pese a su edad, Marcos demuestra ser un veterano. No sólo en el día a día, paseándose por las mesas a testar la opinión de los clientes y siendo servicial, sino en la valentía a la hora de zambullirse en un mundo laboral que está como está. “Es cierto que algo de miedo daba comenzar, sobre todo en un barrio que tiene poco movimiento. Pero estoy realmente satisfecho, no me esperaba esta respuesta tan buena”, dice contento, cocinando la responsabilidad con el mismo toque le da la pizza Costacabana, una de las más pedidas, por innovadora: “Ahora tengo que llevar la fiscalidad, los pagos... Más responsabilidad que cuando era empleado, pero me han enseñado que cuando las cosas se hacen bien, salen bien”. Enseñanza de sus padres, de sus trabajadores, de su 'cosa nostra'.

Costacabana, un barrio necesitado de valientes como Marcos

El barrio de Costacabana se ha convertido en un referente de muchos vecinos del centro, La Cañada y El Alquián por su playa. Principalmente en verano, aunque en los últimos años también en primavera y en otoño, cada fin de semana la arena se llena y los coches se quedan sin aparcamiento. Además, las casas VPO construidas y proyectadas le han dado más vitalidad a la barriada anexa al aeropuerto de Almería, que hunde sus raíces en el turismo británico. Pero a Costacabana le faltan emprendedores, empresarios valientes como Marcos que carguen el barrio de servicios. Antes de que Cosa Nostra abriera sus puertas, apenas tres bares [Lagarto, Mayor y Jiménez], además de un supermercado y una farmacia. Poco para un barrio que aunque en verano vive sus momentos de mayor vida vecinal, ha conseguido frenar la estacionalidad gracias a las VPO. Eso sí, hace faltan más negocios [cajeros automáticos, guardería, tienda de ropa y alimentación...] , así como instalaciones deportivas, puesto que la piscina del Jairán se abandonó a su suerte y más de una vez ha sido saqueada y las pistas polideportivas están cerradas a cal y canto, con más hierbas y basura que niños jugando en ellas. Marcos y su familia llegaron al barrio en 2021, todavía con algunas restricciones para la hostelería, pero vieron que era el sitio y el momento para probar fortuna. Y los vecinos de Costacabana le han demostrado que no se equivocaban. “Viene mucha gente del barrio, le hacía falta un negocio como éste para darle más vida. Además, también tenemos clientes de sitios cercanos como La Cañada y El Alquián, y cada vez son más los que tenemos que se desplazan desde el centro. Servimos un producto de calidad, casero, queremos ser una de las mejores pizzerías de Almería”.

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