Almería quiere vender oro: "La crisis nos viene bien, es triste decirlo"
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En periodo de turbulencia, los ciudadanos se inclinan por deshacerse de los metales preciosos para ganar un dinero extra, un fenómeno que está al alza por los conflictos en Gaza y Ucrania
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En el número dieciocho de la Avenida Pablo Iglesias hay un sospechoso trasiego de personas que tocan a un timbre. Entran y salen. Todas, en su mayoría son mujeres, portan algo. Con la compañía de la reportera gráfica Marian León, no queda más remedio que entrar. María Moya descifra el enigma. “Cuando las cosas no van muy bien en el mundo, como ahora con una guerra o con la pandemia, la venta de oro, que es uno de los refugios, se dispara”, argumenta. Está a las puertas de la que es su ‘segunda casa’. Escapa durante unos minutos de su puesto e inhala el aire fresco de la calle. En la tienda hace calor.
Lo hace por el fuerte blindaje que debe tener, “como un banco”, para evitar sustos. “Nosotros estamos en dos búnkeres, está el de la tienda y el de dentro, solo puede acceder Policía o Guardia Civil”, asegura. Los reporteros no pueden entrar. “Tenemos varias puertas, no se puede abrir una hasta que no está cerrada la anterior, parece una tontería pero no lo es”, defiende. Si alguien entra, hay alarma y conexión directa con las fuerzas de seguridad.
De la necesidad han hecho virtud. “La gente piensa que todo se acaba e invierte en oro y como hay más demanda, sube el precio”, explica. Han sido años turbulentos para la especie humana y la incertidumbre ha puesto en boga el negocio. Muchos necesitan dinero. Primero fue la pandemia, que apareció sin avisar y dejó a todos confinados durante un mes y medio. La vida se paró y un sinfín de sectores lo sufrieron en carne propia. Cuando parecía que todo iba a mejor, Rusia invadió Ucrania. En los últimos cuatro años habrán podido leer en las páginas de Panorama de este periódico historias sobre huelgas, barcos que quedan atascados, conflictos en diferentes países, populistas o corruptelas variadas. En cada mal presagio, el oro crece.
Aunque como el petróleo, es un metal inestable. La posibilidad de que estalle una burbuja siempre está. “Todo lo que sube tanto, revienta y baja”, asegura. “A nosotros nos viene muy bien la crisis, es triste, pero cuanto más le pagan, más vienen”, completa. En Almería es fácil hacerse un hueco pues “es una ciudad pequeña y está el boca a boca”.
En la capital hay un boom. Una de las vías que más concentran es la Avenida de la Estación. En pocos metros de esta céntrica arteria se encuentran solo cuatro locales destinados a lo mismo. Sobre la proliferación en la competencia, Moya lo tacha de “plaga” aunque agradece que cada vez sean más. “Hay muchos locales pero muy pocos lo hacen bien, todos los clientes son iguales para nosotros”, defiende. Habla de ‘guerra de precios’ en el sector, de personas dispuestas a pugnar por cada céntimo, aunque ella niega que quiera sumarse.
La ‘fiebre del oro’ no es particular de Almería. Si uno busca este metal precioso en internet lo primero que le saldrá serán páginas para ver al minuto cómo se actualizan los precios. Nadie quiere quedarse fuera. No hay un prototipo de cliente, a lo contrario de lo que pueda parecer desde fuera. “Cuando entré pensaba que era gente sin recursos o que necesitaba dinero pero te sorprenderías, no hay un tipo establecido”, explica. Habla de personas que venden, incluso, para “librarse de una herencia”.
No es solo el oro. La plata, que también compran, ha visto como se ha disparado su valor un 25% de forma paralela, aunque los expertos llevan advirtiendo de que su precio es más sensible a cómo se comporta la situación política a nivel global, más que en el caso del oro. Por ahora, la cotización global del oro se mantiene en máximos y esta semana ha alcanzado los 69.978,51 euros, según los datos que ofrece BullionVault, mientras se mantiene el escenario de incertidumbre a nivel planetario por lo que ocurre en Ucrania y Gaza. Los bancos centrales están acaparando todo el que pueden para llenar sus reservas. Mientras, los almerienses se hacen, literalmente, ‘de oro’ vendiéndolo.
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Cuenta María Moya, de QuickGold, que muchos optan por empeñar antes que por vender. “La gente no quiere desprenderse de su oro, ya sea por valor sentimental o por practicidad, entonces buscan el dinero rápido y al mes lo recuperan”, asegura.
Programas televisivos como ‘La casa de empeños’ o ‘Empeños a lo bestia’ han popularizado, aunque no centrándose exclusivamente en el oro, el trabajo de este tipo de empresas, especialmente célebres, y que en España comenzaron a verse durante la crisis económica a raíz de la quiebra de Lehman Brothers. Ahora, han vuelto a resurgir después de que muchas de ellas tuvieran que cerrar cuando la actividad cayó.
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