La agricultura de Almería salva el Brexit

Sus bazas: la competitividad y calidad de los productos hortofrutícolas almerienses, la cercanía entre Reino Unido y España, el conocimiento del mercado británico y la ausencia de productos sustitutivos en el mismo

Consumidores comprando el pasado diciembre en un supermercado londinense
Consumidores comprando el pasado diciembre en un supermercado londinense / Efe

Almería/El anuncio y la posterior salida del Reino Unido de la Unión Europea sembraron la incertidumbre sobre su impacto y las fórmulas para afrontar la nueva situación en el marco del comercio exterior. Un año después de la separación definitiva tras un periodo transitorio y, según los datos de exportaciones, el Brexit no ha afectado negativamente en el caso de los envíos de productos hortofrutícolas almerienses al país anglosajón; todo lo contrario, así, con las cifras que maneja Extenda, desde enero a octubre de 2021 Reino Unido habría adquirido productos agroalimentarios en Almería por valor de 410,9 millones de euros (404 millones de euros en frutas y hortalizas), un 31,5% más, siendo el destino que más crecería de entre los 15 primeros mercados y ocupando la segunda posición por delante de Francia y tras Alemania. De acuerdo a otra fuente, Cajamar y su análisis de la campaña hortofrutícola 2020-2021, las remesas enviadas al mercado británico fueron las que experimentaron un mayor crecimiento en dicho periodo, tanto en volumen (+4,9%) como especialmente en valor (25,8%).

Aunque las comparaciones estadísticas en los dos últimos años hay que pillarlas con pinzas en un contexto marcado por la pandemia, la caída de la economía y los problemas logísticos en el país británico que superan a los de otros países al sumar su salida de la Unión, es incuestionable que el Brexit no ha roto relaciones entre las empresas almerienses y, en general españolas, y británicas, de lo contrario, ambas han puesto de su parte para seguir adelante. Esto tiene sus razones como explica Rubén García-Quismondo, socio director de Quabbala, Abogados y Economistas con oficina en Reino Unido, quien en síntesis destaca factores determinantes: la proximidad entre ambos países, el conocimiento del mercado inglés por parte de las firmas de España y el hecho de que Reino Unido carezca de productos sustitutivos para afrontar la demanda interna, sobre todo, en el sector agroalimentario. Pero no todo viene como agua de mayo, así, no para la exportación, pero sí para el desarrollo de proyectos por parte de empresas españolas de otros sectores, en Reino Unido el gran problema es la falta de mano de obra.

Rubén García-Quismondo, socio director de Quabbala, Abogados y Economistas con oficina en Reino Unido
Rubén García-Quismondo, socio director de Quabbala, Abogados y Economistas con oficina en Reino Unido / Diario de Almería

En relación al sector agropecuario, García-Quismondo expone: “Reino Unido tiene una necesidad de productos agroalimentarios muy alta porque la producción interna es muy baja, por lo que su dependencia de mercados cercanos es muy elevada. Hay que tener en cuenta que la distancia en el comercio de productos frescos es un factor determinante”. Esto, sumado a la especialización de las empresas de Almería y otras nacionales, así como sus acuerdos comerciales con grandes superficies inglesas desde tiempo atrás, han hecho que la exportación hortofrutícola no se vea afectada.

El economista detalla que, en un principio, como país tercero, los controles aduaneros ralentizaron las operaciones durante apenas dos meses por temas de tramitación, “luego se ha normalizado; por una parte, porque Reino Unido dio flexibilidad y, por otra, todos aprendieron a realizar los trámites y automatizarlos. Pienso que para el sector hortofrutícola y agropecuario español, en general, Reino Unido sigue siendo un mercado excelente, aunque pueden llegar amenazas de otros países, como Turquía, Israel, Marruecos, etc., porque ya todos somos terceros, pero hay que tener en cuenta que el Brexit no ha supuesto aranceles, sino trámites aduaneros con algo de coste pero un bajo porcentaje, y la competitividad de industria agroalimentaria española y almeriense en particular es tremenda, con un valor añadido que no se va a perder”.

Como relata García-Quismondo, el empresariado español tiene un gran conocimiento del mercado británico, con 67 millones de consumidores y una renta per cápita medio-alta, que está muy acostumbrado a importar. “Está todo muy sistematizado y la cadena logística con España está muy bien montada. Poniendo como ejemplo Almería, hay producto que se hace ya pensado para este destino; el invernadero almeriense no se puede interpretar como agricultura convencional poco evolucionada, es fruto del trabajo, de la evolución en investigación y tecnología y en técnicas comerciales”. El economista insiste en que Reino Unido no tiene productos sustitutivos como pueden tener otros países y tampoco es capaz de generarlos y menos en un corto periodo, “además, la producción española es muy competitiva tanto por calidad como diversidad. En Almería se producen productos con gran nivel de especialización, es un industria muy potente y sólida. No nos damos cuenta de que es un sector que lleva medio siglo aprendiendo y sabe hacer muy bien su trabajo. En Reino Unido los estándares de calidad son muy elevados y Almería es capaz de alcanzarlos y competir por la satisfacción del consumidor, en esta provincia son muy buenos. España es la huerta de Europa y no por ser barata y poco pensada, sino fruto del esfuerzo”.

Gran obstáculo: la falta de mano de obra

Uno de los grandes problemas que ha ocasionado el Brexit es la fuga de un millón de ciudadanos de la Unión Europea que trabajaba allí. Para García-Quismondo la salida del Reino Unido de la UE ha sido fruto de un populismo respaldado por un perfil de personas de más de 50 años, del medio rural y sin formación, “sin embargo, se han dado de bruces con la realidad: necesitan trabajadores en todos los sectores de la economía”. Antes, como explica el economista, muchas empresas españolas, por ejemplo, de ingeniería, llevaban equipos con un conocimiento alto para plantear sus proyectos allí y luego ‘importaba’ trabajadores desde cualquier lugar de la UE, “ahora no se puede, necesitan permiso de trabajo y residencia y lograrlo es un gran hándicap, el mercado local no tiene personal cualificado y tienes que trasladarlo. Instalar y poner operativa una empresa en Reino Unido con todo el personal no lleva menos de seis meses actualmente; antes del Brexit se resolvía en tres semanas o un mes”.

En los envíos, la buena sintonía entre ambos tejidos empresariales ha sido clave. Eliminando los aspectos políticos, Rubén García-Quismondo resalta que, en ocasiones, importador y exportador llevaban trabajando 30 años, por lo que ambas partes han puesto de su parte para solventar la situación, “ha habido interés por los dos. Al igual que he visto cooperar a empresas españolas que estaban allí instaladas y sus clientes. También hay compañías de España que han decidido constituir una sociedad en Reino Unido para que el distribuidor o cliente final no se vea afectado por la nueva la tramitación”.

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