Alertas sanitarias: el campo exige un mayor control a la importación de frutas y hortalizas
Agricultura
Los recientes casos de productos contaminados de terceros países muestran la necesidad de una vigilancia más exhaustiva
Cifras al alza en el primer trimestre de 2024 pese a que los análisis son claramente insuficientes
Llueve sobre mojado: tercera alerta sanitaria en producto de origen marroquí
Rijk Zwaan ensalza el tomate con un mensaje claro: "Hay que diferenciarse de los terceros países"
El precio del tomate almeriense no logra repuntar en la recta final
El campo está en alerta. Siempre. Plagas, sequías, costes altos, bajos precios... Hay muchos factores que marcan una campaña, que pueden echar al traste el trabajo de todo un año. Pese a ello, el sector agroalimentario almeriense siempre sale airoso por el compromiso de sus profesionales, la especialización de su industria y, fruto de ello, la calidad y el sabor de sus productos.
Por eso, cuando el agricultor habla (o en su defecto los sindicatos que le representan), hay que escucharlo. Desde que la Unión Europea actúa como un único ente comercial, los productores almerienses llevan avisando que es necesario tener un mayor control sanitario ante los productos hortofrutícolas que llegan desde terceros países. Sin embargo, la Unión Europea se tira piedras sobre su propio tejado, es exigente con los propios y laxo con ajenos.
El agricultor almeriense (europeo en general) tiene unas exigencias altísimas en la producción de sus tomates, pimientos, pepinos, sandías o melones, entre otros. No sólo en los productos fitosanitarios, sino también su manipulado. Los productos de la Huerta de Europa pasan unos exigentes controles de calidad y obtienen las más altas certificaciones. Por algo el campo almeriense tiene una valía a nivel internacional y la gran mayoría de sus productos son para exportación.
Claro, si el producto local se exporta, el consumidor almeriense compra en su mayoría producto importado. Y éstos vienen de países de fuera de la Unión Europea, como Marruecos, Turquía o Egipto, cuyas prácticas están siendo miradas con lupa después de que Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea (Rasff) cazara fresas y pimientos el pasado mes de marzo en estado insalubre para el ser humano.
Concretamente, dos alertas en apenas diez días advirtiendo de la presencia de Hepatitis A en fresas de Marruecos y, unas jornadas más tarde, una partida de pimientos con niveles de pesticida (Imidacloprid) que superaban el doble del Límite Máximo de Residuos. Y eso en productos tradicionales de la huerta andaluza. Ampliando la mirada a otras zonas productivas de España, los números crecen ostensiblemente. La organización agraria La Unió Llauradora emitió un informe en la que reflejaba las estadísticas de alertas detectadas por el sistema europeo RASFF en los tres primeros meses del año 2024 y éstas ascendían hasta las 226, un 90% más que hace un año.
Dos nuevos casos
La pasada semana, una partida de pimiento procedente de Turquía fue detectada al llegar a las fronteras con la Unión Europea al detectarse en ellos una excesiva presencia de pesticidas. La partida de pimiento turco, destinada al mercado alemán, doblaba el Límite Máximo de Residuos (LMR) para pimiento del insecticida Acetamiprid.
De la misma forma, otro envío, en este caso de tomate Cherry procedente de Egipto, fue rechazado al llegar a las fronteras de la UE por contener residuos de un insecticida no aprobado para su uso en territorio comunitario, según informaba Hortoinfo.
Protocolo de vigilancia
Ante esta problemática la única solución es un mayor control en las aduanas de los puertos de entrada españoles. A estas alturas de la película parece complicado pensar que los países de origen van a cambiar sus prácticas de seguridad alimentaria. Por eso, la Unión Europea debe mostrar una barrera mucho más férrea que la actual para la protección de los consumidores.
El actual protocolo de vigilancia aduanera es insuficiente a todas luces. “El Gobierno habla de que las importaciones se vigilan en condiciones normales en un porcentaje de un 1%. ¿Qué significa controlarlo? No nos dicen si esos controles comprueban que la mercancía coindice con la documentación, comprobar si viene en mal estado, si trae algún patógeno... Un control puede ser solo ver que hay tomates y no melones, un control fitosanitario debe de ser mucho más exhaustivo”, explica Andrés Góngora, secretario general de COAG Almería que incide en una de las raíces del problema: “No hay una normativa sobre aduanas, en materia comercial, a nivel europeo. No existe unidad y ése sí que es un grave contratiempo. Habría que empezar por ahí porque el operador de las navieras se pueda ir a Francia u Holanda si los controles son más laxos. Es un trabajo que se debe de abordar, una unidad aduanera. Sorprendentemente, cada país decide sobre sus puertos en mercancías después de tantos años como UE”.
Andrés Góngora (COAG Almería)
"Pensamos que no hay más alertas sanitarias porque no se vigila lo suficiente”
Con estos pocos medios, a nadie se le escapa que se colarán partidas de distintos productos hortícolas que si se hubieran cultivado en Almería, no superarían los estándares de calidad. Por eso, las organizaciones agrarias hacen un control exhaustivo a las alertas sanitarias de las que informa el Sistema de Alertas Rápidas de la Unión. “Turquía siempre ha sido un clásico, ahora se empieza a ver algo más en Marruecos, también en Sudamérica”, destaca Góngora.
“Nosotros pensamos que no hay más alertas sanitarias porque no se vigila lo suficiente. Si se vigilara algo más, saldrían muchas más. Ahora llama la atención porque las producciones en terceros países se están viendo descontroladas. Nos falta mucha información, una de las cosas que reclamamos al Ministerio es qué trabajos se hacen en los puertos. Una de las reivindicaciones es la creación de una Comisión de Seguimiento de las Importaciones”, que aporte mucha más información sobre los controles que se hacen antes de que los productos se distribuyan por las distintas comercializadoras españolas.
Productos prohibidos y patógenos
La mayoría de las sustancias por las que saltan las alarmas del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea son venenos que se han prohibido en la Unión Europea porque son perjudiciales para la salud de los seres humanos. Otros productos tienen incluso un Límite Máximo de Residuos, que superan con crecen los productos que llegan de estos terceros países cuando se detecta una alerta. Es el caso de los pimientos detectados en Francia, con altos niveles del pesticida Imidacloprid.
Ahora, las alertas sanitarias más delicadas tienen que ver por la higiene. “Las fresas con Hepatitis A, por ejemplo, ¿de dónde han salido? Vienen por la falta de protocolos en la manipulación de alimentos, no por un producto fitosanitario. En España cualquier persona que toque un alimento tiene que tener formación y supervisión para que no trabaje si está enferma. Luego también ha habido problemas con el E. coli, que tiene que ver con la limpieza de los almacenes”, apuntaba el secretario general de COAG Almería.
Mirar la etiqueta
Ante la incertidumbre que han creado las últimas alertas, parece que la mejor solución es el consumo del producto local, kilómetro cero, que sí que cuenta con todas las garantías. “En los países comunitarios sí que hay un nivel de análisis bastante alto. De hecho, en nuestra agricultura hay un nivel muy alto de analítica y de exigencias tanto por los controles de calidad de los supermercados como por la legislación, así como muestras de fruto, planta, agua, tierra... Lo que llega al mercado está en condiciones óptimas”, dice la secretaria general de Asaja Almería, Adoración Blanque, que es contundente: “Si sabemos que los productos de aquí tienen unos análisis muy exhaustivos y llegan en condiciones óptimas para el consumo, comprémoslos”.
Adoración Blanque (Asaja Almería)
"Si sabemos que el producto local está en condiciones óptimas, comprémoslo”
Para ello, es fundamental que desde el sector y las administraciones faciliten la información al consumidor, que un etiquetado que muestre su trazabilidad. “El producto de aquí se analiza desde el punto de salida, desde la propia finca del agricultor. Es más caro porque se produce de una manera diferente a los terceros países: con seguridad alimentaria, con trazabilidad y con unos requisitos que no dejan nada al azar. Hay exigencias que cumplimos para tener productos en condiciones óptimas”, lo que lo diferencia de los terceros países.
Es goloso, por su precio, un tomate marroquí o una sandía senegalesa, pero los productos almerienses, además de buenos, son el mejor ejemplo de que la calidad y la rentabilidad no están reñidos con la seguridad alimentaria.
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