10-VIII-2004: el incendio que transformó Smurfit Westrock Almería

Aniversario

Un fuego, a la postre imparable por un ponientazo, arrasó la antigua fábrica hace veinte años

La compañía apostó en ese momento por la reconstrucción y el crecimiento

Las plantas de Almería, Córdoba y Huelva de Smurfit Kappa obtienen el sello ECO20 por su autoconsumo fotovoltaico

Actual fábrica de Smurfit Kappa Almería, situada en la Carretera de Iryda, Sector IV, La Canal-Paraje el Vizconde, de Vícar.
Actual fábrica de Smurfit Kappa Almería, situada en la Carretera de Iryda, Sector IV, La Canal-Paraje el Vizconde, de Vícar.

El día apuntaba a desagradable. A diferencia de en la capital, donde el poniente sopla fresco, en la pleno mar de plástico el viento procedente de occidente llega cálido, arrastra las temperaturas de los llanos invernados de la zona. La temperatura era alta en plena Carretera del Iryda, sector III, en Vícar, y más que iba a subir cuando se escuchó la palabra: “¡Fuego!”.

10 de agosto de 2004. Veinte años que han pasado volando para muchos, pero que han permitido una modernización impensable en el campo almeriense. A ello ha contribuido Smurfit Westrock Almería [Smurfit Kappa entonces], empresa pionera en embalaje sostenible, imprescindible para la industria auxiliar del sector agroalimentario de la provincia.

Ese día, nefasto, marcó un antes y un después para Smurfit Westrock en Almería, como bien recuerda Miguel Hernández, su gerente. “Hacía un fuerte viento de poniente y a mediodía se produce un conato de incendio, que al final es incontrolable y destruye la fábrica en la zona de recorte, donde teníamos las balas de recorte. Una materia prima como el papel provocó que se extendiera de una manera brutal”, rememora el almeriense que no olvida que pamesas de las cenizasllegaron incluso hasta Retamar.

Los bomberos enfrían la anterior fábrica, totalmente calcinada.
Los bomberos enfrían la anterior fábrica, totalmente calcinada.

No hubo tiempo para lamentos. Como recientemente acaba de sucederle a Hortofrutícola Mabe, con los pilares de la fábrica aún incandescentes, tocó ponerse manos a la obra para mirar al futuro, halagüeño visto con perspectiva. “La fábrica quedó destruida completamente pero no hubo que lamentar daños personales ni heridos. Sin saberlo nosotros entonces, este incendio fue un hito importante porque nos encontrábamos en la dicotomía de si se iba a continuar o no con la planta, no sabíamos cuáles iban a ser los proyectos que el grupo [Kappa, holandés] iba a tener con nosotros. Pero se hizo una apuesta muy fuerte de la dirección y del equipo de gestión, y del equipo de Kappa España. Lo sacamos adelante contando con que las autoridades locales, regionales y nacionales se volcaron con nosotros”, dice agracedido el gerente.

Así quedó la fachada tras el incendio.
Así quedó la fachada tras el incendio.

“Hablamos de un proyecto de inversión y reconstrucción cercano a los 30 millones de euros, además de la creación de empleo y mantenimiento. El Ayuntamiento de Vícar, con Antonio Bonilla a la cabeza, hizo un trabajo encomiable con el grupo de asesores de Kappa para que se hicieran todos los trámites de legalizaciones, se acortaron los plazos a nivel de medio ambiente, buscar terrenos, planes de desarrollo. Hubo un antes y un después”, además de un traslado de las nuevas instalaciones de unos cuatros kilómetros, hasta el Sector IV de la vicaria Carretera del Iryda.

Mientras los bomberos terminaban de hacer su labor y el proyecto se ponía en marcha, la gerencia y el equipo de gestión de aquellos años se pusieron las pilas. Veinte días después del triste suceso, Smurfit Westrock Almería ya tenía un centro de operaciones en un hotel de Almería y había alquilado unas naves de diez mil metros cuadrados en La Curva de Adra, para continuar con el trabajo, instalando maquinaria provisional. “Salimos como el Ave Fénix, con más fuerza, un nivel de automatización mayor en nuestro proceso productivo y con maquinaria de última generación. Tuvimos doble movimiento de maquinaria, con la fábrica temporal de Adra. En septiembre 2005 ya estábamos en operación, por suerte fue muy rápido”, finaliza Miguel Hernández veinte años después recordando aquellos días.

Aunque aquello fue una tragedia material, hoy Smurfit Westrock supo aprovechar la coyuntura y salió reforzada. Gracias al esfuerzo colectivo, incluyendo también a las “administraciones”, como bien enfatiza Miguel, la compañía es hoy un referente internacional de las soluciones de embalajes sostenibles, enfocadas hacia el agro almeriense. 

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