Dos puertas grandes 'baratitas' para Adrián y Martínez en la Feria de Almería

Tras la tempestad, viene la calma. Si el miércoles vivimos una tarde como las ‘de los años 90’, con lleno absoluto en sombra, tres cuartos en sol, palcos y barreras forrados con mantones de manila, toros que no se cayeron (excepto el inválido quinto) y tres salidas a hombros por la Puerta Grande, este jueves volvimos al duro presente. No llegó a los tres cuartos de plaza, sólo hubo dos salidas a hombros con bastante poca exigencia y el ambiente fue el del siglo XXI no el de finales del siglo XX.

El cartel era bastante interesante: el casi paisano Paco Ureña, todo un prodigio de torería y pundonor; Fernando Adrián que cuenta sus 25 últimas actuaciones por puertas grandes; y el murciano-almeriense Jorge Martínez, que avanza paso a paso con seguridad hacia el estrellato taurino. La tarde fue esplendorosa, con una suave brisa de poniente que refrescaba el ambiente con el termómetro marcando unos gratísimos 29ºC, nada que ver con los 34ºC del día anterior. Pero el público no respondió 

Por cierto, hay que comentar que ‘nuestro’ Jorge arrastra una dolorosa lesión en el hombro desde hace ya dos años que le impide rendir al cien por cien. Hace unos días se le salió el hombro por quinta vez en Azpeitia al entrar a matar al que cerraba plaza, y ya decidió definitivamente pasar por el quirófano cuando acabe la presente temporada. Con 23 años uno se recupera de cualquier cosa ipso facto.

Centrándonos en el festejo, los toreros estuvieron al nivel que de ellos se esperaba: bien con los pases de recibo y el capote en general, toros bien picados y banderilleados y un correcto uso de la muleta, haciendo humillar con clase a unos toros dados a la humillación, que embestían y repetían sin excesivo peligro... aunque hablar de ‘no peligro’ en un toro es una falacia. El problema en los cuatro primeros (los dos de Ureña y el primero del lote de Adrián y de Martínez) es que no mataron bien. Media estocada y dos descabellos necesitó Ureña en el primero, en el que escuchó dos avisos; dos pinchazos y estocada de Adrián en el segundo; media y tres descabellos de Jorge en el tercero; media y cuatro descabellos de Ureña en el cuarto. Claro, así es imposible cortar apéndices por benévolo que sea la afición y el presidente. 

En el quinto las faenas fueron parecidas: buenas con el capote y lucidas trabajadas con la muleta pero... y aquí viene la diferencia, Adrián mató a su enemigo de media que fue suficiente y el público, ávido de trofeos, pidió y consiguió los máximos, algo a lo que un generoso Javier Torres, asesorado en lo artístico por Ramón Magaña, accedió. Tres cuartos de lo mismo sucedió con Jorge Martínez: faena correcta, jaleado por un público escaso pero animoso, buena estocada y... con la misma vara de medir, el presidente le concedió los dos apéndices del de Castillejo.