Un magistral adiós de Enrique Ponce en Almería

Sucedió el 22 de agosto de 1990. Ante toros de Moreno de la Cova se anunciaba a Ortega Cano, Espartaco y Fdo. Lozano; pero éste último no pudo venir y fue sustituido por el toricantano Enrique Ponce que apenas hacía cinco meses que había tomado la alternativa en la Feria de las Fallas de su Valencia natal. Eran los años en que los toros estaban bien presentados y no se caían al tercer muletazo, en los que había que hacer cola una mañana entera en la calle Ayala para conseguir un par de entradas de sombra, en los que funcionaba la reventa, en los que había seis corridas de toros y una novillada, en los que la plaza presentaba cada tarde un lleno hasta la bandera (quizá un hueco en el ‘maldito’ tendido 7), en los que el espectáculo más esperado de la Feria eran los toros. Bueno, pues a aquella Almería torerista y con esos dos figuras consagradas como compañeros de cartel se atrevió a venir Ponce.

Lo recuerdo de blanco y oro con ribetes negros y, a poco de empezar la lidia, casi sufre un percance en un portón de la barrera mal cerrado. Pero aquello no minó su entusiasmo veinteañero. Dos faenas magistrales, les ‘mojó la oreja’ a sus compañeros de cartel ya que cortó la única oreja de la tarde y provocó involuntariamente sendas broncas al presidente por no haber sido más generoso.

 Pues bien, el mismo poderío y la misma vergüenza torera mostró el maestro de Chiva en su despedida de la afición que tanto lo quiere y admira 34 años después. Entonces tenía 18 años; hoy, 52; pero su maestría torera continúa indeleble y se ha ganado el cariño de los almerienses taurinos y no taurinos, pues ya es un vecino más de la ciudad. Sus compañeros de cartel, JuanOrtega y Roca Rey fueron el complemento perfecto del maestro ya qye contribuyeron a engrandecer la tarde pero sin hacerle sombra. Es que era la tarde de Enrique Ponce.