El PP logra un triunfo pírrico en Castilla y León: propulsa a Vox y lamina a Cs
La ultraderecha se dispara y obliga a Mañueco a pactar para gobernar en Valladolid
El PSOE dilapida siete escaños y baja al segundo puesto e Igea se hunde
Soria se suma a León y Ávila y la España vaciada irrumpe en el tablero regional
Un charro nada churrigueresco
VALLADOLID/Para este viaje no se necesitaban alforjas para el Partido Popular, que logra una víctoria pírrica en Castilla y León, pues su único consuelo pasa por encaramarse de nuevo a la cima de la formación más votada en los comicios, pero, en cambio, se queda a años luz de la anhelada mayoría absoluta que necesitaba, o al menos acercarse a ella, para que Alfonso Fernández Mañueco pudiera gobernar sin recurrir a la muleta de Vox. La ultraderecha sale más que fortalecida al multiplicar por ¡¡¡13!!! su representación en las Cortes de Castilla y León.
Ese resultado es un éxito en toda regla para el partido de Santiago Abascal, que exigirá entrar en el Gobierno después de los populares se hayan quedado únicamente con 31 procuradores, a una decena de la mayoría absoluta.
Cambiará de socio Mañueco, pero ya no tendrá a la vera a Francisco Igea, el representante de Ciudadanos que ha sido durante casi tres años su vicepresidente, después que de la formación naranja quedara totalmente laminada, con un solo escaño, perdiendo 11 respecto a 2019, un nuevo varapalo para el bloque dirigido por Inés Arrimadas, que se viene despeñando en todas las elecciones desde que Albert Rivera decidió no pactar con Pedro Sánchez en el Gobierno de España.
Mañueco, a quien le ha salido el tiro por la culata, se verá obligado a situar en la Vicepresidencia a Juan García-Gallardo, el desconocido representante de Vox que de un plumazo toca pelo. No tiene alternativa el PP: o Vox o nada. Y la ultraderecha lo sabe. Castilla y León se convertirá en la primera comunidad donde entrará Vox en el Gobierno y, a partir de ahora, tiembla Pablo Casado, que depositó sus esperanzas en Castilla y León después del monumental triunfo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, para impulsar su figura, muy cuestionada por muchos dirigentes del PP, y necesitará a la formación de Santiago Abascal en muchos otros territorios cuando sean las municipales y las autonómicas –incluida la de Castilla y León– dentro de un año y tres meses.
Mañueco dijo por activa y por pasiva que no negociaría con Vox, pero no le queda otra. Tuvo que ser la semana pasada Ayuso la que en un mitin insistió en que no pasa nada por dialogar con el grupo de Abascal antes que dialogar con la izquierda que pacta con Bildu.
Tampoco da un golpe en la mesa Casado para aplacar el ímpetu de Ayuso en clave interna. El presidente del PP suspiraba no por los 53 escaños que logró Juan Vicente Herrera en 2011, pero sí alcanzar alrededor de 35 o algo más para aparcar los sueños de Vox de alcanzar el Ejecutivo. La ultraderecha ha taponado con su brutal eclosión la aspiración del PP de mandar en solitario.
Pedro Sánchez, por más que el líder nacional del PP lo quisiera convertir en el rival a batir el 13-F, no se jugaba tanto en el envite, pese a que su aspirante, Luis Tudanca, haya dilapidado siete procuradores y haya dejado que el Partido Popular recupere el trono de Castilla y León.
Al PSOE le ha perjudicado la irrupción de formaciones de carácter provincial, como Soria Ya, que ha conseguido hacerse con tres procuradores, sumándose a Unión del Pueblo Leonés (UPL), que también amarró tres asientos, y a Por Ávila, una escisión del PP que revalidó el diputado que ya sacó en 2019. En total, la España Vaciada obtiene siete procuradores de los 81 totales. No les valdrán para decidir el Gobierno, pero sí da muestra de la tendencia en los pequeños territorios.
También Podemos, como Ciudadanos, ha seguido en Castilla y León su inercia a la baja que ya se había podido apreciar en las elecciones madrileñas, perdiendo uno de los dos escaños que tenía en 2019. Pablo Fernández, el número uno de los morados, tampoco podía hacer mucho más viendo las encuestas que se habían publicado en las últimas semanas.
En definitiva, la victoria del PP puede calificarse sin ninguna duda de pírrica, que según la Real Academia Española significa: "Dicho de un triunfo: obtenido con más daño del vencedor que del vencido". Si Mañueco, amén de ir contra el PSOE de Sánchez y de Tudanca, pretendía hacer pupa a Vox, ha obtenido justo lo contrario.
Esta derrota socialista puede ser un bumerán en contra de Casado porque Sánchez, que ha demostrado desde que recuperó la Secretaría General del PSOE y desde que arribó a La Moncloa que es muy sagaz, va a aprovechar todo 2022 para atizar a los populares fuerte y flojo por abrazar a la ultraderecha en Castilla y León. No hay tutía para Casado. Sánchez, pues se frota las manos, igual que... Ayuso.
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