Las Claves
Pilar Cernuda
La corrupción acecha a La Moncloa
La desescalada en España no será tan sencilla como en otros países europeos. Aunque el Gobierno aplicará durante este período las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una hoja de ruta común europea, el Ejecutivo de Pedro Sánchez irá con una cautela mayor que indica cierta inseguridad por parte los responsables políticos, técnicos e, incluso, científicos. En ciencia también hay muchas incertidumbres, y como dijo el ministro de Sanidad en el Senado este martes de "este virus hay muchas cosas que no sabemos".
Sánchez comparece este miércoles en el Congreso para presentar su nuevo decreto de alarma, que extiende el confinamiento general hasta el 10 de mayo. Sobre la desescalada -esa fase en la que se irá saliendo poco a poco-, ha dicho que será en la segunda quincena de mayo y que transcurrirá "lenta, pausada y con retrocesos" si así lo exigiesen nuevas complicaciones. Por ello, durante estas dos semanas, el Ministerio de Sanidad vuelve a tener más competencias, y podrá "habilitar salidas" y "ampliar, modificar y restringir" estas medidas en función de lugares, sectores, establecimientos comerciales y actividades lúdicas.
Es decir, que el ministro Salvador Illa tendrá el mapa sanitario y económico con el que se establecerá cómo se acomete esta desescalada. "No vamos a correr ningún riesgo", ha dicho Pedro Sánchez. La rectificación sobre las salidas de los niños indica el criterio restrictivo del que parte el Gobierno para esta fase. Corregido este aspecto, el Gobierno contará con los apoyos mayoritarios de la Cámara para este decreto.
El problema de la desescalada es que, según los criterios de la OMS, no sólo necesita de un descenso de los contagios, que es lo que sí está ocurriendo en España y, en especial, en comunidades como Andalucía y Murcia. Es preciso dotar de medios técnicos y humanos a los servicios de salud comunitarios, porque cada nuevo contagio que se produzca en esa fase necesita ser detectado, testado y rastreado. Hay que hacer análisis con rapidez y comprobar si esa persona ha infectado a su entorno afectivo y laboral.
En este plan están trabajando el Ministerio de Sanidad y la vicepresidenta Teresa Ribera. Para desconfinar, será necesario que el territorio tenga una baja contagiosidad, que las autoridades puedan testar y rastrear y que las consejerías de salud cuentan con capacidad asistencial. Sin estas dos últimas condiciones, no habrá desescalada.
Lo que ahora estudia el Gobierno es si la red de centros de asistencia primaria se pueden hacer cargo de esta responsabilidad. Y, para ello, es necesario que estén dotados de más personal rastreador. Un consultorio de distrito no tiene capacidad humana para asumir un trabajo que en zonas como Wuhan, en China, necesitó de 15.000 detectadores, una suerte de investigadores operativos epidemiológicos.
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