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Pedro Campos Calvo-Sotelo (Cuntis, Pontevedra, 1950) es el anfitrión del rey Juan Carlos en su regreso a España, la persona que le ha cedido una casa suya en Sanxenxo (Pontevedra) para que pueda pasar el fin de semana. Es uno de los amigos íntimos que le quedan al monarca. Y lo es de muchos años atrás: lo conoció en 1983 en el ámbito del mundo de las regatas presentado por otro amigo, el catalán José Cusí, propietario del famoso 'Bribón' en el que Don Juan Carlos navegó durante años con el propio Campos.
Los tres tienen en común el amor por el mundo de la vela. Pero Campos es el más laureado. Ha sido 17 veces campeón del mundo y 11 de la Copa del Rey de vela, y el único patrón que ha conseguido cinco primeros puestos mundiales consecutivos, dos de ellos en el mismo año, 1992, y en diferentes categorías. Posee la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, la máxima distinción deportiva en España, y sus méritos no se ciñen solo al deporte. Ha desarrollado una larga carrera como armador de barcos de vela y ha gestionado proyectos relacionados con este mundo como el equipo Team Telefónica o Desafío Mapfre.
Pedro Campos Calvo-Sotelo, actual director del Club Naútico de Sanxenxo, es el quinto de 11 hermanos y el único de ellos dedicado al mundo de la vela. Es hijo de Marcial Campos, ingeniero que fue propietario de las termas de Cuntis, su pueblo natal. Pero sus lazos con más renombre vienen por su segundo apellido. Su abuelo fue el ex ministro monárquico José Calvo-Sotelo asesinado en 1936. Y su tío segundo Leopoldo Calvo-Sotelo, presidente del Gobierno entre 1981 y 1982. "Leopoldo era primo hermano de mi madre. A su padre lo llamaban Atila, porque todos sus hijos eran número uno", relataba Pedro Campos a la revista Vanity Fair en 2017.
Los caminos del amigo del Rey no discurrieron por la política. Campos comenzó a estudiar Ingeniería naval, pero dejó la carrera por considerarla demasiado técnica. No estaba hecho tanto para el estudio como para el deporte -es aficionado también al esquí- y la empresa. Tras ganar su primer campeonato del mundo, en 1976, comenzó a fabricar sus propias velas, con éxito. La pequeña empresa que montó entonces se terminó fusionando con los años con el gigante North Sails, el mayor fabricante de velas del mundo, y ahora Campos es uno de sus accionistas. Además, de forma particular, canaliza inversiones a través de varias sociedades, según la web Newtral. Las últimas cuentas en el registro mercantil de su holding reflejan fondos propios de 32,2 millones y un resultado positivo en 2020 de 7,6 millones, sobre todo por las inversiones financieras.
Al rey Juan Carlos lo llama "el jefe". Intensificó su relación con él después de su abdicación, en junio de 2014. Desde el año siguiente, el Rey se quedaba en Sanxenxo al menos un fin de semana al mes (antes lo hacía siempre que había regatas) y si al principio se hospedaba en una casa rural más tarde se sintió tan cómodo en la casa de Campos que se terminó alojando allí.
Campos es quizás el principal responsable de que don Juan Carlos volviera a navegar después de que éste tuviera que dejar la actividad en 2009 por sus problemas de salud. Lo consiguió gracias a la adaptación de veleros antiguos en los que el monarca quedaba encajado, de tal manera que se evitaban movimientos bruscos y riesgos de caída. El rey volvió a la mar con el Acacia en 2015, en la regata a la que se le puso su nombre, Rey Juan Carlos,y cuya primera edición ganó él mismo.
El apoyo del regatista y empresario a don Juan Carlos ha sido total incluso en los peores momentos del emérito. Hasta el punto de que Rey no faltó a su boda en segundas nupcias con la brasileña Cristina Franze, de 42 años, que es la mujer rubia que aparecía como acompañante en la llegada de Juan Carlos al aeropuerto de Vigo junto al propio Campos y la infanta Elena.
La camaradería entre los dos amigos queda reflejada en una escena en Mallorca, según relató Campos a Vanity Fair. Narra cómo, tras ganar la Copa del Rey de 1993 en Mallorca, tiró a la piscina al Rey como mandaba la tradición, con la participación del entonces príncipe Felipe. La escena fue fotografiada e inmortalizada con repercusión mundial como símbolo "de la monarquía cercana al pueblo". Han pasado muchos años. Los tiempos cambian, pero lo que no parece cambiar es la amistad entre Rey y empresario.
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