2025, el año que podría caer Sánchez. O no

Las claves

Nadie duda de su capacidad de resistencia, pero es posible que no resista ante el cerco judicial a su entorno

Pedro Sánchez se retira tras una comparecencia.
Pedro Sánchez se retira tras una comparecencia. / Eduardo Parra (EP)

05 de enero 2025 - 02:48

ES el interrogante que se hace todo el mundo, sanchistas y no sanchistas, izquierda, derecha, nacionalistas y centro: ¿Aguantará Pedro Sánchez hasta final de año?

Nadie duda de su capacidad de resistencia, la ha demostrado sobradamente; como nadie duda del fanatismo de sus seguidores, que han aprendido del presidente que en su forma de hacer política no cabe priorizar lo prometido, seguir las pautas de comportamiento que caracterizan a las democracias, y dar explicaciones sobre objetivos no alcanzados, o rebasar límites que recoge nítidamente la Constitución.

El sanchismo –palabro que Sánchez y sus seguidores detestan, probablemente porque saben que se trata de un movimiento que tiene poco que ver con lo que ha defendido siempre la socialdemocracia– se mantiene gracias a la osadía de Pedro Sánchez. Sin embargo es posible que en 2025 esa osadía no sirva de nada ante el cerco judicial que afecta a colaboradores, familiares y miembros del equipo de gobierno del presidente.

Este año, con seguridad, los sanchistas seguirán acusando a jueces y periodistas de un acoso intolerable al jefe del Gobierno, movidos por oscuros intereses. No es cierto. Son innumerables las personas que investigan los casos de presunta corrupción que se producen en un buen porcentaje de países, sea cual sea la ideología de sus dirigentes.

El futuro de España lo escribirán jueces y fiscales, y también periodistas; pero sobre todo lo escribirán los propios políticos. Los corruptos tienen cada vez menos escapatoria, y si en otros tiempos pesos pesados de la política han pisado prisiones, ahora podría ocurrir lo mismo. En este inicio de año, personajes ilustres, entre ellos la mujer y el hermano de Sánchez y destacados miembros de su círculo político, tendrán que comparecer ante los tribunales. El año se presenta movido en ese aspecto y puede llegar un momento en el que aparezcan pruebas contundentes que obliguen a Pedro Sánchez a dimitir o a disolver las Cortes y convocar elecciones. Ésa es la gran incógnita de 2025, y aún es pronto para llegar a conclusiones sobre la posibilidad de que se produzca ese escenario. Por eso no es disparatado especular con que, a pesar de que los sanchistas reiteran que Sánchez llegará a final del año como presidente, sería arriesgado apostar fuerte porque las próximas uvas las tomará en Moncloa.

Los errores del PP

En la oposición, se ha dibujado un gran interrogante virtual sobre la cabeza de Feijóo. Su discurso como líder de la oposición es impecable y hace daño al Gobierno, atina en sus reflexiones y pega duro en sus acusaciones, prepara a fondo sus intervenciones. Pero su equipo no está a la altura, no hay nadie entre los que le rodean que sepa de estrategia política y mucho menos de estrategia electoral, y ha tomado decisiones últimas muy controvertidas, como aliarse con PNV y Junts, sobre todo Junts, para echar abajo determinadas iniciativas legislativas del Gobierno.

Feijóo ha bajado puntos en el nivel de aceptación de sus seguidores, sus explicaciones sobre los acuerdos con Junts –que es lo mismo que decir Puigdemont– no convencen porque se parecen mucho a las falsas promesas sobre los partidos con los que nunca pactaría. 2025 será un año clave para el PP y para Feijóo: debe asumir que el desencanto que hoy invade a un porcentaje alto de votantes del PP se debe a que no ha cumplido sus compromisos ideológicos y que los votantes quieren propuestas y no descalificaciones e insultos al Gobierno. No estamos en un año electoral, pero hay errores que hacen insalvables unas elecciones aunque se hayan cometido en fechas muy anteriores.

Esos errores del PP los está capitalizando Vox y es previsible que siga creciendo en 2025. Abascal juega con una baza: países europeos de incuestionable talante democrático han votado mayoritariamente a partidos de extrema derecha y no se ha hundido el mundo. De hecho, Meloni tiene hoy más predicamento que cuando fue elegida primera ministra italiana en un ambiente de incertidumbre sobre el futuro, por no decir miedo. Y en Francia Le Pen marca el paso a Macron y también a la izquierda. En Alemania es probable que la ultraderecha de Aternativa se haga con el Gobierno tras el desastre del socialdemócrata Sholz, que no ha podido completar su legislatura. Todo eso influye en la política española. Para preocupación del PP, que tiene por delante un año en el que Abascal aprovechará cualquier oportunidad que se presente para marcar más distancias con el PP tras la ruptura que se produjo hace meses y que Feijóo intentó capitalizar. Y podría haberlo capitalizado con una estrategia bien diseñada.

Más allá de las políticas de Gobierno, hay asuntos sociales muy preocupantes que tendrán que desarrollarse de alguna manera en el año que comienza. Por ejemplo, la inmigración.

Se refugia el Gobierno español en que está obligado a cumplir las normas de Bruselas, pero no es cierto: otros países de la UE han dado prioridad a la situación de su sociedad para actuar en consecuencias. En España, Sánchez ha sido incapaz de proponer soluciones al problema de Canarias, con llegada masiva de inmigrantes, en torno a 45.000 en el año que finaliza. No hay región solidaria para acoger a unos miles de esos inmigrantes, entre otras razones porque Sánchez aborda ese problema, tan grave, sin perder de vista sus conveniencias.

Pretende imponer a Gobiernos del PP que acojan a contingentes muy altos de inmigrantes, y acepta las respuestas negativas de los partidos nacionalistas, independentistas o socialistas con mando regional o municipal. La inmigración va a ser uno de los asuntos más serios que tendrá continuidad en 2025 y no parece que el Gobierno actual tenga un proyecto claro para abordarlo. Y mucho menos solucionarlo. Caso parecido al de la vivienda, con promesas y promesas de construcción de nuevas viviendas y tomar medidas que permitan el acceso a la compra y el alquiler. Al final de 2025 se comprobará la sinceridad de las promesas.

Sánchez quiere convertir 2025 en el año de Franco. Un año con un centenar de supuestos homenajes a la libertad recobrada tras la muerte del dictador, pero diseñado por los sanchistas como 12 meses en los que se pondrá el acento en la represión a los antifranquistas y la falta de libertades. Con un objetivo claro: identificar a la derecha con el franquismo… y sus vicios. Sánchez considera la Transición como un periodo irrelevante, porque no la protagonizó él, ni siquiera participó en ella porque era un niño. Esta maniobra de “resucitar” el franquismo busca presentar a la España de hoy como un hito de libertades y cambios sociales, borrando así todo lo que supuso la Transición, anulando el papel de los dirigentes de todos los sectores y las instituciones.

Empezando por la Corona, la institución que más preocupa a Pedro Sánchez porque incluso desde la soberbia que le impide ver sus defectos y sus errores es consciente del prestigio de la Corona, representada hoy de forma impecable por el rey Felipe. Que se ha mostrado impertérrito ante las numerosas faltas de respeto y cortesía del jefe del Gobierno.

Probablemente se repetirán en 2025, porque forman parte del ADN de Pedro Sánchez los celos viscerales hacia un Rey a quien una amplia mayoría de españoles considera referente de seguridad en el futuro y de patriotismo, en la acepción mejor de esa palabra. Cuando la adversidad hace mella, millones de ojos miran hacia La Zarzuela. Y Sánchdez lo sabe.

El fenómeno Trump

En 2025 Sánchez pretende renovar el PSOE y ponerlo a punto para las próximas elecciones. Encontrará baches, en algunas regiones no están conformes que los candidatos que pretende imponer, sobre todo en Andalucía y Aragón. Por otra parte, tras el perfil bajo en el plano internacional que ha mantenido en el año que termina, intentará recuperar terreno en el año que se inicia.

En Bruselas hay voces que confiesan su hartazgo porque Sánchez pretende tener criterio, y habrá que ver si ahora seguirá apoyando a los palestinos y demonizando a Israel y se mantendrá menos firme en su apoyo a Ucrania que el resto de miembros de la OTAN. Molesta mucho la posición que mantiene frente a algunas dictaduras de extrema izquierda latinoamericanas, fundamentalmente la de Nicolás Maduro

La política interna española, como todas las políticas internas del mapa mundial, se verán convulsionadas por la era que se inicia el 20 de enero, cuando Donald Trump tome posesión de la Presidencia de Estados Unidos.

Un presidente que haciendo honor a su lema impondrá los intereses de Estados Unidos sobre cualquier otra cuestión, convertirá en adversario a quienes apoyen a personajes a los que detesta como Maduro, Ortega o Díaz Canel, considerará enemigos a quienes no apoyen sin fisuras a Israel, defenderá que Zelenski está obligada a negociar con Putin una solución territorial para Ucrania y será implacable con los dirigentes internacionales que cuestionen sus decisiones.

¿Afectará a Pedro Sánchez? Quizá no, pero sí a Feijóo, porque es probable que Abascal se sienta fortalecido en su posición de extrema derecha con un presidente de Estados Unidos que querrá imponer criterios de la ultraderecha aunque sean antidemocráticas, cpmo ocurrió cuando impulsó el asalto al Capitolio. Es a Feijóo a quien le perjudica Trump, y el presidente del PP tendrá que vérselas con un Sánchez muy debilitado que encontrará una fórmula de ataque a Feijóo identificándole –como hace siempre– con la derecha más ultra. Que ahora, desde la Casa Blanca, promoverá disparates como está haciendo ahora con su empeño en que Estados Unidos compre Groenlandia y el Canal de Panamá.

2024 ha sido un año nefasto para España, pero las consecuencias de las políticas de Sánchez, de la corrupción que se ha vivido en su entorno y del resultado electoral americano, más los problemas sociales agudos que causa el paro, la crisis de la vivienda, la nueva subida de impuestos y las diferencias de derechos de los ciudadanos según su lugar de residencia, se verán en este 2025.

Un año plagado de incógnitas.

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