El atlas celular humano
“Haga lo que haga siempre se me verá como el ministro”
Manuel Pimientel, empresario, escritor y editor
Nació en Sevilla en 1961. Empezó a escribir con 40 años, y al libro se ha dedicado como autor y editor con Almuzara. Oriundo de Algodonales, su abuelo fue maestro de escuela y escritor. Ingeniero Agrónomo, licenciado en Derecho, diputado en el Parlamento de Andalucía y ministro con Aznar en 1999, acaba de publicar un manual de oratoria y conduce y dirige Arqueomanía en TVE. Amante del vino, escribe y lee con amontillado “en la más absoluta soledad”. La naturaleza completa sus aficiones.
–¿Por qué este nuevo libro, Dolmen (Almuzara)?
–Para la realización del programa de arqueología que hago en TVE, Arqueomanía, visité Valencina de la Concepción, que tiene un yacimiento extensísimo, y cuando vi las 400 hectáreas, la de decenas de dólmenes que hay y su riqueza, que no hay parangón en el mundo, me pregunté: ¿dónde estoy?, ¿qué es esto? Comprendí que todavía no entendemos nuestro pasado megalítico. Y como tiene ese elemento de enigma histórico, pues tenía los elementos para una novela.
–¿Cómo fue construyendo los personajes?
–Tenía una arqueóloga de una novela anterior y la utilicé. También hay investigadores. Y es que el mundo de la arqueología es muy adictivo, y en torno al mundo del dolmen hay gente aficionada a la arqueología y gente que hace ritos, algunos ritos blancos, ofrendas, pero también los hay que hacen ritos más complicados.
–Usted está al día en arqueología, así que documentarse habrá sido fácil.
–Dedico mucho tiempo a la arqueología. La novela es de acción, de misterio y de investigación, pero más allá de eso tiene su afán divulgativo, de conocer el megalitismo español y, sobre todo, el andaluz. La acción se desarrolla en Andalucía.
–Sus libros son muy de Andalucía.
–Sí, porque es lo que conozco, lo que me inspira. Los grandes dólmenes españoles están en Andalucía y el más grande del mundo está en Antequera, Menga, y los andaluces no somos conscientes de ese pasado. Cuando hablamos de nuestro pasado histórico lo hacemos de Tartessos, Al Ándalus, la Hispania romana... Pero los dólmenes son espectaculares y eso no los hacen tíos con taparrabos. Son una civilización compleja, con una mística compartida, con recursos, poder, arquitectos, y no sabemos qué civilización es ésa a la que llamamos Neolítico. Esta tierra ya tuvo importantísimas civilizaciones como tuvieron los grandes valles de los ríos de las zonas templadas.
–¿Qué le ha sorprendido más de esta nueva investigación?
–La parte histórica, la parte sentimental, de energías, de lo que sienten. Los dólmenes, muchos de ellos están a la salida del sol, otros son necrópolis. Me sorprenden los que están bajo iglesias y cortijos.
–¿En qué momento está la arqueología?
–En un momento bueno. Hay buenos científicos y se le está dando más valor colectivo. Se excava poco porque hay criterios más conservacionistas, pero creo que se están dando grandes saltos en la paleoantropología, el origen de la humanidad, donde España tiene mucho que decir y Andalucía también. La arqueología es bonita porque tiene el asombro de la arquitectura y porque hay muchas dudas científicas aún: de dónde venimos, cómo se evoluciona, qué especie llegó primera...
–¿Por qué empezó a escribir cuando dejó la política?
–Había llegado a la madurez como escritor. La misma noche del día que visité Atapuerca, empecé a escribir.
–¿Se recupera de la crisis el mundo editorial?
–Sí, más o menos, cada año. Es un negocio con poco margen para todo. Muchos daban por muerto el libro de papel y goza de salud maravillosa. Convivirá con el ebook. Creo que estamos mejor, dentro de que es un sector muy duro, mejor de lo que pensábamos que íbamos a estar. El negocio irá evolucionando con la sociedad. El libro bueno siempre encuentra su lector. Sin duda, lo que más se vende es infantil y juvenil. Quizás leamos un poco más que antes.
–Pero, ¿qué es peor: no leer o leer mala literatura?
–No leer. Cada uno tiene su canon moral y no lo critico. Hay quien empieza con libros de consumo fácil y luego va cogiendo músculo y pasa a libros más reflexivos. La forma de subir es empezar.
–¿El mundo del libro y de la arqueología le han servido para descargarse de su pasado político?
–No. Es un mundo que siempre me gustó y cuando dejé la política decidí montar una empresa editorial. La política me dejó buen sabor de boca. Es intensa, pero le guardo cariño; no tengo ningún tipo de trauma, aunque haga lo que haga ya siempre se me verá como el ministro. Es la etiqueta que tiene. Y ahora, con el desprestigio que tiene la política, pues haber estado en ella es un demérito, pero hay gente ahí muy buena.
–Hoy sería usted un bicho raro por dimitir.
–Bueno, cada uno en la vida hace lo que quiere.
–El cambio político en Andalucía merece un libro. ¿Cómo lo ha vivido?
–La alternancia es buena y ahora llega el reto, gobernar. Harán cosas, pero la Junta es una estructura pesada y este tipo de organizaciones terminan siendo afines a sí mismas.
–¿Y la llegada de Vox?
–La crisis tuvo como reacción lógica la aparición de Podemos, y Podemos más independentismo ha tenido la reacción lógica de Vox. Habrá que ver si son partidos de largo plazo o sólo proclamas. El discurso de la inmigración de Vox es de los que menos me puede gustar.
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