“El peligro de las redes es que llevan a compararte con otros”

Curro Cañete

El escritor, experto en libros de autoayuda, presenta su última obra 'Sueña, visualiza, crea'

En ella profundiza sobre la necesidad de lograr la felicidad interior para sobreponerse a las circunstancias

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Curro Cañete, con su nuevo libro: 'Sueña, visualiza, crea'.
Curro Cañete, con su nuevo libro: 'Sueña, visualiza, crea'. / Alejandro Núñez

Plaza de Molviedro, pleno centro de Sevilla. Mañana de primavera. Curro Cañete posa para la foto con su último libro, al que dan título tres verbos: Sueña, visualiza, crea. Un libro de autoayuda para lograr la felicidad interna.

Para el autor, la plenitud viene desde dentro y se proyecta hacia fuera. Nunca al revés. Cañete es un veterano en el cuidado de la salud mental. Su propia experiencia ha logrado que títulos anteriores sean best sellers.

De su nueva obra hablamos con un agua con gas y rodaja de limón, en el antiguo Compás de la Laguna.

Pregunta.-¿Qué le llevó a escribir este libro?

Respuesta.-Un proceso interno complicado. Hay gente que piensa que porque yo escriba libros sobre la felicidad siempre estoy feliz, pero he pasado por distintas crisis de salud mental. Soy el alumno disciplinado que aplica todo lo que aparece en mis libros.

P.-En salud mental, en los últimos años, se ha producido una salida del armario...

R.-Ya no es un tema tabú. Hay muchos famosos que lo han confesado, como Dani Martín o Alejandro Sanz, quienes han contado sus episodios de crisis de salud mental, lo que demuestra que el dinero y el éxito profesional no te aseguran la felicidad. Estas personas lo tenían todo a nivel material, pero les faltaba algo muy importante, el amor interno que tenemos que sentir.

P.-Usted habla en el libro precisamente de eso, de la felicidad interna. Pero, como dijo Santa Teresa, siempre hay algo que nos turba...

R.-Defiendo una felicidad que nace de dentro hacia fuera. Lo habitual es que lo de fuera, cuando es bueno, nos haga feliz y cuando es malo, lo contrario, pero se trata de lograr una felicidad por encima de las circunstancias. Es de las pocas cosas sobre las que podemos tener control, porque sobre las circunstancias es imposible. Debemos lograr el control sobre lo que pensamos acerca de esas circunstancias.

P.-A veces la vida nos pone barreras, pero muchas otras somos nosotros las que las construimos...

R.-Muchas veces nos autoboicoteamos. Debemos estar pendientes de esos pensamientos autoboicoteadores para tirarlos por la cadena del wáter. Cuanto antes, mejor. Todo pensamiento que vaya en contra de tu felicidad, de la alegría y de la visión personal, debe ir al retrete.

P.-Pues, a buen seguro, se atascarán las tuberías...

R.-(Risas). Sí, pero mucha gente que se enganchan a los pensamientos negativos contagian a otras personas y, además, hay siempre un riesgo: engancharte a un pensamiento recurrente y hacerlo más grande. Al final, te acabas amargando el día, la semana y el mes.

P.-En su libro habla de la importancia de decir "no". Eso casa bastante mal con el buenismo...

R.-Totalmente. Tenemos mucho miedo al qué dirán y demasiado interés en quedar bien. A veces somos capaces de maltratarnos a nosotros mismos e ir en contra de nuestros valores con tal de que el otro no nos critique. Eso es un grave error.

P.-El "qué dirán" sigue importando mucho en esta sociedad de la imagen...

R.-Es uno de los grandes males de nuestra sociedad. Tiene que exterminarse porque impide a muchísima gente hacer su propia vida. Hay un derecho sagrado: ser tú mismo.

P.-El dinero no da la felicidad absoluta, pero ayuda a lograrla...

R.-Ayuda mucho a la felicidad porque contribuye a no preocuparte por el dinero. Considero que a partir de cierta cantidad de dinero ya da un poco igual este asunto, pero reconozco que partir de esa base elimina bastantes preocupaciones mentales. Por desgracia, muchas personas ven pertubada su paz interior porque no saben si van a llegar a fin de mes.

P.-De lo material, por tanto, no se puede prescindir para esa felicidad interior...

R.-Siempre digo que lo más importante es lo espiritual, pero lo material también. Alguien que viva en una casa que le guste será más feliz que si lo hace en un sótano sin ventanas. Eso no quiere decir que no vayas a prosperar, pero que unas condiciones físicas y materiales son importantes para esa paz interior, está claro. Mucha gente denosta lo material y califica de superficiales a quienes tienen sueños materiales, pero creo que, hasta cierto punto, esos objetivos pueden ser positivos si contribuyen a una vida más feliz.

P.-Emplea un término muy de moda, agendar. ¿Eso no condiciona demasiado nuestro tiempo?

R.-Desde mi perspectiva, no. La planificación es una herramienta para la paz interior, es decir, si planificas bien te queda espacio para lo personal, para los hijos, para el disfrute y también para el trabajo. Es importante porque, de lo contrario, puedes ir como pollo sin cabeza, todo el día estresado sin reservar tiempo para lo importante y arrastrado por las circunstancias.

P.-¿Hasta qué punto la sobreexposición en las redes sociales alimenta ese estrés por aparentar ser lo que no somos?

R.-Mucho. La gente comparte lo que quiere, como una foto en la que parecen ser felices y en realidad están destrozadas. El peligro de las redes sociales es que lleva a compararte con otros. Tenemos un camino y una vida. Si esa persona está disfrutando de un viaje, puede que el resto del mes se encuentre amargada en casa. Animo a no compararnos con nadie.

P.-Permítame una observación: hay muchos escépticos con los libros de autoayuda, los consideran un engañabobos, como los antiguos crecepelos.

R.-(Risas). Los entiendo, pero mis libros son especiales, porque estoy entregado en cuerpo y alma a ellos. He estado cinco veces en Nueva York para escribir este libro. Creo, sinceramente, que hay cantamañanas, pero otros muchos, como yo, tenemos el propósito de ayudar a los demás a ser felices a través de la investigación, la neurociencia y los libros que escribimos.

P.-Manhattan es una fuente de inspiración para usted...

R.-Sí. Hay quienes se van a la India. Yo, sin embargo, si me fuera a la montaña, me deprimiría. Necesito estar en contacto con la gente. En Nueva York hay personas de los cinco continentes en cada esquina. Me pongo mis cascos de cancelación de ruidos y puedo escribir en una cafetería de Manhattan.

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