Alejandro Muchada: "Los vinos de albariza nos recuerdan que fuimos mar"

Alejandro Muchada | Viñador

Alejandro Muchada, en la vinoteca sevillana Lama La Uva. / D.S.

09 de diciembre 2024 - 06:59

Alejandro Muchada (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1982) es arquitecto y como tal, aplica una sólida formación humanística al trabajo en el viñedo. Junto con el viñador francés David Léclapart, y desde la sensibilidad y el respeto absoluto a la tierra y la vid, cría reputados vinos de albariza bajo la mínima intervención desde las imparables pautas ecológicas y biodinámicas. El espíritu de ese vino queda impreso en el libro ilustrado Viñadores. Hijos de la tierra y del vino, que ha editado Abalon Books. Papel y tinta muy sensibles.

–¿Cree en la predestinación? Por aquello de la procedencia de los Muchada, del sureste de Francia (Jurançon)...

–A veces el espacio-tiempo es muy relativo y en las familias siempre hay historias que se repiten. Asi que fue una alegría descubrir, tras haber empezado esta aventura, que los Muchada, que en España sólo se hallan en Cádiz, procedían del Jurançon, una region vitícola, y que hacían y hacen vino.

–Alguna fuerza telúrica debe manar de esa fantástica albariza. Ese magnetismo parece irresistible.

–Sin duda, la albariza y la región del Marco de Jerez tienen una gran fuerza con sus colinas suaves de tierra blanca (fósiles marinos compactados) frente al Océano Atlántico. Quizás nuestros vinos de viñas viejas de palomino nos recuerden que también nosotros fuimos mar en el pasado.

–Es arquitecto de formación. Y no es extraño que los arquitectos deriven hacia campos ajenos con los años. ¿Hasta qué punto se refleja su formación en su oficio de viñador?

–La formación que recibimos los arquitectos en España es muy completa y humanista. Aprendemos sobre la historia, el arte, la sociología o la ingeniería. De todas las capacidades que adquirí, destacaría la sensibilidad artística, pues para entender el vino en su profundidad necesitamos tener los sentidos bien abiertos y el espíritu elevado.

–Su libro sobre los viñadores es un homenaje, una reivindicación y también una semblanza muy poética y sensorial. ¿Es vital esa sensibilidad para extraer lo mejor de la tierra y la uva?

–Necesitamos desarrollar una sensibilidad para todo, tanto para la historia de la viticultura y los viticultores del Marco de Jerez, como para entender el valor del oficio de los viñadores. Son viticultores y artesanos del vino. Para mí, desde ese lugar humano, manual, muy vinculado con la tierra y con el máximo respeto hacia la vid, es desde donde se puede sacar lo mejor de la tierra y la uva. Eso es lo que he intentado plasmar en el libro de una forma muy sencilla, con textos breves e ilustraciones en acuarela. 

–En el mundo del vino hay mucha riqueza léxica y semántica. ¿El término vigneron pierde matices si se traduce del francés al castellano?

–El movimiento de los vignerons (viñadores) en Francia está muy consolidado y ha revolucionado sus regiones más prestigiosas: Champagne, Borgoña, Loire, Beaujolais, demostrando la capacidad de los artesanos de hacer los vinos muy emocionantes, unicos y autenticos de cada región. Sin embargo, en España, este movimiento es aún muy reciente y la mayoría de los nuevos vinos han procedido de enólogos muy sensibles al terroir pero no de viticultores con valentía para hacer sus vinos. Por eso dudamos con la editorial sobre si el título debía ser Vignerons o Viñadores. Finalmente, y gracias a la ayuda de Pitu Roca, a quien consultamos como conocedor y amante del Marco de Jerez y de los vignerons de Francia, decidimos usar el término en castellano, para ir dotándolo de significado y de experiencias propias, con la esperanza de que alcance la dimensión que en Francia tiene la palabra “vigneron”.  

–Y la pulsión de meterse a cuidar viñedos y criar vinos nace cuándo y por qué.

–Surgió por casualidad en un viaje a Francia visitando granjas ecológicas. Andaba terminando mi tesis doctoral y tras mi experiencia como cooperante, deseaba acercarme a la tierra. En Marruecos había aprendido que la sabiduría profunda reside en las personas que están en contacto con la naturaleza. Por eso viajé a Francia a aprender. Lo que no sabía ni estaba programado es que haría una vendimia en casa de David Léclapart. Ahí empezó todo.

"Desde el máximo respeto a la vid se saca lo mejor de la tierra y la uva, eso plasmo en mi libro ‘Viñadores’”

–¿Qué le sorprendió de los míticos viñedos y la forma de hacer vinos de la prestigiosa Champaña?

–Hay muchas Champañas, las de las grandes maisons y la de los pequeños productores. Yo conocí la pequeña Champaña, y todo lo que vi fue humanidad y mucho sentido. La excelencia en casa de los vignerons se alcanza desde la suma de muchos y pequeños detalles: la forma de trabajar el viñedo (en agricultura ecológica o biodinámica y entendiendo cómo cada gesto al labrar o realizar un tratamiento puede influir en la uva y en el vino), y la forma de hacer el vino (respetando el proceso natural de las fermentaciones y de la esencia que contienen las uvas).

–¿Y hasta qué punto podemos importar algo de aquella región tan distinta en el clima y el suelo?

–Lo que podemos aprender es algo universal de todas las regiones: a valorar los oficios vinculados con el campo y la agricultura. Ahí comienza la más elevada calidad y el amor propio. Desde ese lugar, frente a buscar vinos internacionales con variedades extranjeras o procesos enológicos genéricos, surge valorar los vinos blancos de nuestra uva, la palomino, que cuando se trabaja bien, lejos de ser una uva “neutra” como dicen los libros, es una uva sutil, mineral, honesta y del futuro.

–Ahí entra a jugar la otra media naranja de sus vinos, David Léclapart.

–Es mi socio en Muchada-Léclapart y ha sido mi maestro. Gracias a él descubrí la agricultura biodinámica y las vinificaciones de mínima intervención de máxima calidad. Él es un referente y un mito dentro de los vignerons de la Champaña.

–¿Cómo es la convivencia con los vinos de la D.O. del Marco de Jerez?

–La convivencia es muy buena. Es un autentico privilegio que nuestra región haya sabido valorar y conservar la tradición de los vinos generosos del Marco de Jerez. Es algo único a nivel mundial. Los nuevos vinos blancos del Marco van a dar incluso más valor a los vinos generosos, ya que van a demostrar la grandeza de la uva palomino y de las tierras de albariza en un lenguaje que todo el mundo puede entender.

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