Vanessa Muñoz | Presidenta de Empresarias Sevillanas
“Las cuotas como concepto no me gustan, aunque las veo absolutamente necesarias para llegar al mismo punto de partida”
Anadie se le escapa el hecho de que la revolución digital, iniciada hace varias décadas, sigue transformando el contexto empresarial a un ritmo vertiginoso. En concreto, en este artículo ponemos el foco en la ya famosa inteligencia artificial (IA) y su impacto a nivel empresarial. Sobre este particular, basta con mirar a nuestro entorno más personal para darnos cuenta de lo que está suponiendo la IA en nuestros quehaceres cotidianos, haciendo que buena parte de nuestras rutinas o tareas sean más fáciles, rápidas y eficientes. De hecho, empleamos la IA, a veces sin darnos cuenta, para mantener conversaciones con asistentes virtuales, para gestionar nuestras actividades físicas y deportivas, a través de aplicaciones especializadas en la salud y el entrenamiento, o para recibir recomendaciones de rutas e itinerarios para llegar a tiempo a nuestros compromisos, entre otras muchas funcionalidades. Si esto ha sido así en el ámbito personal, ¿qué no podrá hacer la IA en el contexto empresarial?
Para empezar a responder a esta pregunta, convendría destacar que las empresas invierten cada vez más en Tecnologías de la Información. Basta con ojear algunos de los informes más prestigiosos de instituciones públicas y privadas sobre el uso de las nuevas tecnologías para apreciar que, en la actualidad, se está acelerando el proceso de transformación digital en el conjunto del tejido empresarial, es decir, en empresas que proceden de cualquier sector de actividad y de cualquier dimensión organizativa.
Sin embargo, este proceso no debe ser mal interpretado o carente de sentido. Por ello, la incorporación de nuevas tecnologías no debería ser contemplada como una obligación (invierto porque lo hace mi competidor o porque se ha puesto de moda una determinada tecnología) sin que en un estado posterior se les dé una verdadera utilidad. Por tanto, no se trata de implementar por implementar, ni de invertir por invertir, sino de llevar a cabo una reestructuración profunda que anime a las organizaciones a cuestionarse, por ejemplo, cómo se están gestionando los recursos, cómo se está interactuando con los clientes o cómo se están tomando las decisiones clave para el negocio.
Precisamente, es aquí donde la IA está redefiniendo aspectos tan importantes de la transformación organizativa como son la eficiencia, la innovación o la competitividad corporativa, entre otras dimensiones. Especialmente, la IA está jugando un papel predominante en la automatización y la optimización de procesos complejos, ya no solo para lograr un liderazgo en costes, sino que también para dotar de mayores recursos a las empresas, de tal modo que permitan el desarrollo de nuevas capacidades organizativas relacionadas, a ser posible, con la tan célebre resiliencia empresarial. En este contexto, la IA está posibilitando que muchas empresas consigan simplificar procesos altamente complejos con una extraordinaria capacidad de anticipación a fallos de corte operativo, o simplemente para prever cambios en los mercados, especialmente aquellos que son enormemente volátiles o con un nivel de incertidumbre extremo.
Es más. Si se combina la IA con el Big Data, el poder de transformación de éste parece verse multiplicado. Haciendo un símil culinario, la IA hace sobre el Big Data lo que la levadura al pan. De hecho, con esta fusión tecnológica las empresas ganan en accesibilidad a una información disponible en tiempo real y en agilidad para analizar grandes conjuntos de datos de múltiples fuentes con la clara intención de anticiparse a tendencias, predecir comportamientos de los consumidores o tomar decisiones más fundamentadas y precisas. Dicho de otro modo, esta nueva simbiosis tecnológica permitiría que las empresas, además de mejorar la respuesta a los cambios en los mercados, también se anticipen a ellos.
En relación con este aspecto, por ejemplo, los algoritmos de IA pueden identificar patrones en los mercados para tomar decisiones de inversión más acertadas. Por este motivo, en la actualidad muchas empresas vinculadas al sector del comercio están implementando la IA para ofrecer experiencias personalizadas basadas en los comportamientos individuales que estos sistemas han ido registrando de cada uno de los consumidores. Asimismo, se destaca la aplicación de la IA en la mejora de la cadena de suministro. Por consiguiente, esta tecnología posee una enorme capacidad para anticiparse a posibles alteraciones en la cadena de suministro o ajustar la producción en función de los cálculos de la demanda anticipada.
En otro plano distinto, la IA juega una aportación indiscutible a la ciberseguridad de las empresas. Cabe resaltar que la gran mayoría de las organizaciones consideran que la seguridad de los datos se trata de un auténtico desafío dentro de este proceso de transformación digital, más aún si cabe, cuando la mayoría de los datos permanecen en el ámbito de la nube. En este contexto, nuevamente la IA podría ser fermento para impulsar la eficiencia y eficacia de los sistemas de ciberseguridad. Así pues, la IA potencialmente podría detectar ataques en tiempo real, identificar patrones de comportamiento anómalos o dar una respuesta proactiva antes de que ocurra un intento de acceso no autorizado. De hecho, determinadas soluciones avanzadas de la IA comienzan a ser implementadas en sistemas de autenticación biométrica, análisis de redes y protección contra intrusiones, ofreciéndose, de este modo, niveles de seguridad nunca conocidos.
Además, si nos centramos en el área de los recursos humanos, las empresas están inmersas en el desarrollo de nuevos modelos de organización del trabajo. En consecuencia, el teletrabajo se ha visto reforzado en muchas empresas gracias al despliegue de la IA, convirtiéndose en una tecnología vital en su consolidación. En este contexto, la IA también hace de fermento para impulsar experiencias positivas sobre el teletrabajo en los miembros de una organización, incrementando, por ejemplo, la percepción de utilidad de las aplicaciones colaborativas, optimizando la calidad de las videollamadas, realizando traducciones simultáneas o facilitando la compartición de documentos mediante asistentes virtuales. Al mismo tiempo, la IA contribuye a una mejor gestión de equipos de trabajo dispersos geográficamente mediante análisis de rendimientos, a la vez que facilita la comunicación entre sus integrantes o detecta posibles problemas de productividad o insatisfacción.
En definitiva, los ámbitos de gestión anteriormente expuestos son claros ejemplos de aquellas áreas del negocio donde la IA está impulsando una nueva etapa de innovación en la gestión empresarial. De hecho, las empresas tienen a su disposición nuevos modelos tecnológicos mediante los cuales podrían mejorar su eficiencia operativa, tomar decisiones más inteligentes o mantener los niveles de competitividad en mercados cada vez más exigentes y globales. De este modo, las empresas que se sumen a estas innovaciones tecnológicas no solamente estarán mejor preparadas para desarrollar una ventaja competitiva, sino que se colocarán en los primeros puestos para hacer frente a los desafíos del futuro. Por tanto, no cabe sino decir que la IA se ha convertido en el fermento para una nueva transformación empresarial, aunque el tiempo nos dirá si todo esto que se espera de la IA se queda finalmente en un simple bluf.
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